CAPITULO 91

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Antes de empezar a leer recuerden que esta obra es de y para el autor. Por ende, hago un llamado al respeto y a la tolerancia ya que no se busca convencer a nadie de nada, ni pretender ser buena, correcta o ejemplar.

Pecados placenteros es una saga que está en borrador, más adelante tendrá que pulirse y mientras tanto seguirá siendo para mí. No me urge nada porque es la historia que siempre he querido leer con acontecimientos que pide mi imaginación.

Evitemos el hate y los insultos, por favor. 

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Tres motivos.

Christopher.

La jaqueca me puede, las ganas de retorcerle la garganta a alguien y las ansias de sacarle la tráquea a Gema por traidora. Necesito volarle los sesos a Bratt y colgarlos en la entrada del comando por cobarde.

«Me las van a pagar».

No aguanto la espera, el tener que estar huyendo y que entre más tiempo, más trabas. La anomalía de mi hijo es un conteo regresivo el cual no sé qué pueda desencadenar. Antoni está creciendo cada vez más y maldigo a la FEMF por no haberlo matado cuando tenía que hacerse.

El general de Francia tiene al Concejo encima truncando los planes, termino pateando la silla frente a mí y las paredes empiezan a acorralarme cuando asimilo que me he quedado sin gente.

«No los necesito», repite mi cerebro, no necesito a nadie y puedo hacerlo solo.

—Hay que buscar otro comando —comenta Patrick en la entrada.

—¿Qué otro? —la ira se denota en cada palabra que suelto— ¿Qué comando no le está lamiendo los pies a esos hijos de puta?

La masacre me dejó el nombre por el piso, los que me apoyaban yacen en prisión y el Concejo está vigilando todo con lupa. He recalculado, analizado, las conclusiones son las mismas y es que tomar fuerzas me va a tomar meses y tiempo es lo que no tengo ahora.

—¿Hay pistas de Death? —pregunto.

—Ni idea.

Prefirió irse con esa fracasada cuando más se necesita, «Su influencia con el mundo criminal americano es importante».

—Reúnelos a todos —le indico a Patrick— ¡Ya!

—Como ordenes, hermano.

Se larga y espero un par de minutos tratando de aclarar las ideas. Todas las malditas posibilidades están truncadas con el ojo de la FEMF puesto sobre el Mortal Cage. Encima, mis propiedades están en manos de las autoridades incluyendo las casas inteligentes.

Salgo y las viejas escaleras rechinan cuando las bajo rápido, todos a excepción de Rachel están alrededor de la mesa mientras el pordiosero limpia el armamento. Los escoltas vigilan afuera, hago un repaso de todo y...

—¿Dónde está Angela? —pregunto.

Se miran entre ellos tratando de enfocarse en el material de la mesa.

—Vendrá en la tarde —responde Alexandra y la postura de Franco me sube el cólera.

—¿Di la autorización u orden de salir? —le pregunto a los capitanes— Diganme, ¿Salió?

«Creo que voy a explotar». Su silencio me rectifica que no está cerca y las fibras internas empiezan a vibrarme.

—¡¿Di la autorización de salir?!

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora