Capítulo 34: Dulce Madge

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- ¡Miren quién viene llegando! Nuestro quarterback y galán favorito de las chicas... -anuncia la voz de Bristel, algo achispado por el licor.- ¿Tu novia te dejó ir tan temprano, campeón? ¿O te mandó a la punta del cerro porque la llevaste a la escombrera? -se ríe como tonto.

- Sólo tenía permiso hasta las diez y treinta, así que ya la dejé en su casa -respondo-. Y no, Bristel, no la llevé a la escombrera... no es de ésas... -le espeto disgustado que piense algo así de Madge.

- Así que te dejó libre temprano... pero parece que lo pasaste bien, Hawthorne, nadie te borra la sonrisa de la cara -suelta ahora Thom.

Estaba pensando si venía o no al Quemador después de dejar a Madge en su casa. La razón la tengo frente a mí: Thom, Bristel y los jugadores del equipo que pertenecen a la Veta están todavía celebrando en el mercado negro, en compañía de varias chicas. Los locatarios y clientes también celebran nuestro triunfo sobre el Distrito 2. Algunos están muy alegres luego de un par de vasos de licor blanco y otros francamente borrachos. Dudaba si entrar o no, cuando Bristel me vio desde adentro y casi me arrastró con él hacia el interior. Como me imaginaba, la toman conmigo y quieren saber quién es la chica que me tiene con una gran sonrisa de oreja a oreja, que fue imposible borrar de mi cara después de los besos con Madge. Sonrío como idiota de sólo pensar en ella y sus dulces labios. Hace tiempo que no me sentía así de bien. Sin embargo, mantengo el misterio. 


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- Vamos, Gale... ¿quién es la afortunada esta vez? -insiste Bristel.

- ¿Saben? Quiero seguir vivo para volver a salir con ella antes que su padre se entere gracias a ustedes y sus bocotas -les espeto con cara de guasa. 

Sé que mis amigos no son chismosos a propósito, varias veces me han cubierto las espaldas; pero a veces un comentario se desliza sin querer... y llega a los oídos de otros que lo repiten y el rumor termina llegando al lugar menos indicado. Los chismes son como una bola de nieve: una vez que alguien la lanza por la pendiente, crece y no hay cómo pararla. Y lo que menos me conviene es esparcir el rumor que tuve una cita con Madge. 

- Su padre debe ser un ogro terrible entonces -bromea Thom.

- La verdad no lo sé... pero tampoco quiero averiguarlo -declaro y provoco una ronda de risas.

- Entonces, te estás metiendo en las patas de los caballos, chico -dice un minero más viejo-. Debe ser una damita elegante del pueblo, si no quieres contar quién es... -comenta, yo sólo me encojo de hombros sonriendo, hago un gesto vago con la mano, dejándolos con la intriga.

Después de casi una hora me fui por fin a casa, toda mi familia se había acostado así que yo también me dejé caer, cansado pero feliz, en el sofá y me acomodé a dormir. Pero el sueño no venía, me eludía cada vez que cerraba los ojos... pensando en Madge. Su piel tersa como melocotón y sus labios que saben a azúcar. No duermo pensando en todos los besos que compartimos en la pradera, bajo las estrellas. Susurraba su nombre, recordando lo suave que se sentía acariciar su piel, sus curvas perfectas y sus labios rosa murmurando mi nombre. Por fin pude besar y morder sus labios como tanto anhelaba desde hace semanas. Incluso, pude tocar más de lo que esperaba, hubiera llegado más lejos si Madge no me hubiera detenido cuando estaba por subir más esa falda, aunque eso no me impidió acariciar sus muslos ni sus pechos tan deseables mientras besaba su cuello, clavícula y hasta su ombligo apartando la tela. Por un momento, me dejé llevar por el deseo... y Madge también al parecer, hasta que su pudor pudo más que las ganas. Entonces me percaté que estaba a punto de empezar a desnudarla, de traspasar la línea prohibida. Le pedí disculpas aunque no estaba para nada arrepentido de lo que vi y toqué, hubiera deseado continuar pero era mejor no forzar la situación. Madge estaba muy avergonzada, todavía es una niña, en ese sentido. Todavía es inocente. Y eso me encanta de ella, me seduce... porque quiero ser el primero en enseñarle unas cuantas cosas nada inocentes. Pero debo ir de a poco. Esta noche, mis sueños son mucho más húmedos y placenteros que las noches anteriores. Imagino que ella está en mis brazos.

Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now