La Chica Que Se Enamora De Pe...

By Angelito_Herrera

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Ella vive obsesionada con los personajes literarios, esperando algún día ser amada de la misma manera y con l... More

Sinopsis
Dedicatoria
Aclaratoria
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo especial
Capítulo 31
12 horas antes de la muerte de Stella.
Fragmentos: El día del Funeral
Nota importante
Capítulo 33
Capítulo 34: Parte I
Capítulo 34: Parte II
Fragmentos: Arrepentimiento
Fragmentos: El día del funeral
Capítulo Especial
En busca de lo que es nuestro.
Capítulo 35
Capítulo 36

Capítulo 32

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By Angelito_Herrera

Denle mucho amor a este capítulo, porfi.

Harry.

Mucho antes del caos.

La fiesta.

Si de por sí, el día de mi cumpleaños es de los días más detestables para mí, está de más decir que el ruido y las personas me tienen totalmente abrumado, a tal punto que quiero que la noche termine de una vez por todas. En el fondo, me siento mal y egoísta por pensar solo en mí, sé que los chicos se esforzaron por hacer de este día, un día especial. Pero no lo es, ni siquiera está cerca de serlo.

Aturdido por la fuerte música, cansado de saludar a personas que apenas conozco y exhausto de fingir una sonrisa de oreja a oreja, salgo de la casa, dejando atrás, la "celebración sencilla" que mis amigos decidieron organizar. La brisa de la noche me recibe fuera y golpea mi piel, ya aquí, siento que puedo respirar de nuevo, que soy libre, que soy yo, sin fingir. Cada día trato de ser más auténtico, de mostrarme tal cuál soy y que las personas vean al verdadero Harry. Sin embargo, en ocasiones cuando nos acostumbramos tanto a fingir algo que no somos, cuando vivimos constantemente con una máscara sobre nuestro rostro, quitarla, es más difícil de lo que podemos llegar a imaginar.

Alzó la vista al frente y los veo de pie en la entrada, son ellos, los chicos, mis chicos. Mis amigos. Una alegría inmensa se dispersa por todo mi cuerpo, no puedo explicar el vínculo que he establecido con ellos, han sido mi compañía durante estos días solitarios, quizás exagero porque a los ojos del mundo somos completamente desconocidos, pero cuando están cerca de mí, me inunda una extraña sensación de sentirme a salvo, cómo en casa. Es como si todo girará en torno a nosotros. Solo nosotros.

Si algo tengo claro, es que no quiero que se vayan.

Supongo que ese es el arte de conectar, el hecho de ser algo inesperado, sorpresivo, inigualable. A veces creo que desde que nacemos, estamos atados con un hilo rojo a lugares que debemos conocer, a decisiones que debemos tomar, a personas que debemos encontrarnos y con quienes debemos conectar. Y es algo que está destinado a pasar, quizás no hoy, quizás no mañana, pero que tarde o temprano pasará. Si es así, yo quiero creer que siempre estuve atado a ellos, que nos unía un hilo invisible y que aunque pudo desgastarse, nunca, pero nunca se quebró, y que es por esa razón que estamos justo aquí, aquí y ahora.

Clavo mi vista en Ares, y sinceramente, me babeo con tan solo verlo, trae una camisa azul, idéntica a sus ojos que se apega a los músculos de sus brazos, resaltando de manera despreocupada su desarrollada musculatura, un pantalón negro realza sus nalgas y quito mi vista de él, porque no tengo dudas de que pondría ponerme duro.

Tener amigos tan guapos, tiene sus desventajas.

Desvío mi vista y rápidamente me encuentro con el arrogante, engreído y perfecto del Aegan, quién esta noche, trae unas zapatillas negras iguales a sus pantalones, los cuales acompaña con una camisa blanca con puntitos negros dispersos por todos lados. Parece todo un dálmata, y sin duda, si fuera un perrito me dejaría devorar por él.

A su lado esta Heist, quien resalta por el color vinotinto de su camisa y el pantalón azul oscuro que trae puesto, su blanca piel igual a la de un vampiro, brilla bajo la luz de la luna. Hay algo en el que es atrayente, y no me refiero a lo físico, porque obviamente es hermoso, pero son sus sonrisas torcidas, esa aura de chico malo, la que enloquece a cualquiera.

Jack es quién le sigue, trae una camisa verde que combina con sus ojos y unos vaqueros negros. Y, por otro lado, está Luke, que contrasta en medio de tanta formalidad. Howland no es de traer camisas o pantalones ajustados, sino que, en cambio, se viste casual, es él, sin más, trae una sudadera negra igual que su pantalón, y ya, solo eso, sencillo, pero hermoso.

Pero toda mi atención se la roba alguien en específico, y es la chica frente a ellos, su prima, Stella. Quien hoy luce muy diferente a como normalmente estoy acostumbrado a verla en el instituto, Stella es de esas chicas que a simple vista no llaman tanto la atención, pero que al mirarla, solo unos segundos te pierdes en ella, en la profundidad de sus ojos marrones, te cautiva porque no es de las que finge sonrisas o algo por el estilo, en cambio, es auténtica y muy, muy, pero muy lectora, si la vi cien veces, noventa de esas veces tenía un libro en la mano.

El delineado fino que trae, resalta el color marrón vivo de sus ojos, su piel se ve cremosa y brillante, pero al llegar a sus labios es ahí donde cualquiera se deslumbra, porque sus labios se ven llenos, carnosos, provocativos, desafiantes, y para completar vienen de rojo, de un rojo vivo, candente, seductor, igual al vestido de escote que trae puesto, el cual le llega a los muslos y resalta su silueta de una manera magnífica.

Esta a punto de hablar, cuando nota mi llegada y con total cordialidad y alegría me dice:

—Feliz cumpleaños, Señorito.

La noto acortar la distancia entre ambos y me abraza, su perfume dulce me deleita, y al pasar unos segundos desenreda sus brazos de mi cuerpo.

—Gracias Stellita. —le digo con una sonrisa de boca cerrada— Bienvenida a la "fiesta sencilla" que montaron tus queridos primos.

—Nunca dije que sería sencilla. —Puntualiza Aegan con ironía.

—Yo pedí que fuera así. —le suelto con rapidez y cansancio— hay chicos del instituto que ni topo.

Noto que Stella y Luke comparten una sonrisa cómplice entre ellos.

—Ve esta fiesta como la oportunidad de conocerlos. — Me propone Heist.

Y ahí comenzamos toda una disputa de porque yo no quería una celebración tan extravagante como esta, pero me rindo, son muchos contra mí, así que solo me limito a aceptar que estamos justo aquí y ahora, y debo afrontar esa gran fiesta que no pedí. Sin embargo, la atención de todos va hacia Sasha que recién sé bajó de un taxi y comienza a caminar en nuestra dirección.

Sasha y yo, hemos sido amigos desde preescolar, cuando llegue al jardín de niños fue la primera en acercarse y entablar una conversación conmigo, desde ahí, fuimos Sasha y yo siempre. Su personalidad ha cambiado mucho conforme los años, se ha vuelto engreída y hasta imprudente. Supongo que en ocasiones el dinero cambia a algunas personas. A veces me pregunto como sigo siendo amigo de ella, si no queda rastro de la chica dulce o humana que alguna vez conocí, pero sé que muy en el fondo de su alma, aún está esa Sasha que alguna vez conocí, esa que si es mi verdadera amiga, esa que me apoyaría a pesar de todo.

Mi amiga de toda la vida, trae una sonrisa que le ilumina el rostro, pero en cuanto su vista se topa con Stella, la alegría se extinguió por completo. Sasha es muy meticulosa a la hora de vestir, le gusta verse hermosa, radiante, es de las que se tarda diez horas en arreglarse y hoy, hoy de seguro acaba de pasarle algo inimaginable y es que ella y Stella traen puesto el mismo vestido.

Sasha finge tranquilidad, pero se nota que esta a punto de prender fuego, Stella por su parte luce tranquila, le da muy igual por lo visto.

—Hola, amor.

Saluda Sasha a Aegan, y al ver que el chico a mi lado no reacciona se acerca como una loba feroz y le clava un beso en los labios. Ambos nos volvemos unas lámparas andantes viendo cómo ellos se meten la lengua hasta la garganta hasta que lo veo, y mi cuerpo reacciona de manera inconsciente a él, a su presencia.

Michell.

Su estatura lo ayuda mucho, porque no es exageradamente alto, pero tampoco está cerca de ser pequeño. Es simplemente elegante y eso fue lo primero que llamó mi atención cuando lo vi aquella primera vez, mucho antes de saber que sería él quién rompería mi corazón. Su caminar es seguro, imponente, como si el mundo fuera suyo. Creo que esa fue una de las tantas cosas que más me gustaban de él, el hecho de siempre verse fresco, libre.

Su pelo enrollado se ve vivo y cae despreocupadamente a los lados de su cara, el corbatín negro resalta en gran manera por el color beige de la camisa lisa, manga corta y ajustada que trae puesta. Pero yo me pierdo cuando mi vista cae en su pantalón negro, que no es causal, sino que más bien esta a la moda, en la parte de la cintura y de sus nalgas, se apega resaltando el gran culo que tiene y que en numerables ocasiones me llevo al abismo, y en la parte baja, en sus piernas, tiene aberturas por delante y por detrás, mostrando parte de sus piernas y lo definidas que son estas.

Desvío mi mirada a su rostro y por un momento, olvido todo, olvido que me mintió, que no estuve ni cerca de conocerlo y que por ende me enamoré de alguien que no existe. Olvido todo, y me pierdo en él, en sus labios, en su cabello, en lo cremosa que es su piel marrón y él me ve, me nota. Sus ojos se encuentran con los míos y un destello de anhelo se abre en ellos, como si me quisiera, como si de verdad lo hiciera.

Pero nuestro contacto se rompió cuando Stella lo agarra por el brazo y lo arrastró con ella dentro de la fiesta, dejándonos a todos ahí fuera. Sasha la mira por el rabillo del ojo mientras tomaba la mano de Aegan, Luke soltó una sonrisita cómplice, mientras que Heist y Jack se miraban entre sí, sin entender nada.

—Bonito vestido. —dice Heist, con evidente diversión y todos sabemos por qué lo hace.

—Gracias. —responde Sasha con fastidio— Lástima que a tu primita no le quede tan bien.

Aegan se tensó a su lado al escucharlo, y sé que ella lo notó, porque lo miró cuidadosamente. Ares chistó por lo bajo y Jack puso los ojos en blanco, pero a ella no le importó en lo absoluto y continúo:

—Para que le quede como a mí, Stella debe tener mi cuerpazo y ser igual de bella que yo, pero no esta ni cerca...

—Ya cállate Sasha. — Jack la interrumpió— No te atrevas siquiera a compararte con ella. No eres mejor que ella y tampoco estás cerca de serlo.

Todos nos quedamos perplejos ante sus palabras, Sasha estaba que a punto de echar chispas y yo, bueno yo quiero que la tierra me trague y me escupa arriba de Michell, a no, así no era.

—¿La fiesta es aquí fuera o allá dentro? —esta vez fue Ares quién rompió el espeso silencio.

—Es cierto, parecemos unos tontos aquí fuera, mientras los demás disfrutan la fiesta que nosotros mismos organizamos.

Suelta Heist y todos lo seguimos, y nadie se quejó o fue en su contra, sino que sin decir nada, todos nos giramos y nos fuimos.  Cuando estoy a punto de entrar, siento el teléfono vibrar en mi bolsillo y lo saco, me tenso al leer el nombre del contacto, doy unos pasos alejándome de la puerta esperando que todos entren dentro de casa y cuando me cercioro que no hay nadie a mi alrededor, contesto la llamada.

—El trabajo está casi hecho. —dijo la voz ronca al otro lado de la llamada.

—Ya era hora. —le respondo.

—Esta noche podrás dormir tranquilo de una vez por todas.

—No sabes cuanto lo quiero.

Corto la llamada, levanto la vista y los veo, son Ares y Stella, besándose, y todo se vuelve borroso, como si hubiera niebla, como si todo fuera confuso, como si todo fuera mentira. Me quedo unos segundos ahí, de pie, sintiéndome engañado, usado y solo de nuevo. Solo porque los que considero mis amigos me han estado mintiendo, lo han estado haciendo y quizás en el fondo, yo siempre lo supe, pero no quise verlo.

