Gale y Madge: Fresas en el Bo...

By TallerDeLuzArtesana

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LJDH vistos por Gale y Madge. ¿Cómo terminaron juntos, siendo tan diferentes? Bueno, los polos opuestos se at... More

Capítulo 1: Fresas
Capítulo 2: Tonta Niña Rica
Capítulo 3: Voluntaria
Capítulo 4: La Cosecha
Capítulo 5: Camino al Capitolio
Capítulo 6: Solo en el Bosque
Capítulo 7: Un Muy Mal Día
Capítulo 8: Una Princesa en la Veta
Capítulo 9: ¡Baboso!
Capítulo 10: Revelación Inesperada
Capítulo 11: Amantes Trágicos
Capítulo 12: ¡Sobrevivió!
Capítulo 13: Amor y Traición
Capítulo 14: ¡Boom!
Capítulo 15: Entrevistas
Capítulo 16: Tienes que Ganar...
Capítulo 17: Adiós a Rue...
Capítulo 18: Madge en el Quemador
Capítulo 19: Cielo Estrellado
Capítulo 20: Un Cambio de Reglas
Capítulo 21: Celos y Desengaños
Capítulo 22: Celos y Desengaños 2
Capítulo 23: ¡No Soy Una Princesa!
Capítulo 24: Jarabe de Bayas
Capítulo 25: La Confesión de Madge
Capítulo 26: El Banquete
Capítulo 27: La Confesión de Gale
Capítulo 28: Flores para Candance
Capítulo 29: Rumores
Capítulo 30: Ángel
Capítulo 31: Primera Cita
Capítulo 32: Bajo las Estrellas
Capítulo 33: Carta para Gale
Capítulo 34: Dulce Madge
Capítulo 35: ¿Qué Somos?
Capítulo 36: Amantes Clandestinos
Capítulo 37: Princesa y Cazador
Capítulo 38: Cena con Madge
Capítulo 39: Perdida en tus Ojos
Capítulo 40: El Plan
Capítulo 41: Juegos de Seducción
Capítulo 42: Mi BellaTentación
Capítulo 43: Final, Peeta vs Cato
Capítulo 44: ¿Locura o Desafío?
Capítulo 45: Baile y Celebraciones
Captítulo 46: Noche Salvaje
Capítulo 47: ¿Qué Pasó Anoche?
Capítulo 48: No es tu Culpa...
Capítulo 49: Ámame...
Capítulo 50: Ámame II
Capítulo 51: El Regreso
Capítulo 53: Minero
Capítulo 54: Oscuridad y Luz
Capítulo 55: ¡Pelea de Barro!
Capítulo 56: Grisú
Capítulo 57: Maldita Amiga, Maldito Amor
Capítulo 58: El Castigo
Capítulo 59: Morfina
Capítulo 60: Recuperación
Capítulo 61: El Vasallaje
Capítulo 62: Adiós, Catnip...
Capítulo 63: Trampas y Secretos
Capítulo 64: Si No Fuera Por El Bebé...
Capítulo 65: Reunión en el Bunker
Capítulo 66: Finnick Salva a Peeta
Capítulo 67: Medianoche
Capítulo 68: La Revolución Comienza...
Capítulo 69: El Lago
Capítulo 70: Fresas en el Bosque
Capítulo 71: Sangre, Fuego y Cenizas

Capítulo 52: ¿Vencedora o Títere?

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By TallerDeLuzArtesana


Asustada. Temerosa. Como si aún temiera que algo va a saltar sobre ella o sobre Peeta en cualquier momento. Como si aún se sintiera dentro de los Juegos, así luce Catnip. Viene en el tren de la mano de Peeta, ambos sonríen y saludan a la gente pero, siendo sincero, no sé cuál de los dos tiene más cara de presa asustada. Hasta que Catnip me ve o, más bien, ve a Prim sobre mis hombros y su sonrisa se expande espontáneamente. Sabía que ver a Prim la pondría feliz, o que al menos la alegraría después de todo lo que ha pasado. Cuando se fue, tuve miedo de no verla nunca más, que la vería morir en pantalla... igual que a Candy. Que otra vez el Capitolio me quitaría un ser amado. No obstante, Catnip demostró desde el primer día que iba a luchar; dejó en claro su potencial desde el entrenamiento, debe haber hecho algo muy espectacular para impresionar a los Vigilantes y que éstos le dieran un once, a un punto del máximo. Además, en la entrevista, ella dejó más que claro que no iba a luchar por el honor, la gloria o la riqueza. Catnip declaró que iba a luchar porque le prometió a su hermana que volvería a casa con ella... por amor. No por riquezas.

Al verme cargando a Prim junto a la señora Everdeen, más Leevy y mi familia atrás mío, la gente nos abre un sendero hasta el andén, donde deposito a Prim. Los Mellark ya están ahí. También está el alcalde Undersee, su esposa está sentada en una silla, se ve algo cansada pero sonríe a la madre de Katniss, y también está Madge, hermosa y radiante... junto a Barley, por supuesto. Ambos sonríen y se alegran de verme, bueno, creo que Barley se alegra de ver a Leevy que, como no es familiar, se queda abajo del andén pero en primera fila. El alcalde me saluda con un movimiento de cabeza, lo mismo el señor Mellark y sus hijos, su esposa suspira nerviosa por ver a Peeta pero creo que está incómoda estando cerca de la señora Everdeen, mal que mal, fue el primer amor de su esposo. Se esfuerza por no mirar a nadie más que a su hijo menor en el tren. La madre de Madge intenta levantarse de la silla pero se queja dolorosamente, su marido y Madge la ayudan a ponerse en pie para darle un abrazo a la madre de Katniss, Madge mencionó que habían sido amigas en el colegio, antes que la señora Undersee enfermara quedando semi postrada. 

El tren por fin se detiene junto a la plataforma y los pasajeros bajan: primero Effie casi saltando en unos tacones tan altos que no sé cómo no se tuerce los tobillos, Haymitch tras ella y finalmente los vencedores, los amantes trágicos del Distrito 12. Saludan y caminan aún de la mano y vemos que Peeta Mellark todavía utiliza el bastón para darle firmeza a su pierna ortopédica. Effie por poco no nos deja sordos cuando pide un aplauso de bienvenida. Los fotógrafos los rodean tomando cientos de fotos, antes que los chicos puedan siquiera acercarse a sus respectivas familias, los reporteros se acercan, micrófonos en mano, seguidos de los camarógrafos, para acosarlos a interrogaciones. ¿Cómo no entienden que ellos sólo quieren que los dejen tranquilos y estar con sus familiares? Son detestables, parecen buitres. <<Quisiera poder decirles dónde meterse el micrófono y la grabadora... ¡déjenlos en paz!>>. Katniss luce más saludable que en la última etapa de los Juegos, cuando se le veían las costillas, pero aún frágil, los pómulos más sobresalientes, ojos asustados, su mano aferrada a la de Peeta, que la aprieta nervioso, intentando mantenerse sereno ante el acoso de la prensa. Uno tras otro, los reporteros se atropellan lanzando preguntas, que Catnip y Mellark no alcanzan ni a responder, confundidos. Por suerte, el señor Undersee, como autoridad del distrito, pide que les permitan ver a sus familias, que después habrá una ronda de preguntas.


- ¡Prim!

- ¡Katniss! 

-¡Te extrañé tanto, patito!

- ¡Yo también!


Ambas hermanas chocan y se abrazan con fuerza, creo que es el abrazo más largo y feliz que he visto en mi vida. Peeta avanza lo mejor que puede con el bastón pero su familia le ahorra el trabajo y lo rodean cada uno en un abrazo también. Mi familia y otros parientes de los Mellark permanecemos más atrás al fondo del andén. Poco a poco Prim suelta a su hermana mayor y le dice que su madre también quiere abrazarla. Creo que es la mayor muestra de afecto que he visto por parte de la señora Everdeen hacia su hija; no es que no quiera a Katniss ni que ésta odie a su progenitora, pero mi amiga aún no le perdona el no hacerse cargo y tomar las riendas cuando murió su esposo, dejándole la responsabilidad a una niña de entonces sólo once años. Aún hay roces por aquello. Sin embargo, ahora los dejan de lado.


- ¿Ya puedo entregarle las flores a la prima Katniss? -pregunta Posy, ansiosa de ser tomada en cuenta. 


Llegué casi al mediodía a casa, después de desayunar con Madge al alba y salir al bosque a cazar. Recogí las presas de las trampas para ir a intercambiarlas por la tarde al Quemador y cacé cuatro pavos grandes, le vendí uno a Cray, además obtuve suficientes huevos, verduras, fresas y ciruelas. Mamá me creía en una cita con Leevy anoche y no hizo preguntas. Posy me pidió con insistencia ir a la pradera para cortar flores para Katniss. Insistió hasta que la llevé, me tendí en la hierba mientras mi hermana armaba un ramo que ella consideró suficiente y digno de nuestra prima. A la vuelta, mamá estaba de muy mal humor tras bregar con Rory y Vick para que se bañaran y no se ensuciaran a continuación. 


- ¡Gale, báñate rápido... y afeítate esos pelos! ¡Tenemos que estar bien presentados, va a estar todo el distrito y además habrá cámaras! -me ladró cuando salía del baño con Posy envuelta en una toalla.

- Ya lo sé, madre... somos el distrito de los únicos dos ganadores simultáneos por primera vez en los Juegos, somos la sensación del momento en Panem.

- Si lo sabes, pudiste haberte bañado y afeitado en casa de Leevy, ya que pasas las noches con ella -me espetó mamá enojada. No la iba a sacar de su idea porque no me conviene, así que contesto:

- En su casa también tienen un sólo baño... y son cinco también. -Mamá se calló y siguió trenzando el pelo a Posy.



Ahora, todos limpiecitos y cepilladitos esperamos que Katniss salude primero a su hermana y su madre, hasta que esta nos señala diciendo:


- ¡Tus primos apenas pueden esperar para abrazarte!


Ignoro si los demás y la prensa se percatan de su ligera confusión (su madre es hija única y los hermanos mayores de su padre murieron jóvenes en la mina sin dejar hijos huérfanos, por suerte) que dura un segundo hasta que nos ve y se abalanza a saludarnos.


- ¡Primo Gale... tía Hazelle! ¡Vengan acá niños, Posy, Vick, Rory... denle un abrazo a su prima, los extrañé tanto! -Los abraza bien apretados, supongo que sí nos extrañó, después de todo, ella no es de las que sepan fingir, actuar o mentir bien.


- ¡Prima Katniss, toma, las corté todas para ti! -exclama Posy entregando el ramo.

- ¿Para mí? ¡Oh, gracias, son hermosas! -agradece Katniss.


Luego abraza a mi madre y, por último, Catnip me lanza una profunda mirada, alcanzo a distinguir arrepentimiento y culpabilidad en sus ojos, sólo dura un par de segundos antes de estrellarse contra mi pecho. Yo no la abrazo de vuelta de inmediato. No puedo, al ver esa mirada. Cuando el tren se acercaba y vi su semblante asustado, me dio mucha rabia, sentí odio contra el Capitolio por todo lo que le han hecho. Luego la vi bajar de la mano de Peeta y besarlo frente a las cámaras cuando la gente y los reporteros pedían a gritos un beso de la pareja. 

Ahora, cuando me mira antes de abrazarme, su mirada delata que se siente culpable. Me conoce lo bastante bien para saber que no apruebo su actitud; que llegue de la mano (e intercambiando besos o miradas tiernas) con un chico después de asegurarme con insistencia que no se iba a enamorar nunca de nadie. ¡Cómo ha cambiado! Y no hablo sólo de cuánto la afectaron las terribles muertes de los Juegos, matar, ser perseguida y ver morir a otros chicos; eso no es culpa suya sino del Capitolio, pero ella cambió su discurso y su postura, por completo. A mí me dio el portazo en la cara cuando hablé del tema. Ahora ella "no podría vivir sin él"

Si no fuera por Madge, sería muy injusto para mí verla enamorada de otro pero, volviendo a ese momento, me dolió mucho verme rechazado y a continuación verla besarse con Peeta en la cueva. Al principio actuaba, pero cuando él empezó a empeorar, ahí ya se notaba que sentía algo más que preocupación por un simple amigo. Lo subrayó aún más al sacar las bayas para suicidarse juntos, al gritar como una demente por él en el aerodeslizador mientras lo atendían de urgencia. Sin embargo, no dejo de preguntarme si era correcto dejar atrás a su hermana, que dependía de ella para comer, sólo para demostrarle al Capitolio que no podían controlarla, menos obligarla a matar a Peeta, a hacer algo tan despreciable. Porque, independiente de lo que yo piense de Peeta, a esas alturas, matarlo o dejarlo morir era despreciable y ella no se lo habría perdonado a sí misma, nunca. Intento pensar en aquello e intento perdonarla por el cuasi suicidio mientras la rodeo poco a poco con mis brazos. Porque la quise, porque todavía la quiero, porque, primos o no, la considero parte de mi familia.


- Gracias, Gale -murmura Catnip en mi oído, empinándose todo lo que puede para que la escuche. Yo me separo un poco y la miro, alzando las cejas.


Gracias, ¿por qué? Por mantener mi parte del trato mientras tú te olvidabas de nosotros, por procurar que tu hermana comiera mientras te esperaba de vuelta, en tanto tú te olvidaste que ella confiaba en ti y tu promesa de volver. Hasta aquí, íbamos bien, hasta que me dio las gracias por algo que habría hecho de todas formas aunque ella muriera por su voluntad. Varias veces lo conversamos, apoyar y sostener a la otra familia si uno moría... pero el suicidio no estaba contemplado en el acuerdo. Era absurdo. Así que su agradecimiento, junto con su cambio radical, me molestan y la miro disgustado, sin importarme que alguien se percate que algo no anda bien entre ambos.


- Gracias por cuidar a mi hermana y a mamá por mi... gracias por ser el hombre de la casa mientras yo estaba en los Juegos -comenta ahora en voz alta, actuando ante todos, cuando se da cuenta que estoy enojado.

- De nada, sólo cumplí mi promesa -contesto algo desganado, intentando esbozar algo que parezca una sonrisa. Por ella y las cámaras que nos enfocan. <<Linda reunión familiar.>>


La mirada de mi madre, de Prim y la señora Everdeen me recuerdan que ahora no es el momento de reprocharle a Catnip ni su conducta actual ni sus decisiones. Ya tendremos ocasión de hablar al respecto, a solas. Es como si mi rabia con ella y el sentimiento de sentirme traicionado se desinflaran un poco al verla de regreso, pero sigue ahí, en alguna parte. Y ver lo que le han hecho, me duele... porque ya no es la Catnip de antes. Bajo su sonrisa, veo temor. Es obvio que está feliz de volver con su familia, pero sobrevivir a un costo tan alto, matando a otros, por no hablar de la muerte de Rue, afecta a cualquiera y mucho. 

El alcalde Undersee toma el micrófono, felicita a nuestros tributos por su valentía y el honor de haber representado a nuestro distrito, bla, bla, bla. Entonces Madge se acerca con un ramo de flores para cada uno mientras el alcalde les cuelga unas medallas al cuello. Ahora viene la ronda de preguntas, luego que cada vencedor ha repartido suficientes abrazos entre los suyos y se besan a petición del público. Mellark le pasa las flores a su madre y Katniss se las entrega a Prim para besarse una y otra vez.


- Señora Everdeen, ya hemos visto y escuchado suficientes demostraciones de amor entre Peeta y Katniss, pero algunos nos preguntamos qué opina al respecto la madre de la vencedora... ¿está usted de acuerdo con esta hermosa relación que nació en medio de los Juegos? -pregunta Rita con toda la cursilería que sólo puede esperarse del Capitolio.

- Bueno, aunque Peeta es todo lo que un joven debería ser, considero que mi hija aún es demasiado joven para tener un novio -declara la interpelada.

- Creo que alguien está en problemas -interviene Haymitch con sarcasmo.


Todo el mundo se ríe del comentario pero la señora Everdeen se ha tomado en serio lo dicho, mirando a Peeta de manera grave y acusatoria. Como si le reprochara que está pasando por alto su autoridad de madre. Mellark capta que no está bromeando y de inmediato suelta la mano de Katniss, dando un paso al costado con toda la rapidez que le permite la pierna ortopédica y el bastón. Mi amiga pone cara de no saber bien qué hacer pero tanto ella como Peeta se encojen de hombros al mismo tiempo y la gente sigue riendo al verlos sonrojados. Me da un poco de lástima: el tipo espera once años, Juegos del Hambre de por medio, para declararse y estar con la chica que ha amado todo ese tiempo... hasta que se da cuenta que no ha hablado con la progenitora y eventual suegra. Sé que no es un cobarde, pero a Mellark le falta osadía, si yo estuviera en su lugar, tomo el micrófono con desplante y le pido su consentimiento frente a todos. Aunque parece que esto de coartarse les viene de familia, porque Barley estaba igual de cohibido cuando fuimos a la alcaldía para pedirle permiso al señor Undersee. De reojo, veo entonces que Madge está muy sonriente entre sus padres y los Mellark. 


- ¿Y qué dice la familia del vencedor?, señor Mellark, ¿qué opinan usted y su esposa de Katniss como potencial nuera?

- Katniss es una muchacha muy valiente, lista y encantadora. Es bienvenida en la familia... si su madre lo autoriza, obviamente. Los chicos aún son muy jóvenes, ni siquiera nuestros hijos mayores se han comprometido todavía -responde. 


Beulah Mellark asiente sin decir nada, con la sonrisa más falsa que pueda existir, porque sé que Catnip y yo no le caemos bien, a ella no le cae bien nadie de la Veta en realidad. Si llegara a aceptar a Katniss, es porque ahora está forrada en billetes.

Apenas la prensa permite respirar a los chicos y sus familias, en cuanto puede, Madge se acerca de nuevo a Katniss y se dan otro abrazo. Yo estoy a poca distancia con mi hermanita en brazos y alcanzo a escucharlas.


- Gracias por haber usado el broche en los Juegos, no sabes cuánto significa para...

- Oh, no, gracias a ti por habérmelo regalado -la corta Katniss antes que Madge termine la frase-. Ahora es el símbolo de nuestro distrito.


Toman unas fotos más. Hasta Posy tiene su minuto de fama cuando la fotografían con Katniss y Prim, más mis hermanos y yo. Catnip está incómoda con los flashes, yo también, pero Posy se roba la película. El alcalde retoma el micrófono para anunciar que la gente ya puede retirarse a sus hogares pero que al anochecer habrá un show de fuegos artificiales en la plaza, lanzados desde la azotea del Edificio de Justicia. Después de eso, habrá un banquete para los vencedores aunque sólo están invitados los familiares, funcionarios y la clase alta del distrito. Effie se acerca a informarnos que mi familia está incluida, lo que nos pone en aprietos otra vez porque mi traje ya está limpio y seco, pero no podemos pedirle a Madge o al alcalde que nos facilite vestuario adecuado para mi madre y hermanos. Ya fue desagradable aceptarlo esa ocasión, casi humillante, soy orgulloso y no estoy dispuesto a pedir favores que no puedo devolver. "A las siete en casa del alcalde para que Cinna y su equipo los arreglen", señala con su cursi acento del Capitolio y da media vuelta antes que alcancemos a responder algo. Mamá y yo nos miramos, ella me indica con el mentón a mis hermanos que brincan felices ante otro banquete y luego me señala los reporteros. Claro, hay que interpretar la comedia por el bien de Katniss. ¡Cómo desearía que no hubieran inventado que somos primos! Ahora estoy obligado a cosas que no quiero hacer. 

Entonces, veo a Madge, me está mirando disimuladamente mientras habla con Peeta y sus hermanos, del brazo de Barley. Me sonríe y hace un leve gesto con la mano, apenas levanta los dedos, pero esa sola sonrisa basta para iluminarme lo que queda del día. Se ve muy hermosa.



Es como si su sonrisa se ensanchara y brillara sólo para mí, igual que sus ojos. Lleva un suave maquillaje y el pelo suelto y ondulado, sus rizos cayendo por sus hombros hasta el escote. Lleva un chaleco sin mangas peludo y brillante, con flecos que parecen una prolongación de sus cabellos dorados, cuando se gira de lado, recuerdo mentalmente la línea turgente de sus senos y el tacto de su piel suave bajo mis manos. Mejor dejo de divagar con las curvas de Madge, no es el momento. Siento unos pasos pesados y torpes que interrumpen mi fantasía sexual; Haymitch se acerca hasta mí y me extiende la mano, yo no se la estrecho de vuelta y lo miro con verdadero odio... por no haber ayudado a Candance ni a Dwayne. Ahora los dos tributos han regresado con vida, pero el mérito no es del todo suyo, es compartido entre Katniss, Peeta e incluso la cabeza hueca de Effie tiene que haber aportado algo. Fue en equipo. Cruzo los brazos, Abernathy capta mi disgusto y levanta la comisura del labio, una sonrisa torcida, metiendo sus manos en los bolsillos.


- ¿No te alegras de ver a tu prima de vuelta en casa? -me espeta. Ha bebido algo.

- A ella sí... a usted, no. No quiero pensar en cuántos tributos murieron antes, por su negligencia y desidia.

- Uno hace lo que puede... 

- Emborracharse mientras los tributos mueren, por ejemplo -le espeto de vuelta.

- No esta vez. Y yo era igual de insolente a tu edad, jovencito. -Está eludiendo el tema.- Para ser mentor, hay que tener cojones... tú no tienes idea cómo es el Capitolio y esa gente, es otro mundo...

- No quiero tener idea, estoy bien así -lo corto y doy media vuelta.

- Considérate afortunado, ya no tienes edad para ser cosechado, así que que te salvaste... -Lo escucho decir a mi espalda.

-  ¡Haymitch, deja eso, basta ya! -Effie lo regaña ahora. 


De reojo veo que bebe licor de una petaca que extrae de su ropa.


- Maysilee... -farfulla al ver a la madre de Madge que estaba retirada en un rincón, ahora que camina con su esposo hacia el inicio del andén se han topado de frente. - Maysilee, perdóname... -implora con una voz dramática, producto del alcohol.

- Creo que me está confundiendo -exclama la señora Undersee, alterada y respirando entrecortado, dando un paso atrás cuando Haymitch intenta abrazarla.

- Por favor, Haymitch, deja de beber -lo conmina el alcalde-. Y deja tranquila a mi mujer. Será mejor que no aparezcas en ese estado en la celebración, vete a casa.

- ¡Es el mentor, no puede no estar! -chilla Effie horrorizada-. Lo llevaré a su casa, le daré un café bien cargado y haré que se bañe... aunque sea a la fuerza. <<Ya quisiera verte intentarlo, Effie.>>


Como si eso arreglara el asunto, Haymitch Abernathy es y seguirá siendo un borracho. Patético, si pensamos que, siendo el único mentor que tenemos, representa al distrito en el Capitolio. Cuando por fin bajamos del andén entre la gente dispersándose, casi olvido que debo irme con Leevy de vuelta a la Veta, a ella casi le da tortícolis de tanto torcer el cuello atrás para ver marcharse a su amor. Lo mismo yo, mirando a Madge.


Katniss no volverá a la Veta. Irá a vivir desde ya en la Aldea de los Vencedores, en una de las casas obsequio del gobierno, totalmente amobladas y equipadas, sólo tendrán que llevarse sus cosas personales y los recuerdos de su otra vida. Lo mismo corre para Mellark, que se marchó con su familia, seguidos de unos reporteros. El Capitolio les abrió a ambos una cuenta bancaria donde les depositarán, mes a mes y de por vida, un generoso sueldo. Es la promesa del gobierno si ganas los Juegos: una vida de lujo, comodidad y riqueza. Me pregunto qué tan amargo le habrá sabido a Snow tener que conceder un premio doble este año, encima vitalicio, a unos chicos de un distrito marginal y pobre. 


- ¡Hey, Gale! ¿No acompañas a tu prima a conocer la Aldea de los Vencedores? Dicen que es espectacular! -Katniss me toma del antebrazo y sonríe, entonces veo que le habla a Rita Lepouf y a la cámara tras ella.- ¡Peeta y yo estamos muy agradecidos del Capitolio y del presidente Snow por nuestras casas! ¡Muero de ganas por conocerlas, dicen que son muy grandes y bonitas!

"Espero que la de Peeta esté al lado de la mía para poder visitarlo, bueno de todas maneras seremos vecinos y nos veremos muy seguido... -exclama con una gran y falsa sonrisa, sin soltarme, entonces vemos acercarse a la señora Everdeen-. Claro, si mi madre está de acuerdo -agrega Catnip con una risita nerviosa.

- Pues preguntémosle, señora Everdeen, ¿permitirá que el romance continúe como hasta ahora o pondrá restricciones? -pregunta Rita.

- Lo conversaré con mi hija más tarde... a solas -declara con seriedad.

La reportera intenta indagar más pero la señora Everdeen fue enfática en lo último y no tiene cara de querer responder más preguntas entrometidas. Prim salva el momento de tensión y me libera de Catnip para agarrarme ella ahora.


- Primo Gale, ven con nosotras. Tía Hazelle, tus hermanos y Posy nos acompañarán a la nueva casa, ¿vamos? -sugiere.

- ¡Vamos, Gale! Quiero que toda la familia conozca la nueva casa, ¡ya quiero vivir en la Aldea de los Vencedores! Peeta y yo seremos vecinos... y Haymitch también, ¡eso será grandioso! -exclama Katniss sonriendo feliz a la cámara.


<<¿Qué te han hecho? ¿Qué te pasó, Catnip, en qué te han convertido? ¿De dónde salió salió esta chica tan alegre, sonriente y que le agradece al Capitolio? Te desconozco, nosotros siempre despotricábamos contra el gobierno en medio del bosque, a solas, también criticábamos a los vencedores lameculos que año tras año alaban y agradecen al gobierno... y ahora eres una de ellos ¿Qué te hicieron? Sabía que ir a los Juegos iba a afectarte, terminé por aceptar tu romance con Mellark, pero no me esperaba que cambiaras de opinión tan radicalmente y te dieras vuelta la chaqueta. Una vez más, me decepcionas, Catnip.>>


- No, gracias. Tengo cosas que hacer -contesto serio, tratando de no gruñirle... sólo porque la quiero, porque somos amigos; ella me mira levantando las cejas, preguntando sin palabras qué me pasa-. Con los chicos tenemos un partido amistoso, antes de entrar a trabajar a las minas...

- Claro, el carbón  que sacan nuestros mineros es el orgullo de nuestro distrito -me interrumpe Katniss mirando a la cámara.

- Sí, por supuesto, me sentiré orgulloso de picar carbón doce horas al día, seis días a la semana... -Empiezo a espetar pero una vez más ella me interrumpe y ahora me golpea con disimulo por la espalda.

- Mi primo Gale es muy buen deportista: es el quarterback del equipo de fútbol del colegio, levanta pesas y  juega basketball también, bueno, con esa estatura, ¿quién no? Por eso las chicas se mueren por él, siempre me preguntan si mi primo tiene novia o sale con una chica, ¡lo adoran, es todo un galán! -le cuenta a Rita y la cámara, lo primero es cierto, pero lo otro es falso, jamás he visto a mi amiga conversar con otras chicas salvo Madge... y menos de mí. Tengo suerte con el sexo opuesto pero no es para tanto tampoco.

"Eh, hasta luego, Gale, suerte en el partido.- La oigo cuando me doy la vuelta y me largo tras un breve gesto de despedida, cabreado, ya no soporto más. Ella me alcanza y agradezco que venga sin Rita ni la cámara siguiéndola.- Después del partido, supongo que irás a la cena en el Edificio de Justicia -Katniss me mira con insistencia pero no muevo un músculo.- Por favor, Gale... ¿vas a ir?

