Capítulo 26 "Hora de perdonar"

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Pasaron dos días en los que nada se supo de Kalm o el nuevo paradero de Korrina. Serena quería dar por finalizado su compromiso con el campeón, pero poco podía hacer frente a su ausencia. Recién ahí se había dado cuenta de que absolutamente todo lo relacionado con la boda tenía el nombre de él. Kalm era un ser extremadamente machista. Por su parte, Ash, una vez instalado en su nuevo dormitorio, se dedicó a pensar en lo ajetreado que había sido ese mes. No quería admitirlo, pero sabía que sus días en Lumiose estaban a punto de finalizar. Si bien todavía no era oficial, el matrimonio de Serena ya no se realizaría por lo que más motivos para quedarse ya no tenía.

De pronto a la habitación ingresó Serena. Lucía más radiante que nunca y ese vestido celeste le quedaba demasiado bien, demasiado tentador para sus ojos. Con la delicadeza de una dama tomó asiento junto al chico.

― ¿Piensas en Clemont? ―preguntó la chica.

―Algo así. Solo espero que esté bien y que algún día pueda perdonarme, así como tú lo hiciste ―dijo Ash, sonriendo al final.

― ¿Quién te dijo que yo te perdoné? ―preguntó la peli miel a punto de armar un escándalo.

Aquello dejó a Ash con una cara de incredulidad digna del guion más dramático de teatro antiguo. De pronto, el corazón del azabache latió asustado, desbocado. Sus manos temblaron horriblemente. El sudor frio recorrió de espalda a la velocidad de la luz. Y lo único que pudo hacer Serena fue reírse a carcajadas.

― ¿Y por qué rayos te estás riendo? ―preguntó Ash, dejando al descubierto la voz de alguien aterrorizado.

―Me rio porque tu cara es graciosa. ―Serena no dejó de reír en los siguientes cinco minutos que parecieron horas para el azabache. De la nada, él también comenzó a reírse de una forma totalmente desenfrenada. No sabía por qué se estaba riendo, solo sabía que no podía parar.

― ¿Y ahora por qué te ríes? ―dijo Serena.

―No sé.

―Ha pasado mucho tiempo. La herida, si bien se está cerrando, todavía duele. Lloré durante muchos años intentando poder perdonarte. Creo que por eso no lo he hecho aún. Si te confundiste por lo del beso, perdóname. Necesitaré tiempo para poder hacerlo ―se sinceró la chica.

―Tranquila. Sé que podré hacer que me perdonas, después de todo, eso fue lo que me trajo hasta aquí y... ―Ash guardó silencio al comprender lo que había dicho. Vio cómo Serena también comprendía lo que había escuchado con cierto enojo. Acto seguido, la chica corrió lejos de la habitación, lejos de él.

― ¡Serena! ―gritó Ash para comenzar a seguirla.

La mayoría de los miembros del cuartel estaban dormidos, por lo que no se percataron de todo aquello. Greninja y Puni – chan vieron con cierta gracia a la chica ser perseguida por el azabache. La carrera del "quién pilla a quién" los llevó a ambos al bosque a las afueras de la ciudad. Después de casi media hora corriendo por fin se permitieron parar.

― ¡Eres un mentiroso! ―gritó Serena, mientras se le abalanzaba al azabache y lo golpeaba en el pecho.

―De verdad lo siento, pero...

― ¡Me mentiste!

― ¡Estaba desesperado! ¿Qué querías que hiciera?

Aquel grito hizo eco en el bosque. Serena dejó de gritar y observó detenidamente el hombre que tenía en frente. Estaba alterado, su respiración estaba agitada y sus pupilas demasiado dilatadas. Ash no estaba mintiendo. Estaba diciendo la verdad.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]On viuen les histories. Descobreix ara