49 ~ El juego del Glameow y el Rattata ~

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—Es un GPS —contestó el rubio—. Con estas preciosuras y esto —sacó su teléfono celular de última generación— podré saber la posición de cada uno de nuestros amigos mientras tengan el pin puesto. Clembot se encargó de instalar cuidadosamente la aplicación en los teléfonos de todos.

—Eso es muy inteligente, pero ¿cómo podrán usar esto si ni siquiera saben cómo o que esto está en su poder?

Un razonamiento listo de una chica lista.

—Llegará un momento en el que nosotros tendremos que separarnos y esta preciosura funcionará por sí misma. Bastará con que uno de nosotros lo active para que aparezca en los teléfonos de todos. Será como tener un mapa.


— ¿Entonces tengo puesto el pin de un trébol y ni siquiera me avisaron? —preguntó Gary, mientras se revisaba cómicamente las axilas y el trasero.

—Algo así —asintió Kiawe. Acto seguido, sacó su teléfono y hecho a andar la única aplicación con tréboles y que no recordara haber descargado.

A continuación, el teléfono le mostró un plano amarillo pergamino y letras y dibujos en marrón oscuro. En eso, varias lucecitas rojas titilaron. Cada una de ellas tenía el nombre de sus amigos.

—Clemont es un maldito genio loco —soltó Gary con toda la sinceridad del mundo—. ¡Mira, ahí está Dawn!

—Y Mallow también está con ella —dijo Kiawe con cierto alivio—. ¿Esos son Jessie y James? ¿qué hacen aquí?

— ¡Y yo qué sé! Será mejor que los sigamos, porque están a punto de salir de esta cosa.

Los jóvenes emprendieron el camino hacia la salida del túnel, siguiendo los pasos que el ex Equipo Rocket y compañía surcaban hacia la salida más cercana. Únicamente esperaban que todos estuvieran bien.

Lilia había apoyado sus brazos en el tablero de esa gran computadora. A lo lejos escuchaba a Mega Lopunny hacer explosiones para así mantener la nube de polvo que la protegía de Lysandre. Su mente se había ido a negro, así como sus esperanzas de sobrevivir. De pronto, su celular emitió un sonido extraño.

— ¡Oye, estúpida niña castaña, te estoy esperando! —gritó Lysandre en tono de burla. Estaban jugando al Glameow y al Rattata, y él era Glameow, por supuesto.

—Creo que este es mi fin —se dijo Lilia a sí misma mientras observaba el semblante cansado de su Pokémon—. Ese viejo me va a destruir y con un bastón.

De pronto, en medio del humo apareció una silueta que la castaña conoció. Se llevó las manos a la boca y emitió un ligero sollozo de alivio, pero a la vez de preocupación. Secó sus incipientes lágrimas antes de dirigir su vista nuevamente hacia la computadora. Tenía que encontrar alguna solución en esa gran base de datos encriptados en códigos que no entendía. Todos confiaban en ella, Clemont confiaba en ella.

— ¡Lilia! —gritó Bonnie, haciendo su espectacular aparición—. ¡Tú sigue en lo tuyo, porque de este viejo me encargaré yo!

— ¡Sí! —asintió la científica mientras tecleaba con rapidez en el tablero.

Ahora Bonnie también confiaba en ella.

— ¡Tyrantrum, yo te elijo! —gritó la rubia, lanzando su pokebola. De esta apareció el Pokémon dragón que hizo temblar el lugar con un potente rugido—. ¡Acabemos con esto, amigo!


— ¡Simisage, Tormenta de hojas! —ordenó Cilan en medio de una nube de polvo.

El ataque dio de lleno en un gran Kangaskhan que no dejaba de rugir. Otros tres lo acompañaban en un gran canto que llegaba a ser ensordecedor. Un Aggron, a lo lejos, no dejaba de usar Giga impacto, a pesar de que aquel ataque lo cansara hasta perder el aliento. Aquellos Pokémon hacían lo que sus "entrenadores" les indicaban, sin medir el daño y las consecuencias.

De nuevo tú [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now