- Lo dudo, Katniss. Tengo... otros planes -le digo molesto, ahora no lo oculto y espero que ella lo entienda.


La dejo ahí plantada y aunque el resto de mi familia acompañará a las Everdeen a su nueva morada, yo me voy en dirección contraria, a la Veta. En mi modesto hogar me cambio la tenida formal que usé para la cosecha por mi ropa de cazador y enfilo hacia la valla. Ni siquiera tomo la precaución de asegurarme que no haya ojos indiscretos; hoy las estrellas son Peeta y Katniss, la prensa y el distrito entero estarán pendientes de ellos toda la tarde y unos cuantos días más. Espero que los reporteros se vayan luego del 12, no me agradan nada esos metiches. 

Menos mal que Madge ya no tendrá que aguantarlos en la casa sobre el ayuntamiento, estaba feliz de mudarse aunque fuera por lo que quede de verano. La vi marcharse con sus padres en un vehículo del gobierno con chofer. La señora Undersee se apoyaba en una muleta igual que Peeta, supongo que tuvo una de esas crisis, Madge se veía preocupada mientras la ayudaba a subir al vehículo. Los vencedores y sus familias también subieron a otros automóviles con el símbolo de Panem; la prensa en móviles descapotados atrás y adelante para ir grabando la llegada, los agentes de la paz abriendo un camino a la comitiva entre medio de la muchedumbre que se volcó a las calles a recibir con euforia a "los amantes trágicos del Distrito 12". Veo a mi familia subirse a una carreta.


Me hubiera gustado pedirle a Madge que nos encontremos esta noche en la casa de la Aldea de los Vencedores, pero no tuve ocasión de hacerlo. Además, sospecho que no es muy prudente una cita en la Aldea. Pueden vernos, ahora que Katniss y Peeta irán a vivir ahí con sus familias, incluso puede estar la prensa rondando para conseguir alguna imagen de los enamorados. Si antes era Rita y su reducido equipo de un camarógrafo y un fotógrafo, pues ahora son más de veinte capitolinos los que han llegado al distrito a cubrir la noticia, entre distintos profesionales, alojados en el ayuntamiento y otras instalaciones del gobierno. 


- Genial, ahora los tortolitos nos van a salir hasta en la sopa... ¿y, a propósito, qué tienes en el menú hoy? -le espeto con sarcasmo a Sae la grasienta, cuando visito su puesto en el Quemador.


En la pantalla, que no se han molestado en retirar pese a haber terminado los Juegos, están dando una repetición de las entrevistas de Katniss y Peeta (la primera cuando llegaron al Capitolio y después de ganar).


- Creí que te alegrabas de tener de regreso a tu prima -Sae me responde con el mismo sarcasmo porque es de las pocas personas que sabe bien que Katniss y yo no somos parientes aunque no es una chismosa-. ¿Estofado de mapache o de ardilla?

- De ardilla... y te traigo varias, aparte de un perro salvaje que se me cruzó por el camino y quería convertirme en su cena. Estaría contento de tenerla de vuelta si en realidad fuera Catnip la que regresó... no una vencedora feliz que sonríe apenas ve una cámara enfocándola.

- Chico, acaba de ganar los Juegos del Hambre con todo lo que eso implica. Además se trajo a su enamorado, lo que no es poco. Ya no pasará más hambre, ni ella ni su familia. Ni tendrá que trabajar en las minas... tiene sobrados motivos para estar feliz -replica la anciana.

- Lo sé... pero ya no es la misma. ¿Sabes que a mí me rechazó de plano cuando por fin estaba a punto de declararle que la quería como más que amiga? Esa mañana de la cosecha... por fin iba a decírselo y me insiste que jamás va a tener un novio. Mírala ahora, besándose con el panadero -indico la pantalla.

- Para la próxima vez, lánzale un pan quemado y espera once años para declararte -bromea Bristel que ha llegado al puesto y pide otro cuenco de estofado para acompañarme sin preguntarme si quiero su compañía-. ¿Entonces... Leevy es tu "peor es nada"? Vamos, Hawthorne, eso no es justo para ella, lo sabes, y tú puedes conseguir la chica que quieras si necesitas desahogar tus penas... siempre lo has hecho, ¿no?

- En primer lugar, Bristel, no te callo de un puñetazo porque eres mi amigo, no sé bien el por qué pero eres mi amigo, trata de no hacerme cambiar de opinión. Segundo, no salgo con Leevy porque sea mi "peor es nada"... y mi vida amorosa no es asunto tuyo. Y tercero, ya se acabó lo de salir con chicas para desahogar penas. ¿Pan quemado?, ¿por qué no le lanzó un pan bueno?, ¿y por qué esperó tantos años y que ella estuviera muriendo de hambre para dárselo? 

"Los Mellark pueden disponer de pan fresco todos los días y a precio de costo... el señor Mellark no es tacaño, siempre es generoso con Prim cuando le vende quesos, su esposa es una bruja pero él no es mala persona... Peeta podría haberle pedido un par de barras de pan bueno y dárselas a Catnip si la quería tanto y sabía que estaba en los huesos y su hermana igual. -Termino de despotricar mi rabia.

- ¡Caray, qué amargado estás! -exclama Sae la grasienta, luego le habla a Bristel-. Con amigos como éste, no necesitas enemigos...

- Bueno, Gale nunca ha sido un modelo de optimismo y alegría -agrega Bristel.

- ¿Quieres callarte, Bristel?


