Capítulo 16: Tienes que Ganar...

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- A mí no me rechazarás un vaso de leche y unas galletas... - me dice Hannah y no sé si me está desafiando o regañando, mientras me extiende un plato con un vaso y unas tentadoras masas con chips de chocolate-. Vamos, siéntate unos cinco minutos y come, las hice yo... después te vas a cazar o lo que sea...

- Está bien, gracias, Hannah.

Me siento a la mesa de la cocina, mucho más simple y práctica que la que divisé en el elegante comedor de arriba, pero de madera bastante noble también. Me siento incómodo en casa de Madge, muy incómodo. Como pollo en corral ajeno. Aunque en la cocina se disipa gran parte de esa sensación, supongo que porque he estado antes en esta parte de la casa; bueno, sólo parado en la puerta trasera cuando vengo a vender fresas, para ser específico. Pero estar con Hannah se siente bien, es porque la conozco de la Veta y sé que es de los nuestros. Miro alrededor con real curiosidad por primera vez y no es muy distinta a las cocinas de las casas pobres, sólo que tres veces más grande, las ollas y utensilios son de mejor factura y todo luce de buena calidad. Permanezco en silencio mientras me bebo el líquido (es de vaca, no de cabra como la que tomamos en casa) y como saboreando con deleite las galletas caseras. Si hubieran sido de la panadería Mellark no me las comería, no quiero nada de ese lugar ahora que Peeta y Katniss son los "amantes trágicos del distrito 12", como dijo esa estúpida reportera chismosa. No quiero nada relacionado con Mellark, desde que declaró estar enamorado de Katniss en esa entrevista ya no me cae bien. Sé que no es un mal tipo, pero no quiero compartir a Catnip con él ni con nadie.

- Así que dime, Gale, ¿qué tienes contra mi niña? -inquiere Hannah de repente cuando estaba masticando una galleta.

- ¿Qué? -Logro sacar la voz luego de atorarme con un trozo y beber un poco de leche para pasarlo. La pregunta me ha pillado desprevenido. 

- Eso, lo que escuchaste y no te hagas el sordo... siempre estás molestando a mi niña Madge... ¿por qué lo haces?

- Hannah, ella no es tu hija y no veo por qué te importa lo que le diga a esa princesa mimada.

- En primer lugar, aunque no lo sea, la quiero como una hija porque la he criado desde pequeña, llegué a esta casa cuando Madge tenía tres años y su madre no pudo seguir cuidándola y se desentendió del mundo por esa desgraciada enfermedad que la hace quejarse de dolor todo el día. Durante trece años, he sido prácticamente su segunda madre, enfermera y confidente... y no es una señorita consentida. Ella se hace sus propias cosas, además de atender a su madre también porque hay bastante quehacer aquí.

- Pero no es tu hija, Hannah,  Madge es sólo una hija de ricos, rodeada de lujos y comodidades... ella no sabe lo que es pasar hambre o necesidades. Es la hija del alcalde, enviado por el Capitolio y, por parte de su madre, viene de una de las familias comerciantes más adineradas del distrito... mira la casa en la que viven y todo lo que tienen ¡esta debe ser la casa más grande de todo el 12!

- ¿Y eso hace que sean malas personas? Además esta es la alcaldía también, hay partes que no son habitaciones sino oficinas, toda la planta baja. Cuando el señor Undersee llegó, la casa ya existía y estaba amoblada, Gale. La casa más grande es la de los Dugan, los banqueros. Ellos sí son los más ricos del 12 y los más presumidos... basta ver la mansión que se hicieron construir. 

- Cierto, quizás los Undersee no sean los más ricos ni tan malas personas... pero disfrutan todo esto. En la Veta apenas tenemos para comer. ¿Cuánta comida podría costearse con sólo los cuadros o ese piano en la biblioteca? Por no hablar de esos lujosos sillones y todo ese mobiliario... no quiero imaginarme cómo viven los Dugan entonces. 

- Entonces es por resentimiento... eso no es bueno, Gale, no es un buen sentimiento, sácalo de tu mente y de tu corazón, porque no te traerá nada bueno... el resentimiento es malo. Es como la cizaña del jardín, hay que arrancarla de raíz.

Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now