Capítulo 42 "Ira de antaño"

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Los ojos rojos de Paul se encontraron con los de Ash en una lucha que no parecía tener fin. Por su parte, la peli miel no dejaba de observar hasta el más mínimo movimiento del que ahora era su enemigo. No quería volver a ver otra muerte causada por Kalm. No quería que alguien más perdiera la vida por su culpa y la de su egoísmo. Si tan solo hubiera pensado con la cabeza fría aquella tarde del engaño, nada de eso estaría pasando. Pasó su mano derecha por su frente y así retirar algunas gotas de sudor. Entonces se dio cuenta de que estaba temblando.

—Calma, Serena —dijo el azabache, llamando su atención—, como bien decía Dawn "no hay de qué preocuparse".

— ¿Entonces me tengo que preocupar?

—Probablemente.

— ¿Qué les pasa, par de idiotas? —dijo Paul, convirtiéndose en el centro de la conversación improvisada.

—Nada que te importe.

—Entonces...

El peli morado ni siquiera se vio en la necesidad de ordenar su ataque. Bastó con el asentimiento de su cabeza para que Electivire hiciera temblar la tierra con sus potentes truenos. Como acto reflejo, Ash atrajo a Serena y la cubrió con su cuerpo para que el fuego, los rayos y el polvo no le llegaran. Logró su objetivo, pero, a cambio, recibió grandes cantidades de escombros que golpearon su cabeza y su espalda.

—Eso dolerá mañana, sin lugar a dudas —dijo el chico, mientras tocía. El polvo había entrado directamente en sus fosas nasales y garganta, por lo que respirar se le hacía un acto verdaderamente tortuoso.

—Ash, ¿estás bien? —preguntó Serena. Sus ojos se habían irritado y ahora soltaban pequeñas lágrimas.

—Tranquila.

Ash la siguió abrazando, mientras intentaba idear alguna cosa para poder salir de ahí. Si seguían resistiendo los ataques de ese lunático que alguna vez fue su rival "amistosamente", morirían irremediablemente. Ninguno de ellos tenía a sus Pokémon o poseía alguna habilidad especial. En cambio, Paul era un gran atleta, desde siempre, y su inseparable compañero Electivire se había mantenido a su lado a pesar de todo. Tomó su camisa y la arrugó con rabia y desesperación. ¿Acaso su vida y la de la mujer que siempre amó terminaría allí en medio de un apocalipsis repleto de muerte y sufrimiento?

— ¡Es hora de volverme más fuerte! —gritó el azabache a todo pulmón.

Paul no dudó más tiempo y siguió con una seguidilla de ataques que impactaban de lleno en el débil cuerpo de Ash. La anatomía humana no estaba preparada para recibir un sinfín de ataques, en especial los eléctricos, los cuales cobraban vidas a diario.

—Ash... —susurró Serena con la mirada impávida y un lastimoso "detente" atorado en su garganta. Si la situación continuaba así, si Ash seguía recibiendo un ataque tras otro, moriría sin que ella pudiera hacer algo al respecto.

Entonces pensó en su deprimente estado. ¿Acaso moriría sin haber luchado en esta guerra que se había originado por su culpa? Se consideraba, a sí misma, la persona más patética y débil del mundo. Por ella sus Pokémon sufrieron diversos maltratos y sus amigos estaban muriendo. Si no hacía algo pronto, Ash moriría y no estaba dispuesta a aceptar aquel destino. ¿Acaso podría vivir nuevamente sin la sonrisa del azabache que iluminaba hasta el lugar más oscuro de su corazón? ¿Acaso podría continuar con su vida sin las palabras de ánimos, el amor y las caricias que solo él podía proporcionar? Si aquellos sentimientos estaban apareciendo junto en ese momento ¿Por qué sus malditos pies no podían moverse? ¿Por qué su corazón latía tan rápido y fuerte, anulando todos los sonidos a su alrededor? ¿Por qué sus manos se resbalaban entre sus cabellos miel a causa del sudor?

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now