Después me fui a casa pero la encontré vacía, lo cual me extrañó mucho hasta que encontré la nota sobre la mesa, escrita con letra de Rory:


"Nos fuimos al ayuntamiento sin ti para no retrasarnos, Effie nos mandó buscar. Te esperamos a las 10 en el Edificio de Justicia para la cena con Katniss y Peeta. Mamá te dejó tu traje planchado en el dormitorio y dice que no pongas cara de amargado frente a las cámaras."


Lo que me faltaba para rematar un día de porquería (excepto ver a Catnip de vuelta, la felicidad de Prim y la sonrisa de Madge); ir a una cena con una Katniss títere del Capitolio y en el Edificio de Justicia, donde nos entregaron la medalla al valor tras la muerte de nuestros padres. Sé que debería ir, para mantener las apariencias. Sin embargo, prolongo el tiempo dándome un buen baño, me cambio de ropa y enciendo la televisión mientras tomo un té para matar unas horas más hasta que termine el evento. No pienso asistir a la cena en honor de los vencedores, aunque sí iré a dar una vuelta después, pero no para ver a Catnip o su nueva casa. Quiero ver a Madge, cambié de idea. Quiero hablar con ella, sé que Madge entenderá lo que siento, es inteligente y comprensiva. En televisión ya están pasando la llegada de los tributos ganadores al distrito y las entrevistas posteriores. Y ahí estoy yo, con cara de taimado, mientras Katniss elogia al Capitolio y comenta lo buen deportista que soy, aparte de todo un rompecorazones. Apago y me levanto del sofá cuando escucho golpes a la puerta.


- ¡Hola Leevy! ¿Qué tal... puedo ayudarte en algo? -la saludo y pregunto porque ella parece sorprendida.

- ¡Gale! Este... te oí llegar y creí que ya estabas vestido para ir al Edificio de Justicia -murmura frunciendo el ceño al mirar mi tenida informal: un jeans gastado y una camiseta gris que tuvo mejores épocas. 

- Lo siento, Leevy... no iré. -No es justo para ella, supongo que esperaba que la llevara y así ver a Barley, pero me levanto la pierna del pantalón y le muestro la marca de los dientes que me dejó en un tobillo el perro salvaje antes de clavarle una flecha en el cerebro.- Estoy herido y no me siento muy bien. -La verdad, estoy enojado con Catnip porque ahora es una marioneta.

- ¡Oh, por Dios, Gale! ¿Qué te mordió? Debes curarte.

- Un perro salvaje, en el bosque -explico-. No puedo decir eso con todos esos reporteros dando vueltas, por supuesto, así que diré que me lesioné haciendo deporte... eso explicará la cojera.

- Obvio, por mí, no hay problema, yo te encubro, pero tienes que curarte eso.

- La sanadora salió a un banquete en honor a su hija, que volvió totalmente cambiada -replico.

- Pues a mí también me llamó la atención que no parecía la misma de antes. Supongo que los Juegos te cambian, de algún modo u otro... ¿recuerdas que esa chica Annie Cresta quedó trastornada? Dicen que no está bien de la cabeza... al menos Katniss y Peeta parecen todavía cuerdos.


Como ya anocheció y comienzan a lanzar los fuegos artificiales, le propongo que vayamos a verlos desde la pradera, detrás de nuestras casas. Ella le dijo a sus padres que yo la llevaría a la plaza y al Edificio de Justicia, quería ver a Barley. Pero es buena vecina, entiende que no estoy de ánimos para enfrentarme a una versión desconocida de mi mejor amiga ni para caminar hasta allá. Al principio, mi pierna sangró por lo que me até un pañuelo sobre la herida, cojeaba un poco al llegar al Quemador y esperaba que disminuyera, pero ahora siento punzadas de dolor en cada parte donde el animal me enterró los dientes. De todas formas, iré a ver a Madge, aunque tenga que cojear todo el trayecto hasta la Aldea. Le pido a Leevy un último favor, que vaya hasta el Edificio de Justicia a disculpar mi inasistencia debido a la supuesta lesión; le pido que si es posible, busque a Madge también y le diga que la espero en nuestro "refugio secreto", como ella bautizó la casa que hemos usado para vernos a escondidas. Parte hacia el pueblo y yo tomo camino por la misma pradera hasta rodear la colina y llegar a la Aldea de los Vencedores. Veo que el cuidador de la Aldea ha encendido las luces de afuera de tres casas: la de Haymitch y las dos que le siguen a continuación. El resto de las casas, incluyendo la que usamos Madge y yo, siguen a oscuras, deshabitadas. No prendo las velas para no delatarme.

Sin embargo, por más que la esperé unas dos horas... Madge no apareció. Esperé y esperé, sentado en uno de los sofás de la sala, mirando por la ventana hacia la entrada y el parque de la comunidad.

Quienes sí aparecieron fueron el trío de vencedores. Haymitch, borracho, tambaléandose, más Katniss y Peeta y sus familias. Brett y Barley Mellark intentaban sujetar al mentor cuando tropezaba hasta que lo dejaron en su casa, saliendo casi de inmediato. Katniss se quedó un rato afuera mirando su nueva casa hasta que Prim vino a buscarla, tirándola por ambas manos, excitada y feliz. Toda la familia Mellark ingresó en la otra casa, siguiendo a Peeta. Rato después, se oyó un altercado adentro y los esposos salieron hasta la fuente al medio del parque. Beulah Mellark salió primero, muy ofuscada, seguida por su marido. Imposible no escuchar la discusión que sostuvieron entonces porque ella gritaba y estaba muy molesta. Quería y pretendía que toda la familia viviera en la residencia, pero el padre insistía que el premio era de Peeta, que aunque tuviera dieciséis años era casi un adulto porque era muy maduro para su edad, que algún día formaría familia propia y necesitaría esa casa. Que ellos no podían pretender vivir con él porque necesitaba su espacio propio (me había dado cuenta que Peeta heredaba la ropa que dejaban sus hermanos mayores, pero ahora me entero que compartía dormitorio con Barley). Que ya era hora que tuviera algo propio, algo que fuera sólo de él. Además, remató el señor Mellark, les quedaba a un kilómetro de la panadería y sabido es que ellos se levantan al alba a hornear el pan para venderlo a partir de las ocho de la mañana. No les servía para instalar el negocio ahí tampoco, porque no tenía una buena ubicación comercial, la gente acostumbra hacer sus compras en la plaza, donde se concentran el mercado, puestos y negocios. 

Las Everdeen se mantuvieron discretamente dentro de su morada, sin salir, pero puesto que las luces estaban aún encendidas imagino que escucharon todo, así como yo pude escucharlo desde mi escondite, en la casa de al frente. Aunque Mellark no es de todo mi agrado, debo reconocer que estaba de su parte. Su padre tenía razón, esa maldita bruja no podía pretender adueñarse de un premio que él había ganado, con su esfuerzo... y bastante ayuda de Katniss también. Luego salieron los tres hermanos, Peeta muy incómodo, pero los otros dos se pusieron de parte del señor Mellark. Acordaron que Barley se quedaría unos días para asistir a Peeta por si necesitaba algo mientras se adaptaba todavía a la prótesis y el resto de la familia se marchó. Beulah Mellark echaba chispas por los ojos. No se despidió de Peeta.



- ¿Por qué me dejaste plantado? -Le pego un buen susto a Madge cuando entro abriendo la ventana de su dormitorio, escalando una leñosa enredadera. Me quité las botas para entrar.

- ¡Gale! -Ahoga un grito.- ¿Cómo subiste? -Se sienta en la cama, yo también me siento al borde y me queda mirando, me saca unas hojas del pelo y comprende, mirando el follaje que enmarca la ventana.

- Eso fue muy osado, Gale... mis padres podrían haberte visto.

- Están durmiendo, todas las luces están apagadas, di una vuelta completa a tu casa para inspeccionar y ver por dónde subir. Cuando me acerqué a la ventana de su dormitorio, tu padre roncaba. Y tu madre tumbada con una dosis de morfina, supongo.

- Tenemos suerte que la enredadera abarca media casa y queda al lado de mi ventana. Pero de todas formas, lo que hiciste es peligroso, Gale; casi me matas de un infarto o pudiste haber caído... -me regaña, pero sonríe cuando tomo su barbilla y la beso para impedir que siga hablando. Nos besamos, me quito los pantalones para meterme a su cama, la abrazo por la espalda mientras conversamos.


Cuando entré estaba medio amodorrada, ahora está bien despierta. Huelga decir que yo también di unas cabezadas en ese sofá, esperándola, hasta que me despertó el griterío de Beulah Mellark. Me explica que vio a Leevy en la entrada del Edificio de Justicia aunque no la dejaron ingresar porque no tenía invitación ni estaba vestida formal, entonces Barley salió pretextando tomar aire. Sin embargo, por precaución, Leevy sólo le dio la primera parte del recado, ya que había agentes de la paz custodiando el Edificio de Justicia. Madge no supo que la esperaba en nuestro refugio secreto y se vino con sus padres, desilusionada porque no aparecí en la cena. Al parecer, se creyeron mi excusa de la lesión, salvo Katniss que cuchicheó algo con mi madre. Me cuenta que tanto ella como Catnip miraban a la entrada por si llegaba, que mi supuesta prima parecía contenta pero nerviosa y preocupada. No hubo baile esta vez, mañana todos deben trabajar y debían editar luego las imágenes para mandarlas al Capitolio. Madge lamenta que no pudo compartir ni hablar mucho con Katniss, todos querían felicitarla y sacarse fotos con ella, Effie tuvo que organizar turnos para fotografiarse con los vencedores. Después, yo le cuento cómo me siento frente a una chica que casi desconozco, aunque la sigo queriendo, tengo la esperanza que quede algo de la vieja Catnip bajo la fachada. Madge me hace ver que sólo está cumpliendo el rol que se espera de ella: ser una vencedora agradecida. 


- Ya basta de Katniss, no vine a hablar de ella... si subí esa enredadera es porque quiero estar contigo.

- Pues en qué topamos... ven acá. -Madge me llama con el dedo y tras quitarme la camiseta, la recuesto y me acomodo sobre ella besándola.

- ¿Qué quieres que te haga esta noche, princesa?

- Hazme el amor despacito y suavecito... -pide Madge, yo sonrío.

- ¿Te gusta eso, eh?



Ella asiente soltando una risita en respuesta pero luego se trasforma en un gemido cuando mi mano llega a su intimidad, tocándola sobre el encaje que empieza a humedecerse con mi tacto. Aparto el centro de la tela ahora y el gemido es más intenso, cuando entonces siento su mano en mi entrepierna, aprisionando mi hombría ya excitada. Le quito el camisón por sobre la cabeza y bajo dando besos y mordiscos por su cuello, clavícula, pechos, vientre, etc., hasta llegar a descubrir una pantaleta color crema con lacitos a los costados, menos reveladora que otras anteriores, pero igual me excita el contraste entre esa recatada prenda y la sensualidad desbordante de Madge. Le hago el amor lenta y suavemente, duramos así tanto rato que Madge llega a tener tres orgasmos mientras sigo penetrando en ella. Incluso muerde un cojín, su mano o la mía para ahogar la intensidad de sus gritos. Cuando yo estallo en un orgasmo, Madge me está besando y yo intensifico el beso mordiendo sus labios, luego muerdo su cuello antes de caer agotado. 

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