CAPÍTULO 58

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1...2...3 ¡Respira!

Rachel.

El sonido del televisor se oye a lo lejos mientras yo me esfuerzo por dormir un poco más, no es que haya descansado mucho con Luisa endemoniada. Me odió, rechazó, discutimos, como siempre tomo el papel del juez y según ella no hay excusa que valga y logré explicar lo que estoy haciendo.

La conozco, está desviando el tema de Simón con el problema de la investigación y no sabe por dónde pelearme ya que cada que trato de hacerla caer en cuenta de lo que acaba de pasar, me acusa de loca valiéndose de que me ocupe de mis problemas y la deje solucionar los suyos a su modo.

Respiro hondo y el olor a gasolina llega a mis fosas nasales. Abro los ojos buscando a mi amiga al otro lado de la cama, pero no está. Son casi las diez y hay humo entrando por la ventana.

Me apresuro abajo, Luisa es un demasiado impulsiva y temo a que en un arranque de demencia quiera prender la casa. Cruzo la sala corriendo encontrándome con Milla de espaldas en la puerta que da al jardín.

—Le advertí dos veces que el humo le hace daño al bebé —habla la portuguesa con una carpeta bajo el brazo— Se supone que estudiaríamos los perfiles psicológicos que conseguí y mira.

Señala a la embarazada que arma una fogata en pleno jardín.

—Hoy no, por favor —le pido— Luisa necesita descansar.

Tomo el extintor de la cocina y me acerco a mi amiga que esparce gasolina avivando las llamas que consumen; fotos, postales, cartas y portarretratos.

—¿Qué necesidad hay de hacer esto? —procuro tomarlo con calma.

—No quiero nada de Miller aquí.

—Entiendo tu ira, pero esta no es la manera de arreglar las cosas.

—No me interesa tener nada que me recuerde a ese individuo y verle la cara en las fotos de la casa solo aviva situaciones pasadas.

—Ese individuo es el padre de tu hijo, tu marido y no puedes sacarlo de tu vida así porque sí.

—Nadie lo necesita.

Me arrebata el extintor antes de devolverse a la casa.

—¡Dorotea sirve el desayuno! —le pide a la empleada.

Luisa es terca de nacimiento y cuando se le mete una cosa en la cabeza no hay santo bendito que se la arranque. Invita a la rubia al comedor mientras busco la manguera de las plantas tratando de apagar el fuego.

Con las llamas extintas vuelvo a la casa y Milla está mostrándole un montón de documentos a Luisa. No entiendo cómo puede estar tan cerrada y absorta en otras cosas. O sea, yo no paro de pensar en Simón, adoro a mi amiga, pero es que la falta de comunicación hará que esto termine en tragedia.

Subo por el móvil a lo mejor si le doy un poco de espacio logro que calme el genio. El IPhone tiene mensajes de Laila, Brenda y Alexandra avisando que vendrán en la tarde.

También hay dos llamadas de Lulú, cuatro de Gema y tres mensajes que no me molesto en abrir. Francamente me resbala lo que me quiera decir.

Entre abrir y contestar chats veo un mensaje de Christopher que me ensancha la sonrisa. Corto, el coronel es hombre de pocas palabras.

"Canjeo: Tres bonus, tarde de sexo y foto hot X McLaren último modelo"

Me rio sola tendida en la cama. No sabe perder y ¿Que son esos canjes tan mediocres? Estamos hablando de un vehículo de millones de libras.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora