CAPÍTULO 75

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¿Morgan o Mascherano?

Rachel.

Muevo los dedos en mi interior apoyando los pies en la cama, subo la pelvis y alcanzo uno de mis pechos dándome placer, la humedad empapa las sabanas y voy apaciguando los quejidos mordiéndome los labios. La lujuria me tiene, la dependencia me deteriora y siento que mi cuerpo es un volcán en erupción.

Me masajeo con tres dedos, con destreza y rapidez imaginando como quiero que me follen.

—Duro —musito — Duro y violento.

Su imagen aparece y aprieto los ojos concentrándome en el clímax, no es un orgasmo, pero algo es algo y yo debo aferrarme a lo que sea que calme este arrebato hormonal.

Saco los pies de la cama yéndome a la ducha, el agua fría me acaricia la piel y poco a poco voy recomponiendo la respiración. Christopher me convirtió en un animal en celo, la falta de sexo me da dolor de cabeza y el desespero es tanto que de la nada me pongo a fantasear. La cosa no fuera tan mala si pensara en otros hombres, pero mi mente solo se limita a él. Al imbécil que me engaño como si fuera una niñata.

—Ángel buenos días —Stefan toca la puerta — Tienes una llamada de Irons Walls, quieren confirmar la cita de hoy.

Me coloco la ropa interior pasando el sin sabor de esto, bestia o demonio, voy por la vida de engendro en engendro.

—Confirma que ahí estaré —contesto.

Me arreglo frente al tocador y es inevitable no repararme el abdomen sopesando como me veré cuando crezca, hasta el momento no tengo rastro de nada ... Bueno, si soy sincera conmigo misma siento que me veo más bonita. Como si mis ojos tuvieran un brillo diferente.

—Aumentan la autoestima de mamá —le sonrio al vacío que causa Christopher— Algo me dice que seremos un trío de auténticas bellezas.

Es tonto que con un día este tan ilusionada, pero cuando te la pasas de tormenta en tormenta cualquier rayo de luz te llena de vida, acostumbras aferrarte a cualquier atisbo de felicidad y eso son las dos criaturas que tengo en el vientre, una promesa y una ilusión la cual me asegura alegría infinita.

Busco un abrigo antes de salir, a Londres está llegando el invierno, al igual que las luces y el hueco emocional que causa tener a la familia lejos. Guardo las armas, mi estado no me hace menos valiente, ni menos guerrera, por el contrario, me da más fuerzas de luchar, si quiero que mis hijos ganen esta batalla conmigo.

Naomi está en el comedor y Stefan está en la cocina cuando salgo.

—Un batido cargado de mucha proteína para que esos ángeles tomen carnita rápido —me entrega el vaso— ¿Cómo dormiste? ¿Soñaste bonito?

Si soñar bonito es fantasear con la verga de Christopher, soñé muy bonito.

—Tu silencio me lo dice todo —se preocupa — Rachel tienes que decírselo.

—Ya terminé mi desayuno ¿Puedo retirarme? —habla Naomi.

—Adelante —contesto y se atreve a levantar la mirada. Un avance ya que en lo que llevo de conocerla no la he visto mirar a nadie a los ojos.

—Me preguntaba si podía hablar con Lucían —se araña las manos — Y si la señorita Luisa puede traer a la bebé cuando venga a verme.

—Buscaré la manera.

—Gracias signorina.

Se va y me quedo masajeándome la sien, en verdad me duele mucho la cabeza.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora