CAPÍTULO 84

2.7M 87.5K 903K
                                    

Dulce y empalagosa miel.

Christopher.

Los pasos de ambos resuenan a lo largo de los pasillos con la huida, la distracción no durará mucho y, por ende, debo perderme antes de que a Alex se le dé por desplegar todas las ramas judiciales del mundo.

—¡¿Qué haces?! —regaño a Rachel cuando se devuelve a la escalera.

—Hay que decirle a Death que no los lastime —contesta.

—¡¿Eso qué importa?! —la tomo de nuevo.

—Christopher...

—¡Nos vamos y ya está!

Continuamos con la huida, estoy vuelto mierda en todos los sentidos y entre más presión, más peligroso será. Paro el taxi que me encuentro en la avenida exigiéndole que me lleve al primer hotel que se me viene a la cabeza.

Adentro dejo de lado el maletín que me dio Death y subo a Rachel en mis piernas. Me siento mal, asfixiado y nunca en la vida había estado tan cargado. Me prendo de su boca en el trayecto apretujándole las caderas, pasando los nudillos por el valle de sus senos.

—Espera... —musita.

—Solo un poco —insisto— Lo necesito...

Acomoda el cuerpo para que con disimulo pueda mover la tela que me da vía libre a su pezón, el cual toco con la lengua. Mi saliva se aliviana mientras mi miembro duele con la urgencia que me abarca.

—Chris —susurra, pero sus pezones son tan deliciosos que quiero chupar libremente y el que no pueda me cabrea— ... Ya vamos a llegar

Cuando la desnude y la embista se le acabará el modo pasivo que no me agrada para nada. A mí me apetece que sea insaciable ya que para estar conmigo se debe tener el mismo hambre, el mismo problema, la misma enfermedad. Por ello tengo muy claro que los matrimonios conmigo nunca serán un cuento de hadas.

Los chips de rastreo están deshabilitados y el taxista da un par de vueltas dejándonos en la entrada del hotel. Entramos y pago por la suite presidencial registrándome con los documentos falsos que pedí.

—Bienvenido señor y señora Banks —comentan sacándole una sonrisa a Rachel. 

La recepcionista trata de encontrar lo gracioso.

—Es un chiste familiar —aclara ella mientras la arrastro al ascensor.

Abordamos el aparato y abrazo su cintura recalcando mi erección apretando el vestido. Quiero arrancárselo y a la vez follarla con él puesto.

— Es aquí cuando me alzas —pide cuando se abren las puertas.

—¿Le paso algo a tus piernas? —salgo.

Se queda adentro desesperándome más de lo que ya estoy.

—No me jodas y sal de ahí —avanzo y hunde el botón que cierra las puertas haciendo que me devuelva.

—Es nuestra noche de bodas, es necesario concluirla lindamente.

—Rachel...

—Christopher.

Me enfurece y sin arandelas entro por ella echándomela en el hombro a las malas. Suelta a reír mientras me las apaño para meter la tarjeta en la puerta bajándola cuando estamos adentro.

—Un gramo de romance no te va a desvanecer la hombría —me arrebata el maletín de cuero.

—Ahora sí —desencajo la camisa— ¿Cómo es que me vas a agradecer?

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora