CAPITULO 70

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Fénix.

Rachel.

Boletín informativo.

A pocos días del inicio de la segunda etapa, la teniente Gema Lancaster logra salvar cuatro fundaciones que serían liquidadas por el gobierno español, entidades encargadas de socorrer a mujeres víctimas del maltrato. ¡Bravo teniente Lancaster, mujeres como usted pocas!

Las militantes de Madrid se unieron en una sola voz afirmando que su voto será para el coronel Christopher Morgan.

"Solo quiero demostrar que, en el mundo de la política, las mujeres no somos un accesorio" Declaró la teniente en una entrevista impulsando a que alemanas, italianas y asiáticas se unieran a la campaña "Morgan al poder"

El coronel Morgan no sea manifestado, pero hace tres días vimos a la teniente Lancaster tomando café con nada más y nada menos que con Mónica Herrera, si, la famosísima diseñadora de vestidos de novia se reunió con la teniente y la líder de campaña Cristal Benavides ¿Es esto una señal, Coronel?

Arrugo el periódico con la sangre burbujeándome en las venas ¿Mónica Herrera? Trago aire pasando la ira, soy consciente de que prometí entender esto, pero... No puedo hacerme la de la vista gorda después de los días que pasé con él «¡Me tiene mal!»

Desde que se fue he estado en una zozobra envuelta de celos y ganas. La prensa publica sobre su relación con Gema y eso me dispara el enojo. No quiero que Gema lo toque, ni lo mire. La quiero a metros, a ella y a cualquiera que pueda ocupar sus pensamientos.

El cuerpo me hormiguea, al imaginármelo sobre mí no sé qué clase de enfermedad tengo, pero últimamente me la paso fantaseando con el Christopher celoso y posesivo. Es que no hay cosa más deliciosa que ese hombre desnudo y con rabia.

Tomo asiento paseando las manos por mis muslos, abro las piernas y aparto las bragas metiéndome los dedos, tengo el canal empapado y me estimulo con premura jadeando despacio, calmando las ganas que tengo de follar enterrándome la verga del coronel. Mis uñas aclaman su carne y mi boca sus besos. El climax me va poseyendo y echo la cabeza atrás procurando regular mis latidos acelerados. 

El sudor me recorre la espalda y mis pezones se endurecen al ver el tinte oscuro que invade mis ojos, los celos no merman y mi cerebro asimila que en verdad ahora soy una Rachel totalmente diferente.

—¡Me estoy volviendo viejo! —se queja Reece afuera— No esperaré más de quince minutos.

Cierro la maleta y tomo mi mochila encaminándome afuera. Reece se está despidiendo de Cho y hago lo mismo dándole un beso en la mejilla.

—¿Cuándo volverás? —le pregunta a Reece.

—En un par de semanas —contesta— Personalmente me encargare de la cirugía anticonceptiva.

Ya me resigné a eso, es un tema que trunca mis anhelos, pero que debo aceptar con valentía ya que es un cierre de ciclo. Me despido de la empleada y juntos abordamos un auto que nos lleva a la pista. El helicóptero espera por nosotros y el jet privado de los Morgan nos recibe con rumbo a Manchester.

En Europa otra vez, debo presentar las pruebas de ascenso en el sub comando militar de la alta guardia. Reece se atiborra de vino en el camino y por mi parte repaso todo lo aprendido. Como en el avión y quince horas después aterrizo en Inglaterra.

Dos personas me esperan en la pista acompañadas de sus debidos escoltas; Olimpia Müller y Alex Morgan que se mantiene derecho mientras me acerco acompañada de Reece.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora