Capítulo 16 "Burasuto Ban"

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Ash guardó a su envenenado Infernape que apenas se mantenía en pie. Kalm hizo lo mismo con su Pokémon. La batalla estaba, técnicamente, en la mitad y con una considerable ventaja para el azabache, lo que molestó al campeón profundamente. A lo lejos, pudo observar a Serena y su rostro pálido y sin emoción. Quería que su odio en contra de Ash aumentara, y de paso distrajera al chico y su maldito Pikachu. El juez dio la orden para que sacaran a sus siguientes Pokémon.

― ¡Sceptile, sal ya! ―gritó Ash mientras lanzaba la pokebola. De esta salió su gran compañero de Hoenn, aquel que venció a un legendario en la región Sinnoh con pura garra y corazón.

― Tipo plata ―susurró el pelinegro―. ¡Magmortar, es hora de acabar con esto!

Ante los ojos de todos, apareció el imponente Pokémon de mirada altiva y desafiante. Como efecto colateral, la temperatura subió desmesuradamente en el campo, haciendo que las personas del público se quejaran del calor y compraran bebidas por montones.

― ¡Pero qué calor! ―exclamó Ash―. Me siento como en casa ―afirmó mientras recordaba su departamento en Alola―. Amigo, empecemos con Hoja Aguda.

Sceptile se acercó rápidamente a su objetivo, haciendo gala de sus fuertes piernas, y en menos de un segundo encestó el ataque más potente de todos. Las personas gritaron, incluso, el locutor ya no sabía a quién apoyar. Ash sonrió victorioso, pero su sonrisa se borró casi al instante cuando observó detenidamente el rostro malicioso de Magmortar. Era tan parecido al que tenía Paul.

―Creo que esos trucos tuyos no servirán ahora ―dijo Kalm, cruzándose de brazos―. Y vaya, tengo una enorme ventaja. ¡Magmortar, Día Soleado!

Con aquel ataque, la temperatura subió aún más, provocando mareos y desmayos en algunos. En las gradas, Misty intentaba darse aire, mientras observaba como los demás se refrescaban con agua, menos Mallow y Kiawe. Ellos parecían estar frescos como una lechuga.

―En Alola la temperatura es así todos los días del año ―dijo la peliverde―, incluso cuando llueve. Por eso Ash está así.

La peli naranja observó a su amiga sorprendida y siguió con su tarea de darse aire. En el campo de batalla, Kalm no daba más con el calor. Sentía que las plantas de los pies se le derretirían en cualquier momento y para qué hablar del sudor. Ni en sus fogosos encuentros con Korrina había sudado de igual manera. Aquello le trajo gratos recuerdos y una sonrisa asquerosa en los labios.

―Oye, Mostaza ―dijo para llamar su atención―. ¿Por qué haces todo esto? ¿Tan importante es Serena para ti?

―Claro que es importante. ―simplemente, Ash no pensó en lo que decía. Se dejó llevar por lo que le estaba dictando su corazón―. Es la única mujer que he amado y mi gran motivación para seguir adelante. Mi historia con ella es mucho más grande de lo que tu pequeño cerebro imagina. Por eso, jamás mi amor podrá compararse al tuyo, porque el mío es real, mientras que el tuyo es solo un invento.

Kalm lo observó anonadado. ¡Cuánta confianza había en sus palabras!

―Bonitas palabras, perdedor ―dijo aplaudiendo dos veces―, pero ella ahora está conmigo. Si supieras todas las locuras que hacemos cada noche. Si supieras cómo la hago gemir mi nombre entre espasmos y los sonidos tan obscenos que hace. Así que quita tu fea cara de enamorado ¿O quieres que continúe hablando sobre lo que hacemos?

Menos mal que nadie lograba escuchar lo que decía. Por su parte, Ash estaba comenzando a perder la paciencia. Ahora estaba convencido de que Kalm ni siquiera era un hombre, sino que una basura asquerosa, y una muy lamentable. Uno de los consejos que le dio Clemont era dejar que el enemigo hablara todo lo que quisiera y que aquello no le afectara, pero por más que tratara de hacer aquello, simplemente no podía. Estaba furioso y asqueado de todo. Por esa razón, le daría la peor paliza de toda su vida al pelinegro, pero, lamentablemente, se tardó demasiado.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now