—¡No seas ridículo! —me suelto— ¡Mi mundo no gira alrededor de ti maldito estúpido!

Lo empujo.

—Bésame —se me viene encima— Bésame y que sea eso lo que me demuestre que no sientes nada por mí.

—Vete a la mierda.

Vuelve a tomarme del brazo estrellandome contra su pecho. 

—¡No te atrevas! 

—¡No sé ni por qué te lo pido! —se acerca a mi boca— Es obvio que el valiente soy yo no tú.

—Suéltame...

Me alcanza la boca y no puedo describir lo que se siente tenerlo contra mis labios ¿Fuego? ¿Lava? ¿Amor? ¿Rabia?, se abre paso entre mis labios prendiendo fuego a mi fuerza de voluntad, enreda su lengua con la mía estrechándome contra él y estrellándome contra el poste de cemento.

—Eres tan patética —me muerde el labio y me toma la barbilla— Tonta al querer tapar el cielo con los manos. Me amas...

Niego con ojos llorosos.

—Tus besos me gritan todo lo contrario.

Vuelve a besarme y pierdo la noción del tiempo, no doy pie para apartarlo ni decir lo que sea que tenga que decir, solo dejo que me quite las bragas que tengo en la mano.

—Me quedo con estas —se las mete en el bolsillo, sube las manos por mis muslos y alcanza el elástico de las que traigo— Y con estas también.

Desliza el encaje hasta mis pies.

—Espera —intento detenerlo, pero vuelve a encararme dejándome sin habla. 

—Ve y dile que te las robe —me toma del cuello— Como robe las de Brasil, Cadin y todas las que tengo guardadas —susurra contra mis labios—También dile que, así como te tocas pensando en mí yo lo hago pensando en ti.

Vuelve arremeter contra mi boca con un beso largo y salvaje, me aprieta las caderas  refregándome la potente erección demostrándome la dureza de su miembro sin dejar de besarme, de la nada cambia los papeles, me suelta y no creo tener las fuerzas para sostenerme.

—Cuidado —me sostienen por detrás— Esos tacones no se ven seguros.

Se me aclara el panorama y reconozco la voz que me ayuda a enderezar.

—Su cartera —es Tyler que me mete el accesorio bajo el brazo.

«Ni siquiera a había notado que la traía» Siento que no doy pie para dar señales de inteligencia, me quedo ahí, viendo cómo se encamina a su auto mientras su escolta hace el papel de poste humano.

—Ah —dice antes de entrar al McLaren— Avísale a Laurens que puede volver a su empleo, tus bragas me convencieron.

Aborda el vehículo y arranca el motor.

—¿La acompaño arriba?

No contesto, camino por inercia y subo los escalones que llevan a mi edificio, no sé cómo me siento y mi cerebro no quiere asumir la vergüenza que acabo de pasar.

Oprimo el botón del ascensor y busco la puerta de mi apartamento.

—¿Quieres un poco de té? —me pregunta Stefan cuando paso de largo por la sala.

Sigo caminando y me encierro en mi habitación. Arrojo la cartera a la cama y me meto en la ducha con todo y tacones.

El agua fría me enciende las neuronas y logró procesar que me habló, vio y trató como una puta.

LUJURIA  - (Ya en librerías)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن