Capítulo 32 "Segunda y última vez"

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Ash estaba estático en su lugar y con los ojos increíblemente abiertos. Frente a él se encontraba la gran causa de su desdicha y el por qué Serena se marchó de su lado hace años atrás. Inconscientemente se llevó sus manos a la toalla para que esta no cayera en el momento menos indicado y que provocara otro mal entendido. Por su parte, la rubia miraba al azabache, atenta a cada uno de sus movimientos. Su cabello corto ondeó ligeramente con la brisa que entró desde la ventana abierta y la luz del sol mostró su frágil delgadez y las ojeras bajo sus ojos. Algo no estaba bien y eso Ash lo notó.

― ¿Qué haces aquí? ―dijo Ash a la defensiva y retrocediendo un paso.

―Ha pasado mucho tiempo ―dijo la rubia casi inaudiblemente.

Aquella tranquilidad no lo estaba convenciendo. ― ¡Tú no eres así! ―gritó con fuerza―. La Lillie de antaño hubiera aprovechado cualquier oportunidad para robarme un beso o qué sé yo.

―Cuando te has caído tan feo como yo, llega un momento en el que te ves obligado a levantarte y seguir.

Aquello descolocó por completo a Ash. ¿Cómo era posible que Lillie cambiara a tanto? ¡Si incluso parecía una buena persona ante sus ojos! Cualquiera que no la conociera lo suficiente diría que ella es incapaz de hacerle daño a alguien, pero... ¡Oh!, cabe la casualidad de que esa chica rubia con aspecto de enferma casi destruyó su vida...un momento.

―Lillie, ¿Estás enferma? ―preguntó el chico sin rastro de algún sentimiento.

―Eres un gran observador ―dijo la chica, sonriendo débilmente por primera vez―. Digamos que los males de mi difunta madre están haciendo mella en mi salud. Ash, si supieras todo lo que ha pasado, todo el perdón que tengo que pedirte para poder estar en paz.

Ash se alteró cuando la chica comenzó a sollozar y temblar. Quiso acercarse para ver qué tenía, pero sobre sus pasos se detuvo. ¿Y si este era otra de sus tantas trampas para destruir nuevamente su felicidad? Lillie era muy astuta y esta podía ser otra de sus tetras.

―Sé que no confías en mí, pero de verdad, ya no estoy interesada en ti.

Ash la miró extrañado. ― ¿Y todo lo que hiciste para desgraciarme la vida qué era? ¿Acaso lo único que querías era verme infeliz? ¿Hiciste esto por mero capricho o maldad? ¿Cuándo me dirás la verdad de todo esto?

―Por eso estoy aquí. Necesito que me escuches, por favor...


Isla Mele Mele, hace un mes.

Lillie daba incontables vueltas en su habitación. La desesperación la estaba consumiendo a tal grado que estaba a punto de arrancarse los cabellos. Serena y Ash, Ash y Serena. Aquellos dos nombres le estaban haciendo la vida de cuadritos y a uno más que otro odiaba profundamente. ¿Por qué el azabache no se enamoraba de ella? ¿Por qué demonios no se figaba en su belleza y su elegancia natural? ¡Serena parecía una estúpida pueblerina, tosca y para nada refinada! Respiró profundamente y se concentró en la gota cristalina de sudor que bajaba lentamente por su frente. Jamás en su vida el abrasador calor de Alola le había parecido tan molesto como ahora.

―Tengo que encontrar... Tiene que haber algo que me ayude a separarlos, pero... ¿Qué? ―gritó mientras se dejaba caer pesadamente sobre su cama.

Inconscientemente cayó al piso y rodó en él como si fuera la ayuda divina que estaba esperando para acabar con todos sus males. De pronto, un mensaje llegó a su celular y alteró sus pensamientos. La rubia de colocó de pie rápidamente, esperanzada. Creyó, por algunos segundos, de que el mensaje sería de su amado Ash, mas se deprimió al ver un número desconocido. El mensaje solo mostraba tres puntos suspensivos.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now