..................................................

Bajo las escaleras con furia, molesto por la pelea que se desató entre Stella y Sasha, lo único que hice, fue pedirle a la "prima" de mis compañeros que se fuera y bajee aquí, huyendo de todo, porque personalmente, no me siento con la capacidad de lidiar con esto ahora, no con el caos que es esta fiesta, no con lo mal que me siento porque los que consideraba mis amigos me hayan mentido, son tantas cosas que solo no sé cómo procesarlas.

Tome un trago y otro trago y perdí la noción del tiempo, no se cuanto había pasado, o cuanto había tomado, solo sé que cuando reaccioné, estaba en medio de la pista, bailando, perreando hasta el suelo, siendo esa versión falsa de mí que todo el mundo ama. Un grupo de chicas me rodeó, y me bailan, se frotan contra mí, deslizan sus dedos sexualmente por mis brazos y tengo que admitir que el alcohol en mi sistema no ayuda, no lo hace en absoluto. Por eso no me sorprende que este duro, ni mucho menos que veinte minutos más tarde, esté entrando en mi habitación, de la mano de una chica que ni siquiera su nombre recuerdo.

Elena, creo que su nombre es Elena, no lo sé, no estoy seguro, pero eso no importa ahora. Cierro la puerta cuando estamos dentro de la habitación y la beso, la beso y ella gime en mi boca, le quito la blusa por arriba de su cabeza y seguidamente desabrocho sus pantalones, ella hace lo mismo con los míos y pasados unos segundos estamos ambos desnudos, ella tirada boca arriba sobre la cama, gimiendo de placer y yo estudiando su vagina con mi boca.

Cuando la hago venir con solo el uso de mi lengua y de unos cuantos dedos, subo y la beso, la beso con sabor a ella y soy yo quien ocupa su lugar y ella quien baja. Se moja los labios con antelación y acoge mi miembro en su boca, para seguidamente comenzar a lamerlo, de arriba a abajo, con deseo, con desesperación. Al principio lo hace lento, pero a medida que se acostumbra a su tamaño, aumenta la velocidad. La miro de reojo y sonrío por la práctica que tiene, ella me mira fijamente mientras saca la lengua y la pasa por mi glande, llevándome lentamente al abismo.

Cierro mis ojos y sin querer, mi mente piensa en él, en Michell, en lo bien que se sentía, en que no era nada más sexo y deseo, sino algo más, algo mucho más que solo eso. Recuerdo el toque de su piel con la mía, cuanto anhelaba estar dentro de él, lo bien que se movía...

Y terminé...

Acabé en su boca.

—Trágatela. —le pedí entre gemidos, mientras me venía en su boca, y ella obedeció, y en ese justo instante tocaron la puerta.

Por instinto, me tapo con mis sabanas, pero ni Elena ni yo decimos nada así que la persona tras la puerta entra y me quedo perplejo, porque de todas las personas en la fiesta, era él, era...

Michell.

Sus ojos se abrieron como dos grandes platos cuando me vio tirado en la cama, desnudo. Sentí mis mejillas arder y veo la expresión apenada de Elena, que rápidamente se agacha para recoger su ropa y sin darme tiempo de decirle nada, sale disparada de la habitación, dejándome solo, con él, con el chico que aún me roba la respiración, con ese por el que tanto me he empeñado en olvidar, pero que aquí, estando solos en la habitación y con alcohol en mi sistema, no puedo ignorarlo, no puedo mentirme.

Lo quiero.

Lo quiero como nunca querré a nadie.

—Lo siento... —susurra apenado. —Estoy buscando el baño.

Las palabras siguen atascadas en mi garganta, estoy perplejo, en la cama, con el pene medio erecto, las mejillas sonrojadas y con un miedo, un miedo incesante de no poder controlar el cosquilleo que me revuelve la tripa.

—Pues aquí no es. —digo con sarcasmo y una idea loca rondándome la cabeza— Pero si quieres puedo...

Dejo la oración suspendida en el aire, poniéndome rápidamente en pie, sin molestarme siquiera en seguirme tapándome con las manos o con la ropa, quedando expuesto ante él.

¿Qué estoy haciendo?

