Capítulo 63: Trampas y Secretos

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— ¡Prim, Prim! ¡Te quiero!

— ¡Katniss!


Después de la cosecha, Thread ni siquiera permite que los vencedores tengan el derecho a despedirse de sus familias y amistades. Katniss, Peeta (de nuevo ambos a la arena) y Haymitch son acorralados por los agentes de la paz que los llevan hacia un par de vehículos blindados. Katniss se resiste pero la llevan a la fuerza. Peeta dice adiós con la mirada y agita la mano a su familia.

Voy con las Everdeen, explicando que Thread, una vez más, pasa por sobre mi padre y ejecuta órdenes enviadas por Snow. La pobrecita Prim llora en mis brazos, la señora Everdeen también comienza a llorar; ambas intentaban mantenerse firmes por Katniss, pero ahora que se ha ido, parecen derrumbarse y dejan salir las lágrimas que se tenían guardadas desde el desgraciado anuncio del Vasallaje. Enseguida me aparto porque Gale se acerca a consolar a Prim. Se escuchan silbidos de protesta, pero los agentes se colocan rápidamente en formación, ordenando a la gente retirarse a sus hogares. No hubo discurso, ni la cinta conmemorativa, tampoco despedida. Se los llevaron directo al matadero.

Miro a mi padre, tratando de hacer razonar a Thread, pero éste sólo esboza una cruel sonrisa despectiva y le cierra en su cara la puerta del Edificio de Justicia. Odio a ese hombre. Cray era desagrable pero respetaba a mi padre y no sobrepasaba su autoridad. También lo odio por haber azotado a Gale y otras pobres personas por delitos tan poco importantes como robarse una fruta, además colgó en la horca al minero que fue a hablar con mi padre sobre las peticiones y la huelga. Por supuesto que todo eso quedó en nada.


— ¡Circulen, señoras! — nos ordena un agente cuando estoy hablando con Hazelle y la madre de mi amiga, mientras Gale y sus hermanos intentan consolar a Prim.


Papá y yo volvemos a nuestra vivienda sobre el ayuntamiento, donde hemos dejado a mamá cuidada por Deborah, una enfermera que papá contrató en su último viaje al Capitolio. Debe de pagarle una buena suma para que ella aceptara venirse al 12, pero es agradable, pese a su acento cantarín y su ropa extravagante. Papá también trajo una silla de ruedas, mamá ha perdido movilidad debido a una avanzada distrofia muscular. Nunca vi a mi madre muy activa que digamos pero verla del todo postrada es terrible. El diagnóstico del médico fue brutal y lapidario: Esclerosis Lateral Amiotrófica. Las células empiezan a morir una tras otra, primero se pierde la movilidad de los músculos y luego empiezan a fallar los órganos internos. Hasta producir la muerte. Se ha avanzado mucho en medicina, claro que al alcance de los pudientes en el Capitolio; sin embargo, la enfermedad de mi madre no tiene cura ni vuelta atrás. Sólo podemos darle morfina (ahora siempre son dosis fuertes) para aplacar las crisis de sus dolores... y esperar el desenlace.


— La señora Daysilee sigue dormida —nos informa Deborah cuando mi padre y yo subimos al último piso a ver cómo está mi madre—. ¿Podría ver las cosechas con ustedes? Quiero saber quiénes salen para así decidir por quién podría apostar... quiero decir, si estuviera en el Capitolio.

— Está bien, Debbie —contesta papá, sin ánimo—. ¿Algún llamado?

— Sí, llamó el novio de la señorita Madge. Dijo que volverá en un par de días y también que le traerá un regalo muy especial del Capitolio, ¡qué emocionante! —exclama como si el obsequio fuera para ella.


Vamos los tres a la sala en el segundo piso, no tengo muchas ganas de ver las cosechas, pero como bien señaló Peeta, es vital conocer a la competencia (por eso yo les llevaba los diarios del Capitolio que le llegan a papá). Algunos están débiles, enfermos o viejos, pero casi la mitad son una amenaza para Katniss y Peeta. Después voy a casa de las Everdeen. Gale abre la puerta. 

Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now