49 ~ El juego del Glameow y el Rattata ~

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Gary se había encontrado con variadas dificultades en su camino para dar con el paradero de Ash o alguien que lo ayudara. Muchas de las personas que lo atacaron no parecían ser controladas, lo que lo llevó a pensar que lo hacían por pura maldad. No quería imaginar el calvario que estaba viviendo Dawn. No quería pensar que ella estuviera en menos de tipos como esos.

Sus pies al correr emitían un gran ruido que, perfectamente, podía alertar al enemigo, mas no le importó. Su mente estaba más preocupada en correr que otra cosa. Las paredes grises del túnel y la luz titilante que estaba a punto de apagarse lo estaban hartando. Estaba cansado de aquella situación, del peligro, del terror. Estaba tan harto del mundo que no se dio cuenta de los gritos que lo llamaban unos cuantos metros más atrás de donde estaba. El castaño se sorprendió cuando vio la pared contigua del túnel tornarse al rojo vivo. Sin lugar a dudas, se trataba de alguna persona queriendo romper la pared con un potente Lanzallamas.

—Lo que me faltaba —susurró Gary, mientras se llevaba sus manos hacia los costados en busca de sus pokebolas. Al parecer el mundo y el universo entero estaban conspirando en su contra; Arceus mismo quería que peleara.

— ¡No me ataques! —gritó aquella voz desde lo profundo de aquel agujero una vez que el Lanzallamas se detuvo.

— ¿Kiawe? ¡eres Kiawe! —gritó el castaño, llevándose sus manos al pecho de forma dramática.

—Gary, disculpa, pero ¿para dónde ibas? —El moreno limpió el sudor de su frente con el dorso de la mano. Ya no quedaban rastros de aquellas líneas hechas por Bonnie en su rostro. Al contrario, manchas horribles se esparcían por sus pómulos y barbilla.

— ¡Ellos tienen a Dawn! ¡esos malditos se la llevaron! —gritó aún más fuerte. Acto seguido, tomó al moreno de sus hombros y la zarandeó en reiteradas ocasiones—. ¡También apuñalaron a Misty! ¡ayúdame, por favor!

— ¿Cómo que tienen a Dawn? —se sobresaltó el moreno—. En mi camino hasta acá no me encontré con nadie. En un punto cerca de aquí, este maldito túnel se transforma en una red con cientos de caminos que pueden llevarte a cualquier dirección. ¡Kalm y el viejo eso nos están viendo la cara! ¡Piensan que esto es una colonia de hormigas!

—Y nosotros somos sus hormigas. Ese tipo quiere que perdamos la cabeza —razonó Gary, mientras se despeinaba el cabello—. Si tan solo tuviéramos el mapa de esa película, sabríamos dónde y con quien está cada uno.

—Quizás esto no sea Harry Potter y el Mapa del Merodeador, pero si existe una forma de saber en dónde está cada uno.

Gary lo miró extrañado.

— ¿De verdad se puede hacer eso?

Kiawe tragó grueso.

—Se supone que yo no debería saber esto.


Kiawe estaba preparándose mentalmente para la batalla final. Caminaba en círculos en un intento por bajar el nivel de estrés. Ya estaba cansado de todo lo que había sufrido. Perder a Charizard lo estaba haciendo perder la cabeza.

De pronto, una conversación le llamó profundamente la atención. Se trataba de Clemont y Lilia. Conversaban bastante bajo, como si ocultaran algo importante.

Kiawe se sobresaltó cuando Ash se había golpeado contra una de las raíces mientras acunaba a Serena entre sus brazos. La chica no había despertado desde que habían llegado hace unas cuantas horas atrás.

—Es un pin muy lindo —dijo Lilia en una media sonrisa. Se trataba de un trébol de cuatro hojas en dorado que no alcanzaba a ser más grande que la uña del dedo meñique—. ¿Para qué sirve exactamente?

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now