Capítulo 9: ¡Baboso!

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Han pasado dos días. Katniss y Peeta deben seguir entrenando para los Juegos, mañana es el último día de entrenamiento, se harán públicos los puntajes de cada tributo y también, al atardecer, tendrán la entrevista televisada a todo Panem. Estoy ansiosa de saber cuántos puntos sacarán Peeta y Katniss. Si obtienen una puntuación alta, habrá más capitolinos dispuestos a patrocinarlos. Y tributos envidiosos que querrán deshacerse rápido de la competencia. 

Mi rodilla está mejorando gracias al tratamiento de la señora Everdeen. Ya puedo caminar bastante mejor. Hannah y Rose se habían preocupado mucho cuando no llegué a casa a la hora acostumbrada, pero no le dijeron nada a mi madre porque estaba desconectada, perdida en sus lamentos, igual no habría servido de nada decirle que su hija no había llegado. Y en cuanto a mi padre, pues lo de siempre, estuvo trabajando hasta el anochecer en su oficina del ayuntamiento, aunque es en la planta baja de la casa, es como si no estuviera tampoco. Se enteró de mi accidente a la hora de cenar cuando notó el vendaje y mi cojera. Claro que omití decirle que me caí por segunda vez al escalar el muro de atrás porque llegué tarde a la escuela, mi encuentro con Gale y todos los detalles demás. ¿Para qué? Sólo le dije que Prim insistió que su madre me examinara y me hiciera una curación. A propósito, él y yo concordamos que estamos en deuda con las Everdeen, quienes no quisieron aceptar pago alguno por sus servicios, lo que me hace sentir muy incómoda. Debo compensarlas de alguna forma, ya que no quisieron mi dinero de mesada ni el de papá cuando mandó a un empleado del municipio a agradecerles ayer por la mañana.

No he vuelto a ver a Gale... no en persona, desde que me trajo a casa cargándome en sus fuertes brazos. Habría sido la experiencia más maravillosa de toda mi vida, si no supiera que lo estaba haciendo porque Prim y la señora Everdeen se lo pidieron, casi lo obligaron a que me cargara hasta mi hogar. El corazón me golpeteaba como tambor en el pecho mientras rodeaba su cuello con mis brazos para afirmarme y él me sostenía en los suyos, caminando conmigo como si yo no pesara mucho. Bueno, soy delgada pero igual lo obligué a que descansáramos cada cierto tramo, me sentía tan nerviosa que me cargara Gale. Y tan feliz a la vez, nunca me imaginé estar tan cerca de él, menos en sus brazos, daba gracias a la divina providencia que puso tales piedras en mi camino para tropezarme y herirme. Sentir el aroma a hierba, rocío y bosque que se desprendía de su ropa y de su piel era una delicia. A ratos iba como en trance. Otras miraba a su cara para averiguar qué estaría pensando, pero su expresión seria y adusta era tan impenetrable como siempre. Intentar descifrar los sentimientos de Gale es como hablarle a las peces dorados del acuario y esperar una respuesta. De tanto en tanto alguien se nos cruzaba en el camino y yo bajaba la vista algo avergonzada que me vieran en brazos de Gale Hawthorne pese a que el vendaje de mi rodilla era muy notorio. Igual podían imaginarse otra cosa más. La gente del 12 es muy chismosa por lo general, supongo que es porque somos un distrito pequeño, la mayoría nos conocemos y no hay muchas entretenciones en que ocupar los ratos de ocio. Cuando ya nos aproximábamos a los negocios de la parte central del pueblo, cerca de la plaza, le dije que ya podía dejar de cargarme, faltaba poco para llegar a la plaza misma y mi casa estaba al frente de ésta. 

Entonces el muy tarado tenía que arruinarlo todo. Dijo que era una vuelta de mano, un intercambio de favores. Le repliqué que él y yo no nos debemos favor alguno en absoluto y me salió con que yo le había alegrado el día cuando me vio los calzones y las piernas, que fue lo mejor... y ahí si que no me aguanté mandarle una sonora bofetada. Lo tomé de sorpresa. Como aún estaba en sus brazos mi mano golpeó su mejilla con mucha fuerza y llegó a sonar. Me soltó sin mucha consideración, al igual que mi bolso escolar, riéndose con los brazos en jarra y mirándome con mordacidad. 

- Lo siento, princesa... pero debo reconocer que tiene el mejor trasero de todo el distrito -me espetó enseguida, sonriendo y tocando apenas con la punta de un dedo su mejilla enrojecida por el bofetón... yo me sonrojé como tomate y abrí mucho los ojos y la boca, luego Gale se cruzó de brazos y siguió-: Y debo confesar que no he visto pocos, al contrario, pero ninguno tan espectacular y perfecto como el de su alteza... y además decorado con ese sexy e irresistible lunar justo ahí. Es una lástima no haber podido seguir admirando esa obra de arte... debería usar faldas más cortas, princesa, es verano, y a los chicos nos gusta admirar las piernas femeninas... 

Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now