—Yo... —balbuceo con su vista clavada en mi cuerpo desnudo, la tensión era palpable. —Yo creo que lo mejor es que me vaya.

—Que raro, tú huyendo de algo. —solté una risita sarcástica— Ya no me sorprende. Eso sueles hacer ¿no?

—¿Qué?

—Dime, ¿Con cuántos chicos has hecho esto? De seguro muchos. Esa carátula de chico bueno y sanador te queda de puta madre.

—Harry...

—No se te ocurra decir mi nombre de nuevo. No tienes ningún derecho, no te conozco, no sé ni quien eres.

—Sé que nada de lo que diga cambiará lo que hice... Ni la visión que tienes sobre mí.

—No hace falta que digas nada.

—Pero yo...

—¡¡¡CÁLLATE!!! —le grité, mientras me daba la vuelta, quizás así, de espaldas a él, no me vería derrumbarme.

—Si te abandoné... No fue porque no te quisiera —parecía sincero— Es más, si lo hice, fue porque te quería, te quería tanto que no quería hacerte daño.

—Pues vaya manera de protegerme. Sorpresa, terminaste haciéndolo. —digo lo más sarcástico que puedo.— después de contarte quién era.

—Yo...

Intenta hablar, pero lo corto abruptamente.

—Yo fui sincero contigo, te conté por todo lo que... y tú... —la voz me falló.

—Tienes permiso de hacerlo. Ódiame, ódiame todo lo que quieras.

Yo no dije nada, no cuando el llanto estaba a punto de salir, sentí sus pasos hacia la puerta, sentí como su mano rodeo la manilla, iba a irse, iba a hacerlo, y yo pude dejar que lo hiciera, nuestra historia estaba terminada, no habría otro capítulo, no habría nada más, pude dejar que se fuera, pude mantener esto enterrado en lo más profundo, sin darle una mínima oportunidad de salir a la luz, no otra vez, no después de todo.

¿Pero era eso lo que yo quería?

La respuesta fue obvia cuando mi cuerpo actuó por si solo y lo tomé de la mano, lo tome y el simple roce de su piel con la mía me la puso más dura de lo que ya la tenía. Mis ojos se clavaron en sus rostros, en sus provocativos labios, en sus mejillas sonrojadas.

—Te odio, Michell. —le dije— Te odio por reconstruir cada parte de mí y hacerme pedazos de nuevo. Por irte, por dejarme solo. Te odio por tantas cosas, pero puedo odiarte y también amarte al mismo tiempo, con la misma fuerza.

Y ya ahí, no hubo fuerza que me detuviera, no hubo barrera, y los sentimientos simplemente fluyeron, fluyeron con tanta fuerza, con tanta libertad, seguros de que esta vez, nada podría contenerlos.

—Esto no puede pasar de nuevo... —susurró, o bueno, más bien suplicó.

—¿Es eso lo que de verdad quieres? —mi pregunta le robó el aliento— Pídeme que te suelte, pídeme que te deje ir y lo haré. Dime que no me quieres, dime que no lo haces y te juro que lo haré. Te dejaré ir para siempre, Michell.

Y ahí estaba yo, colocando mi corazón en bandeja de plata, de nuevo, para él, para el chico que ya suficiente daño me ha hecho. Pero al que amo, y a veces por amor, cometemos locuras inimaginables. Más, sin embargo, esta vez, todo fue diferente, porque no me pidió que lo soltará. No lo hizo. Se quedó. Me besó, me besó por todas partes, se entregó a mí y yo me entregué a él.

.......................................................

Nota de Autor: Matenme, les doy permiso. Yo es normal en mi perderme y aparecer de nuevo como si nada, yo trato de ser constante, lo juro.

Se que andan ansiosos por ver que pasa con Heist y Stella, pero era turno de contar lo que había pasado con Harry y Michell.

¿Qué les pareció este capítulo?

Que tal el Harry, lo encontraron en pleno acto, llenando la boca de Elena (#sinotienes18tranquiespacioseguro)

Yo no se ustedes, pero yo si quiero que Harry y Michell sean End Game... ¿Podrán? Lo veremos. 

Nos vemos pronto (El sábado, sin falta). Besito.

Con amor, el chico que quiere acabar con su estabilidad.

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