CAPÍTULO 10

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Volviendo a soñar. 

Dos semanas después.

Rachel.

«Tengo que salir de este encierro» «Debo volver a mi aislamiento»  Es lo único que sopesa mi cerebro mientras me arreglo frente al espejo. Me la paso en estas cuatro paredes y ya no doy para más.

Me visto con zapatillas y ropa deportiva apresurándome al pasillo. Es sábado y la mayoría de los reclutas se preparan para salir por las compras semanales. 

Todo esto esta demasiado sospechosos. Mi agente del programa a protección a testigos no da razón de nada y Wolfgang esta desaparecido hace una semana. Nadie sabe porque me sacaron y eso me pone más nerviosa reiterándome que debo largarme. 

Tengo dos motivos de peso para no trabajar en señal de protesta. 

1 —No quiero saber nada de Christopher Morgan.

2 —No deseo acostumbrarme de nuevo a esta vida y tener que dejarla como en años pasados. 

El asunto de las elecciones no es mi problema y por ello le pedí a Johana que hablara con Alex Morgan para que me saque de aquí. Es peligroso ya que si Antoni Mascherano se llega a enterar...

«Suprimo el miedo que surge de solo sopesarlo»  

«No va a encontrarme» Me convenzo «Soy Selene Kane»  Respiro hondo. Él no sabe que estoy viva, por ende no corro peligro. 

Bajo al estacionamiento encontrándome con soldado chef, que se acerca a los autos pidiendo donativos.

 "Fundación los buenos corazones" Dice la caja que sostiene. 

Esta de civil y a lo largo de la semana ha mantenido la promesa de guardarme una mesa a la hora de almorzar. Cuando no bajo se toma la molestia de subirme la comida, segun él no quiere que me "Enferme" 

—¡Gracias! —alza el pulgar apartándose cuando le dan paso a los vehículos. 

Nota mi presencia y se apresura a saludarme. 

—¡Ángel! —sonríe.

Es mi apodo desde la cena del jardín, me muestra el debido respeto frente a los otros soldados, pero cada que tiene la oportunidad me dice como según él debería llamarme.

—Día de colectas.

—Si —abraza la caja— No quiero que mis hijos me vean llegar con las manos vacías.

—¿Hijos? —no oculto la sorpresa. No sabía que tenía esposa.

Asiente.

—Catorce, todos en la dura etapa de la niñez y adolescencia.

—Es broma, ¿Cierto?

—No —se pone serio— Soy padre sustituto en el orfanato.

—Pensé que ese cargo era solo para mujeres.

—Naaaa —se encoge de hombros— Francia es un país muy libertino.

Un auto hace sonar el claxon llamando su atención.

—Disculpa —se va dejando la caja en el suelo ya que el conductor le ofrece una bolsa bastante grande. 

Otra camioneta pita, esta distraído con la ropa, así que tomo la caja y me acerco a la ventana recibiendo el donativo. 

—Merci —agradezco. 

—Mira esto — él alza un par de zapatillas deportivas en el aire— A los chicos les encantará.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora