CAPÍTULO 48

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Culpas, impulsos y verdades.

"Él era una bestia que peleaba en el lado bueno y por ello subestimaron el filo de sus colmillos, ignorantes de que él se satisface con poder, pero solo canta victoria cuando devora a su enemigo"

Bratt.

Aprieto los ojos cuando la presión recae sobre mi pecho, siento que no puedo respirar, no logro moverme y no soy más que un saco de masa, una pila de estiércol que no merece más que desprecio.

La veo a ella, esos ojos turquesa que me miraron con miedo el maldito día que se me dio por ponerle las manos encima.

Me devuelvo aquel momento, a la tarde en la capilla mientras oraba y me acerque por detrás tomándola del cabello sabiendo que el obispo me estaba viendo, lo había visto entrar, de hecho, había visto cómo la observaba a ella y a las novicias que rondaban en la capilla estando desocupada.

Tenía que hacerlo, era eso o Christopher me sacaría de la misión. Estaba tan desesperado que no medí mis actos y... Pasó, joder pasó, solo iba a forcejear y creí que el obispo saldría a su rescate, pero no lo hizo condenandome a situaciones extremas, porque sabía que si fallaba ponía en tela de juicio una misión de meses.

Me acerque, alce el hábito que la cubría, pero eso no fue lo malo, el problema radica en el deseo que explotó dentro de mí al momento de ver aquellas piernas descubiertas, todo se salió de control y... 

Abro los ojos, el sudor me recorre la frente y aún tengo la respiración pesada presa de los saltos acelerados que emanan de mi pecho.

«Dios» Paso saliva, no puedo seguir así, necesito ayuda o voy a terminar loco.

Meredith duerme a mi lado y medio se incorpora cuando me levanto.

—¿Otra pesadilla? —pregunta.

—Si —no le doy explicaciones.

Esto es como un cáncer, me desconozco, para esto no me criaron, soy una persona con valores morales y si algo tengo claro es que las mujeres son seres que se cuidan, más no se les maltrata y yo lo hice, caí bajo actuando peor que los pedófilos que persigo.

Me lavo la cara con agua fría, quisiera que esto limpiara mi culpa.

—Tienes que soltarlo o te seguirá carcomiendo —Meredith me acaricia la espalda.

—No me mirarían con los mismos ojos.

—Bratt, todos hemos hecho cosas de las cuales nos avergonzamos. Hemos matado, robado, violentado —reparte besos por mi piel— Es parte de nuestro papel. 

Nada de eso me importa.

—Cielo, sabes que digas lo que digas nada hará que te deje de querer —trata de animarme— Eres un capitán y fallarías si no te acoges a la tarea que te impongan, recuerda que somos almas cambia formas en cada misión.

Todo lo oigo como palabras vanas.

—¿Crees que me siento a gusto actuando como puta?

—Déjame solo —le pido, solo está perdiendo el tiempo en algo que ya está dañado

—Vale.

Entro a la ducha y tardo más de media hora bajo la lluvia de agua fría. Ya se cumplieron los dos días de permiso y debo volver a la central, ya que Alex exigió la presencia de todos lo antes posible.

Me visto mientras Meredith se baña, no vuelve a tocar el tema, ya se dio por vencida al insistir y no hallar nada.

Salimos juntos y en silencio, me da pesar mi comportamiento de las últimas semanas. No hemos compartido mucho y todavía me da vueltas el incidente con Christopher, el que la marcara así me pone a dudar y aunque ella jure que no, después de la experiencia que tuve con Rachel no puedo evitar creer que fue cierto y también cayó en las garras de ese animal.

LUJURIA  - (Ya en librerías)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora