Capítulo 6: Solo en el Bosque

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"Y recuerda que te quiero"... eso era lo que tenía que decirle a Katniss, era lo que estaba diciendo cuando ese estúpido agente de la paz me interrumpió y me sacó de la habitación. Intenté soltarme pero de inmediato llegó uno de sus apestosos compañeros y me sacaron forcejeando hacia el vestíbulo, donde estaba el resto de la gente. 

Miro alrededor, no me gusta este lugar porque me recuerda cuando mi padre murió y me dieron esa estúpida medalla al valor. No me gusta tampoco lo que está pasando ahora. Mi mejor amiga, la chica que quiero, se va a los Juegos del Hambre. Siento que todo el mundo me mira con curiosidad, como un bicho raro, por la escena que acabo de montar... genial. Cómo los odio. Excepto a Prim y la señora Everdeen, a quienes ahora debo cuidar, es el trato que tenemos Katniss y yo hace un tiempo. Cuando me voy aproximando a ellas, también se acerca esa boba de Madge Undersee, que entró antes que yo a despedirse de Katniss. No sé bien por qué, ellas no son exactamente amigas, no sé qué podrían decirse la una a la otra. Veo que Madge intenta consolar a Prim y yo me uno, debo darle confianza que su hermana volverá sana y salva a casa. Luego se acerca esa mujercita extravagante del Capitolio con su costoso atuendo y su ridícula peluca rosada.

- Vaya, vaya... ¿quién es este guapo joven? ¿eres parte de la familia también? -pregunta con su afectado acento, yo la miro con ganas de asesinarla, por haber sacado la papeleta con el nombre de Prim; la señora Everdeen asiente por mí, no tengo ganas de dar explicaciones-. Bueno, deben dar una pequeña entrevista para el público que desea saber más de Katniss... una chica tan valiente, tan buena hermana... 

No sigo escuchando y me doy media vuelta cuando veo camarógrafos que se lanzan como buitres sobre las Everdeen. Quisiera salvarlas de tan desagradable momento pero no veo cómo y no quiero que me entrevisten a mí tampoco. No tengo nada bueno qué decir sobre los Juegos y el Capitolio, es probable que no frene mi lengua y termine acarreando más problemas a mi familia y la de Katniss. Así que lo mejor es hacerme a un lado cuando empieza la lluvia de preguntas y flashes sobre Prim y su madre. Por suerte Prim es tan inteligente como su hermana mayor y no se muestra débil, se secó las lágrimas antes que la enfocaran en primer plano y le pusieran un micrófono por delante. No menciona nada sobre la cacería, porque sabe que le acarrearía problemas a Katniss si se sabe que ha quebrantado la ley... y porque es mejor mantener su habilidad en secreto hasta los Juegos; ahora le está respondiendo a un reportero que está segura que su hermana va a ganar porque se lo prometió y porque es muy valiente y fuerte. Yo también creo que Katniss puede ganar... lo deseo con todo el corazón. No quiero imaginarme mi vida sin ella, sin encontrarla cada tarde en el bosque después del colegio y los fines de semana.

Entonces me encuentro con los ojos de Madge mirándome con lástima, o eso creo, y me enfurezco más. No soporto que la gente me tenga lástima. Menos ella, una tonta niña rica. Aunque igual miro su figura, sus curvas bajo el fino vestido blanco, tiene el busto más desarrollado que Katniss y mis ojos vagan sin su permiso por su anatomía. Veo recién que no tiene el prendedor dorado del sinsajo que adornaba su vestido esta mañana y le pregunto con ironía si acaso lo perdió, me responde que se lo regaló a Katniss, como símbolo del distrito... lo que me hace sentir peor todavía: ella le dio un regalo y yo no. No tenía nada que darle, ¡maldición! Y si alguien debía darle algo a Katniss, algo que le recuerde su hogar y sea su símbolo o su amuleto, ese debía haber sido yo y no la hijita mimada del alcalde. Así que me desquito un poco siendo pesado, aduciendo que un prendedor de oro no hará gran diferencia, que no le salvará la vida a mi amiga. Ella responde picada y con justa razón que los sinsajos viven en los bosques y eso le recordará su hogar, que le recordará que debe luchar y volver a su casa. Tiene razón pero, ¿qué sabe esta niñita rica sobre los bosques? Nunca ha traspasado la valla y si entrara al bosque se moriría de miedo ahí dentro. O se moriría de hambre aunque tuviera la comida a sus pies.

Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now