38. Voy a por vosotras

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Sollozaba en aquel taxi rumbo a la estación de autobús nuevamente, había dejado la mochila en la recepción con todas sus cosas, apenas tenía algo de dinero para pagar al taxista, se bajó frente a una cabina telefónica con el alma rota, ¿Qué iba hacer ahora? Todos sus sueños se habían destruido en cuestión de segundos, todo su mundo se había caído sobre ella y el engaño de Samuel había pasado en su vida como un huracán, arrasándolo todo, agarró el teléfono nuevamente.

Andrea: mamá...-sollozó-mamá ven a buscarme por favor...

Cayetana: ¿hija? ¿Qué pasa? ¿¡Porque lloras!?-Dalia e Irina se mantuvieron alerta.

Andrea: por favor mamá, te necesito... -miró a su alrededor completamente rota-por favor-sollozó nuevamente, algo en Cayetana se resquebrajó.

Cayetana: ¿Dónde estás mi niña?

Andrea: en la estación de autobuses de Costa Paraíso.

Cayetana: espérame ahí por favor, en seguida voy mi niña, cálmate, no quiero escucharte así... en unas horas estoy ahí-colgó.

Dalia: ¿Qué ocurre Cayetana?

Cayetana: no lo sé, pero mi hija me necesita, la escuché muy mal Dalia, muy mal-sollozó mientras recogía un par de cosas-tomaré el primer autobús y me la traeré.

Irina: ve corriendo Cayetana... es raro que Andrea llame en ese estado.

Cayetana: luego nos vemos.

Regresaba al hotel abatido por las circunstancias, eran la comidilla del lugar pero eso a él no le importaba en absoluto, se paró en la puerta cogiendo la pequeña mochila que Andrea traía y entró dentro dejándola en una silla de la habitación, Patricia todavía estaba dentro de la habitación y se asomó con una larga y triunfadora sonrisa.

Patricia: ¿ya voló tu palomita?

Samuel: ¿sigues aquí?

Patricia: quise esperar a por un segundo asalto.

Samuel: me tendisteis una trampa, de eso no me cabe la menor duda-limpió sus lágrimas.

Patricia: un momento-frunció el ceño-¿¡estas llorando por ella Samuel!?

Samuel: ¡¡¡¡LARGATEEEEE!!!!-la enganchó bruscamente del brazo arrastrándola prácticamente por la habitación hasta echarla al pasillo con la cara totalmente desencajada, cerró la puerta bruscamente dejándola fuera.

Patricia: estaba llorando por esa idiota-pataleó el suelo-¡Maldita!

Dentro destrozaba todo a su paso, mientras la rabia se apoderaba de su voluptuoso cuerpo, tiró las sabanas que todavía conservaban el grotesco olor de Patricia, tiró la ropa de ella a la basura para no verla y se refugió en la mochila de Andrea, la abrió para revisar sus cosas, encontrándose con un vestido, se aferró a él impregnándose con su dulce aroma y no pudo evitar sollozar de nuevo.

Andrea había ido para darle una sorpresa y quedarse con él el fin de semana, mientras él como un idiota había pasado su primera discusión en los brazos de aquella engañosa mujer, ¿Cómo pudo hacer eso? ¿Cómo podía ser tan cruel? Sollozó con la culpa escrita en sus lágrimas, martirizándose por sus actos y por la consecuencia de ellos, realmente tenía la culpa de todo...

Apresuradamente, Cayetana, se bajó del autobús con el corazón en un puño, miraba de forma angustiosa a cientos de personas buscando en ellas el rostro desolado de su hija, caminó esquivando a la gente hasta encontrarla sentada en un banco, su corazón de madre se rompió al verla sollozando bajo la mirada de todos los viajantes.

ADORABLE TORMENTOWhere stories live. Discover now