58 ~ Que descansen en paz ~

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El juicio se alargó más de lo que Ash habría deseado. Dos días enteros. Sí, ya estaba harto de escuchar los desgarradores testimonios de sus amigos. Sabía que, en el fondo de todo eso, él era el único culpable. Su corazón magullado por la tragedia lo hacía sentir de ese modo.

A las afueras del salón en donde se estaba llevando a cabo el juicio —ya que el juzgado había quedado completamente destruido después de la Gran Crisis Mundial— todo Lumiose esperaba atentamente el dictamen final a través de dos pantallas gigantes que Clemont había instalado generosamente. Esperaban que el proceso terminara rápido para así poder respirar con seguridad y soltar aquellos suspiros que morían por salir desde hace días. Sus muertos también lo necesitaban.

—Kalm me dedicó algunas frases xenófobas y sus hombres me golpearon como podrá ver. —Mallow apenas podía hablar con claridad. Su cuello era adornado por un collarín ortopédico blanco. Su rostro lucía horribles cardenales que se extendían desde su boca hasta sus pómulos—. De no haber sido por mis amigos, Dawn y yo habríamos muerto irremediablemente. Esos hombres estaban dispuestos a todo.

Ash había despertado de un letargo que se prolongó por minutos. Desde su puesto entre el público, observaba con detalle el rostro de su amiga peli verde. También se sentía culpable por aquello. A ratos sus manos temblaban y por su frente las gotas de sudor no dejaban de correr. La opresión en el pecho le estaba cortando la respiración y podía jurar que en cualquier momento moriría de asfixia.

El detective Looker daba vueltas en círculos mientras le realizaba variadas preguntas a Mallow. Mientras más detalles diera la chica, mayor sería el peso de su testimonio para inculpar a Kalm, Lysandre y los que estuvieran involucrados.

Finalmente, la peli verde abandonó su lugar en un profundo silencio. El haber rememorado esas horas tan crudas estaba haciendo estragos en ella. Tomó asiento junto a Kiawe. Este la acunó entre sus brazos, haciéndola sentir protegida.

El Juicio continuó.

—Llamo al estrado a la señorita Dawn Berlitz —habló Looker con una voz tan profunda que aterciopelaba los oídos de los presentes.

La peli azul se puso de pie y caminó lentamente antes de ocupar el lugar que hace instantes atrás le había pertenecido a Mallow. Cada uno de sus pasos había sido vigilado por la atenta mirada de Gary, quien se mantenía con una actitud fríamente neutra. Ya había declarado el día anterior al igual que algunos de sus amigos y sobrevivientes así que no estaba dispuesto a emitir ningún tipo de declaración más. Solo le importaba Dawn.

—Dawn Berlitz —habló el juez, un hombre de abultado vientre y larga barba blanca—, ¿juras decir la verdad y nada más que la verdad?

Dawn colocó su mano derecha sobre una desgastada biblia mientras alzaba la izquierda. Con un hilo de voz susurró:

—Lo juro.

Ash sintió a Serena recargar su cabeza en su hombro, mas eso no lo calmó como antes. No sabía a ciencia cierta lo que le estaba pasando. Simplemente se dedicó a cerrar sus ojos y rememorar un hecho ocurrido momentos antes del tan afamado Ataque de los Rebeldes. La chica se le había acercado con una sonrisa leve y un jugueteo algo torpe de dedos. «Está nerviosa», fue lo que pensó el azabache antes de escuchar las primeras palabras de ella.

—Perdóname por todo, Ash —susurró con tristeza—. Si tan solo me hubiera dado cuenta antes de esto... Fui tan tonta. Perdóname, por favor.

Ash suspiró.

—La que tiene que perdonarme aquí eres tú. Si tan solo te hubiera escuchado en la Exhibición Pokémon, nada de todo esto —apuntó a su alrededor— estaría pasando. El tonto aquí fui yo.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now