Capítulo 20: Un Cambio de Reglas

587 40 28
                                    



- Oye, Madge, ese libro de historia antigua que mencionaste hace rato... ¿me puedes contar más?

- Sí, pero tendría que buscarlo si quieres que te lo preste y tendría que ser en absoluto secreto- sugiere, cuchicheando en voz baja.

- ¿Lo tienes en tu casa? –pregunto pasmado, en voz tan alta que casi grito. No había pensado en pedírselo porque simplemente no se me ocurrió que lo tuviera en su poder. Nadie tiene libros prohibidos de la lista negra.

- Sshh...que todavía hay agentes de la paz haciendo ronda en la plaza y frente al ayuntamiento, también hay mucha gente, ¡alguien nos puede escuchar! –dice Madge asustada y llevándose un dedo a sus labios.

Tiene razón, es viernes y mucha gente pasea por la plaza en una noche cálida de verano, también se ven los agentes haciendo ronda para resguardar el orden, aunque todo se ve tranquilo; sólo hay gente del pueblo, familias paseando con sus hijos y varios chicos y chicas de la clase comerciante, conversando y tomando refrescos o helados.

- ¡Perdón!... ¿tienes ese libro en tu casa? –pregunto ahora en un susurro.

- Ese y otros libros prohibidos por el gobierno. El Capitolio los envió hace muchos años, para que papá y Cray estuvieran al tanto de cuáles eran los títulos de la lista negra y supieran reconocerlos si alguien infringe la ley, por ejemplo, si vieran a alguien vendiéndolos o comprándolos. Están almacenados en el desván, en una caja o baúl, no recuerdo bien porque hace años que no subo ahí...

Me detengo en seco y la quedo mirando atónito, considerando lo que ha dicho de los libros prohibidos... ¡los tiene en el desván de su casa! Quiero pedirle que me los preste, sólo que no quiero que Madge lo tome como un aprovechamiento de mi parte, que sólo me interesa estar con ella para sacar algo en beneficio propio. Todo lo que me dijo de ese John Lennon me dejó intrigado y quiero saber más. Por otra parte, ya llegamos a la alcaldía y hemos dado la vuelta al edificio, Madge ya está abriendo la puerta trasera de la cocina.

- Bueno, llegamos –dice sonriendo cohibida-. Muchas gracias, Gale, por acompañarme de regreso todo el camino.

- No fue nada –contesto encogiéndome de hombros-. Bueno, Madge, debo irme...

Madge y yo estamos aún parados en la grada frente a la puerta abierta. Sé que debo irme, sería impropio y precipitado insistir en quedarme más rato o entrar con ella a la casa...ni siquiera me ha invitado a pasar, pero no tengo muchas ganas de marcharme todavía. Es muy extraño de mi parte, antes, hubo muchas veces que ni siquiera tenía ganas de venir a este lugar, ocasiones en que venía nada más por vender las fresas y conseguir más dinero para llevar a casa. Y ahora no quiero irme. ¿Qué estoy haciendo? Debería largarme cuanto antes, pero en vez de eso, abro la boca y la pregunta sale sin que alcance a detenerla, antes de pensarlo bien: "¿No saldrás conmigo, verdad?". Ella levanta la vista entre sorprendida y dudando, parece pensar una respuesta y permanezco esperando en silencio, mirando sus ojos azules, intentando escudriñar qué es lo que está pensando Madge. Ella está un escalón más arriba, así que sus ojos ahora están casi a la altura de los míos. 


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now