54 ~ En otra vida ~

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El silencio se hizo presente durante treinta segundos que los presentes sintieron como si fuesen horas. Por un lado, Lysandre y Kalm analizaban la situación desde su lugar, detrás de sus Pokémon. Por el otro, Ash, Alain y Cilan hacían lo propio con sus manos puestas en sus pokebolas. En un lugar algo apartado, Serena limpiaba la sangre del rostro de una Bonnie que estaba a punto de perder la conciencia. Lilia no dejaba de teclear hasta el infinito para detener el conteo que le atornillaba el cerebro. Había recordado, con algo de esfuerzo, algunos atajos computacionales que podrían ayudarla en una situación como esa, así que respiró profundamente antes de volver a internarse en una serie de códigos y numerología que no tenían fin.

—Ash Ketchum —susurró Lysandre, ignorando a los demás—, por fin nos volvemos a encontrar tú y yo. Han pasado años desde la primera gran Crisis de Kalos.

El azabache creyó innecesario contestarle al hombre. Ni siquiera supo por qué sus labios se habían movido sin su autorización.

—Esa vez recuerdo que te vencí con la ayuda de todos. ¡Y es algo que volveré a hacer!

—Vaya —sonrió de medio lado—, ¡pero qué entusiasta! —Respiró profundo y gritó—: ¡Pyroar, usa tu Lanzallamas sobre esos infelices!

Los movimientos de todos tardaron menos de un minuto en concretarse. Para cuando el Lanzallamas apareció frente a los jóvenes, una pared de agua formada por Greninja fue la encargada de amortiguarlo. Junto al Pokémon azul, Charizard y Simisage observaban con la mirada altiva hasta las respiraciones de sus contrincantes. Finalmente, las incesantes llamas se convirtieron en una débil corriente de niebla que llegó hasta lo que quedaba del techo.

— ¡Esto sí que es conmovedor! Me da náuseas de solo verlo.

Alain dio un paso hacia adelante.

—Entonces eso nos hará las cosas más fáciles, ¡Charizard, Doragon cro!

Cuando Kalm escuchó aquel ataque, no pudo evitar acordarse de la rubia y su afán por hacerlo enojar hasta el infinito. Gruñó molestamente antes de observar a su compañero Pokémon. Estaba dispuesto a dar la pelea aunque estuvieran en desventaja numérica.

— ¿Tú también vendrás con lo del ataque? —gritó con cólera—, ¡GUZZLORD, TÚ TAMBIÉN UTILIZA DORAGON CRO!

Los ataques chocaron en el aire como si fueran espadas de un verde tan intenso que si se le miraba fijamente podía llegar a cegar. Al parecer, ambos Pokémon compartían la misma fuerza, aunque obtenida de distintas formas.

— ¡Greninja, usa Shuriken de agua en Pyroar! —Ash se sintió confiado al ordenar ese ataque. Sin quererlo, recordó la primera gran Crisis de Kalos y cómo logró salir victorioso de ella. Quería volver a realizar esa hazaña para que así todos dejaran de sufrir por su causa.

Y como si la Shuriken de agua fuera un gran dulce de leche Mu – Mu, Pyroar la masticó hasta hacerla desaparecer. Ese Pokémon era demasiado fuerte para lo normal que se veía a simple vista.

—Es bueno ver como esa estúpida sonrisa que había en tu cara se borró. Estoy seguro que recordaste cómo me venciste hace años atrás, porque yo todavía lo recuerdo. —Las palabras del mayor hicieron que el corazón de Ash se detuviera—. Después de esa humillante derrota y de que todos mis planes se fueran al carajo, me encerraron en una cárcel de alta seguridad de la cual terminé escapando dos años después. Como verás —se apuntó a sí mismo—, las secuelas de esa noche fueron muy graves. Por esa razón estoy condenado a este bastón hasta el último día de mi vida. Gracias por ser tan benévolo conmigo. —Detuvo su relato para admirar un haz de luz cálido que se coló por el dañado techo—.Me confiné en una pequeña aldea oculta entre unas montañas y desarrollé mi tecnología sin molestar a nadie. Esos eran mis planes, hasta que un día, donde la lluvia, el viento y los relámpagos no daban tregua, apareció una singular pareja de jóvenes pidiendo amparo.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now