𝟤| 𝖫𝗈𝗌 𝖯𝗈𝗀𝖾𝗌

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—He terminado, papá—dije.

—Genial, hoy vendrán varios técnicos para instalar las televisiones y cualquier cosa electrónica—respondió.

—Voy a casa de los Cameron—me dirigí hacia la puerta.

—¡Espera!—mi padre se levantó del sofá y caminó hacia mi—¿Recuerdas a Heyward?—

—Oh, era aquel hombre tan simpático, ¿verdad? El que me traía barritas de chocolate—respondí sonriendo.

—El mismo—asintió—Pues resulta que tiene un hijo de tu edad, Pope, y se ha ofrecido a pasar la tarde contigo. Outer Banks ha cambiado muchísimo desde la última vez que vinimos, y deberías estar al tanto de todo—dijo guiñándome un ojo.

—Pero he quedado con Sarah—

—No sé, Alexia, cancélalo. Ya le he dicho a Heyward que si—

—Vale, está bien—asentí.
De todos modos, el hombre era muy buena persona, y su hijo no debía ser tan malo—¿Cuánto tiempo tengo?—

—Vendrá en diez minutos—

Subí a mi cuarto y me recogí el pelo en una cola alta, para después ponerme una camiseta de manga corta y unos shorts, y volver a bajar al recibidor.

Allí estaba mi padre hablando con Heyward, mientras un chico que supuse que era su hijo esperaba de brazos cruzados.

—Aquí estás—papá se giró hacia mi—Ella es mi hija Alexia—

—Encantada—dije sonriendo.

—Cuánto tiempo, Alexia—habló Heyward—Él es Pope—señaló al chico.

—Un gusto—dijo él, forzando una sonrisa.

Nuestros padres hablaron durante unos minutos hasta que nos dieron permiso para irnos, y salimos de mi casa.

—Bueno, supongo que no tendrás ninguna duda sobre Figure Eight— habló el chico—Iremos al centro directamente—

Asentí en silencio y caminamos durante unos minutos sin decir nada, hasta que Pope habló.
—Así que vienes de Nueva York—

—Si, bueno, he pasado tres años allí, pero en realidad nací aquí—dije.

—¿En serio? No recuerdo haberte
visto—

—Ya, no... no solía salir de Figure Eight, la verdad—pateé una piedra y me crucé de brazos, no estaba muy orgullosa de no haber salido del barrio rico.

—Claro, eres una Kook—

—Eso es una estupidez—solté sin más—Ni que estuviéramos en la Edad Media—miré a Pope, quién me observaba con una mueca de sorpresa—Um, perdona—

—No importa, en realidad tienes razón, pero el mundo se sigue dividiendo entre pobres y ricos—se encogió de hombros.

—Debería dividirse en buenas y malas personas—pensé en alto, y Pope asintió.

—Me caes bien—

—Tú a mi también, para conocerte hace cinco minutos—ambos sonreímos y seguimos con el paseo.

𝖥𝗂𝗋𝖾 [𝖩𝖩 𝖬𝖺𝗒𝖻𝖺𝗇𝗄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora