Capítulo 42: Mi BellaTentación

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- Entonces, esta noche tampoco hay sexo... -me dice Madge desilusionada cuando me ve en la puerta de su dormitorio. Sus labios carnosos tientan a morderlos cuando frunce esa boquita.

- No esta noche, princesa, no sexo con penetración. Aunque puedo darte placer con sexo oral si quieres... -Tomo un mechón de su pelo y susurro en su oreja.

- ¿En serio? -pregunta ella con una mirada que es la mezcla perfecta de inocencia y sensualidad.

- Si tú me lo permites, princesa...

- Lo permito. - Su voz un suave y aterciopelado susurro que hace vibrar mi cuerpo.


Madge tiene puesto una coqueta camiseta negra con tirantes más una mini falda de jeans, como siempre, viste sencillo pero todo de buena calidad. Introduzco los dedos de una mano bajo la pretina y termino de acercarla a mí, ella se aferra a mi camiseta, arrugando la tela. Mi otra mano viaja desde su cadera hacia su trasero, apretando uno de sus perfectos glúteos, aquellos que hacen quedar a los chicos con tortícolis cuando se dan vuelta a mirarla en la escuela. Madge se muerde el labio inferior, pintado de un suave rosa pálido y encuentro aquel simple gesto sumamente irresistible. La estrecho en mis brazos y la beso, ahora mordiendo yo su boca. Siento un gemido subir por su garganta, excitándome al escucharla ahogar mi nombre en ese sonido gutural. Nos besamos sin reservas. Ahora rodeo sus muslos y nalgas con mis manos, la levanto en brazos y avanzo hacia su cama, sin dejar de besarnos ni acariciarnos. La recuesto con suavidad y ella me observa, su respiración jadeante eleva sus pechos y luego los hace descender, en un movimiento que me tiene hipnotizado mientras ella se quita los zapatos con sus propios pies. Vuelve a morderse el labio a medida que desabrocho mi cinturón, la mirada inocente, tierna, pero expectante y llena de deseo. Sin aviso, engancha su pie por detrás de mi rodilla y me hace caer sobre ella. Pateo mis botas y termino de acomodarme en la cama, arrodillado sobre Madge.

Después de estar todo este tiempo sólo besándola y acariciándola, después que ella casi me rogara anoche que hiciéramos el amor, después de pensarlo y cavilar un día entero... pues decidí que me harté de esperar que Madge cumpla los dieciocho años para hacerla mía. La necesito ahora. 

Voy a jugar con fuego esta noche y puedo quemarme. 

Madge vale la pena el riesgo.... y yo he vivido años corriendo riesgos.


- ¿En qué quedó entonces todo ese discurso de anoche de que todavía soy muy niña y que mi padre puede fusilarte o encarcelarte por corrupción de menores? -pregunta Madge cuando hacemos una pausa para respirar en medio de los besos y caricias.

Acaricio y beso la piel de su vientre antes de contestar. Ella ronronea y sonríe con los ojos cerrados.

- Al carajo, me aburrí de aguantarme, esperar dos años es mucho... no soy de fierro.

- Yo tampoco -declara ella ronroneando cuando subo más su camiseta, descubriendo el borde inferior del sujetador.

- No tenían preservativos en la farmacia <<para variar>>, así que sólo sexo oral, princesa -le advierto.

- OK, yo confío en ti, Gale... confío en que sabes lo que haces -contesta; me honra que ella deposite su confianza en mí. Ahora estoy acariciando sus piernas.- Mi padre también me mataría si le dijera que estoy embarazada a los dieciséis y que el padre eres tú...

- Menudo lío en que nos meteríamos -contesto riendo, mis dedos tamborileando en sus muslos bajo la tela de la falda. 


Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now