Capítulo 27: La Confesión de Gale

650 36 12
                                    


- Anoche tocaste "Imagine" y también el "Himno a la alegría", tocas muy bien, Madge -me alaba Gale de repente, tras un momento de silencio.

- Gracias -replico bajando la mirada con timidez.- No sabía que estabas escuchando... si hubiera sabido que todavía estabas abajo, te habría dicho que subieras a escucharme en la sala -añado.

- No tienes que agradecerme por algo que haces bien... tienes talento. Aunque no sé mucho de música, sería una necedad no reconocer tu talento con el piano. Es relajante escucharte tocar.

- Bueno, sé que toco bien algunas piezas -admito con modestia-, porque hace muchos años que practico... pero me falta mejorar en algunas composiciones difíciles. Cuando quieras escucharme tocar, puedes subir, no tienes que pedirme permiso o decir nada... sólo entra y siéntate a escuchar.

- Gracias, Madge -señala y agrega con una sonrisa-: ¡lástima que no puedas llevar tu piano al bosque o a la pradera! Sería genial... escucharte tocar en el bosque.

Luego Gale se queda pensativo, mirando las copas de los árboles. Está atardeciendo en el Distrito 12. <<¿Se lo digo o no se lo digo?>> Sí, debo agradecerle lo que está haciendo por mí, venir a verme y traerme fresas de regalo. Acompañarme.

- Aunque no te estaba agradeciendo sólo por el cumplido, Gale. -En cuanto lo digo me sonrojo, espero que no se lo tome mal.

- Entonces... debo haber hecho algo bien... -Gale me mira arqueando sus bellas cejas negras, me encantan sus cejas y sus pestañas oscuras que contrastan con sus ojos grises. 

Mi corazón se paraliza un momento cuando miro sus ojos. Esos ojos color niebla, una niebla densa y profunda, llena de misterio. Así es Gale, un verdadero misterio; antes su mirada me parecía fría y distante, ahora que he podido conocerlo más (aunque sólo un poco), sé que a veces esos ojos pueden ser soñadores, burlones, risueños o curiosos. Ahora me miran de frente, esperando una respuesta. Le ha crecido una barba de tres días, llevamos dos días sin colegio y no se ha afeitado desde el fin de semana por lo visto, lo que lejos de verse desagradable lo hace ver más mayor, varonil y atractivo. Deseable.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


- Gracias por traerme un regalo -murmuro cohibida.

- No fue nada, Madge, sólo era un puñado de fresas -responde encogiéndose de hombros.

- Y también por compartirlas conmigo -agrego, agarrando valor.- Gracias por...

- Insisto que no fue nada, Madge, sólo eran unas fresas... en todo caso, ¿por qué las compartiste conmigo si te las regalé? 

- Porque casi nunca tengo nadie con quien compartir -reconozco finalmente, avergonzada, mirando los escalones.- Además, aparte de mis padres y Effie, nunca nadie me había hecho un regalo. Aunque sean unas pocas fresas, es el gesto lo que vale, Gale...

Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now