Capítulo 60: Recuperación

284 18 19
                                    


Cuando abro la puerta, no es un escuadrón de agentes de la paz, sino una sola figura cubierta de nieve. Madge. Me extiende una pequeña caja de cartón mojada.


— ¡Úsalos para tu amigo! Son de mi madre, me ha dejado traerlos... —Al levantar la tapa de la caja, descubro media docena de frascos de un líquido transparente.— ¡Dáselos, por favor! —Corre de vuelta a la tormenta antes que podamos detenerla.

— ¡Niña loca! —masculla Haymitch mientras seguimos a mi madre de vuelta a la cocina.


Lo que sea que mi madre le haya dado a Gale, yo tenía razón: no es suficiente. Sus dientes están apretados, su piel perlada de sudor. Mi madre llena una jeringa con el líquido transparente de uno de los frascos y se lo inyecta en el brazo. Su rostro comienza a relajarse de inmediato.


— ¿Qué es eso? —pregunta Peeta.

— Es del Capitolio. Se llama morfina —responde mi madre.

— No sabía que Madge conociera a Gale —comenta Peeta.

— Solíamos venderle fresas —replico, casi molesta. Aunque, ¿por qué estoy molesta? No porque ella haya traído la medicina, eso está claro.

— Pues deben gustarle mucho esas fresas —dice Haymitch.


Eso es lo que me molesta. Es la insinuación de que hay algo entre Gale y Madge. Y no me gusta...


Por primera vez, revierto nuestras posiciones en mi cabeza. Imagino a Gale ofreciéndose voluntario en la cosecha para salvar a Rory, veo cómo lo apartan de mi vida, cómo se convierte en el enamorado de otra chica para seguir vivo; para después volver a casa con ella, vivir a su lado, prometerse en matrimonio con ella. El odio que siento por él, por la chica imaginaria, por todo, es tan real e inmediato que me ahoga. Gale es mío, yo soy suya. Cualquier otra cosa es impensable.


*****


Nunca en mi vida había sentido un dolor semejante, nada se iguala al dolor quemante y lacerante de los azotes. Ignoro cuántas latigazos me dio aquel hombre al que los agentes llamaron comandante Thread... sólo sé que en un momento mi cuerpo flagelado no dio más y supongo que mi cerebro se desconectó para no sentir más dolor. Perdí el conocimiento.

Ahora estoy en casa de Katniss en la Aldea, al empezar a recobrar mis sentidos, oigo voces familiares. Mi piel quema de dolor, siento que mi espalda arde como si tuviera brasas encendidas sobre ella. Mamá está aquí, la siento llorar en silencio porque no pronuncia palabra; pero aprieta firme mi mano en la suya, áspera y rugosa, y me acaricia el pelo, como cuando niño. Las voces que oigo son las de Katniss, Haymitch, Prim, la señora Everdeen, Peeta y mis amigos Thom y Bristel. No entiendo qué dicen, excepto Katniss que le grita a su madre que me dé la medicina, supongo que se refiere al jarabe para dormir, para que no sienta dolor... la verdad no estaría mal que me noquearan con una dosis completa, porque al moverme e intentar hablar para decirle a Catnip que estaré bien, es como si ese tipo volviera a azotarme. Es un dolor quemante tan intenso que en vez de "estaré bien", sólo puedo articular un agónico sonido. Siento que Katniss vocifera contra su madre algunos insultos y su voz se aleja hacia dentro. Oigo que tocan el timbre con urgencia, deben ser los agentes que vienen por mí para llevarme al calabozo. Espero resignado. ¿Estoy delirando o realmente oigo la voz de Madge en la puerta? Debo tener fiebre y alucinar, porque luego ya no la oigo más, pero sí a las otras personas y siento pasos hacia acá. Un pinchazo en mi brazo y luego no siento nada más, creo que me han dado una potente dosis de jarabe a la vena porque me aturde, mis ojos se cierran y mi cerebro se desconecta por completo otra vez.

Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now