Capítulo 65: Reunión en el Bunker

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Salí corriendo de la casa de Linus. Sólo pensaba en alejarme de ahí lo antes posible... y mis pies me llevaron a la Aldea de Vencedores, a la casa vacía que Gale y yo usamos como refugio clandestino. Empujé la puerta con el hombro, cedió y entré, luego me desplomé llorando en un sofá.

Recapitulo: la cena era una maldita trampa de Linus para acostarse conmigo. Fue muy hábil, no sospeché que estaríamos solos. En la cena, fue muy romántico, tanto que no pude encontrar un momento adecuado para confesar mi infidelidad. Después del postre, intenté hacer acopio de valor, tragué saliva y traté de pronunciar el discurso que había ensayado. Miré el anillo en mi mano y lo hice rodar alrededor de mi dedo para quitármelo, Linus me miró con ojos de interrogación mientras nos levantamos de las sillas.


— Linus, es hermoso. Pero no lo merezco... créeme...

— Madge, no digas tonterías, claro que te lo mereces... esto y mucho más. —Sin decir más, se acercó, abrazándome y me besó, estrechándome contra él.

— Linus... yo... —titubeé con una débil vocecilla.

— Shh, no digas nada, amor. Ya estamos comprometidos y tu padre ha firmado por fin el permiso para que viajes al Capitolio conmigo y nos casemos. Allá seremos muy felices, tú y yo. —Empezó a darme besitos en el cuello y detrás de mi oreja, yo intentaba distraerlo. Pero mi mente parecía confusa, lo cual era raro porque sólo le di dos sorbos a la copa de vino.

— ¿Y el colegio? —farfullé.

— Con el Vasallaje, estará suspendido, luego nos darán vacaciones y cerrarán el año escolar. Yo entraré a la academia el próximo semestre y en el Capitolio hay excelentes colegios, no tendrás ningún problema porque eres muy inteligente y estudiosa. Por las tardes irás a tus clases de piano en el Conservatorio. —Tragué saliva ante la idea de dejar atrás a mis seres queridos y mi vida en el 12. Ahora Linus besaba mi hombro y clavícula. Yo lo dejaba hacer.

— ¿T-tus padres vi-vi-virán con nosotros? —Parece que el vino era más fuerte de lo que creía. Mi mente empezaba a sentirse como un remolino en altamar.

— Papá ya está instalado, mamá y Rebekka se irán después de cerrar el arriendo con tu madre. Por ahora, mamá sólo fue a ver el departamento y conseguir un par de avox... ése que nos sirvió la cena era uno de ellos.


Intenté hablar, pero Linus, que me tenía una mano en la cintura y otra en mi cadera, me atrajo hacia él, silenciándome con un beso. Y luego otro más y otro, hasta que me percaté que me llevaba retrocediendo a su dormitorio sin que me hubiera dado cuenta.


— Linus... ¿por qué estamos tu dormitorio? —balbuceé confundida.

— Madge, llevamos seis meses juntos, no tienes idea cuánto he estado esperando este momento... para hacerme mía. Te prometo que lo haré con cuidado. —Me miró suplicante pero decidido. Estaba claro que no iba a aceptar más negativas para tener sexo conmigo.

— Pero... yo...


Buscaba desesperada alguna excusa para ganar tiempo, además de pensar la forma de admitir que no era virgen como él creía ni que era el dueño de mi corazón. Pero no se me ocurría nada, mi cerebro estaba funcionando muy lento. Linus ya me estaba sacando el vestido por sobre la cabeza y yo comencé a desabotonar su camisa. Una remota voz perdida en mi mente intentaba convencerme que amaba a Gale, pero mi parte física y débil ya estaba excitada con las caricias que Linus no dejaba de prodigarme. Me quedé sin habla cuando vi su torso musculoso, sus bíceps marcados. Linus tenía el físico de una estatua griega y, aunque no lo decidiera, mi entrepierna se humedeció al sentir sus dedos apartando mis bragas para excitarme más. 

Gale y Madge: Fresas en el BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora