La Mafia

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Boris, sin pensarlo ni un instante más, subió la escalera a toda prisa, con los ojos llorosos de la emoción al ver a su novio, esperándolo con las mismas ansias que él. De un brinco se saltó varios peldaños y llegó hasta la salida. El abrazo que se dieron fue con el alma, se entrelazaron por unos segundos que parecieron hacer detener el tiempo. Solo estaban ellos sintiéndose el uno al otro, llenando ese vacío por las largas horas sin estar juntos. Un apasionado beso daba cuenta del profundo amor que sentían ambos, mientras sus amigos estaban emocionados por haber encontrado a Boris.

―Te amo, mi vida ―le susurró Julián, casi sin separar sus labios, lo sostenía con una mano detrás de la nuca―. Tenía tanto miedo de perderte ―reconoció, viéndole a los ojos.

―Lindo, yo también te amo ―contestó Boris, aferrándose a la cintura de su novio―. Deseaba tanto verte otra vez. ―Volvió a besarlo con pasión.

―¡Hey, ya es suficiente, tortolitos! ―exclamó Felipe, acercándose a ellos con una enorme sonrisa―. ¡Qué susto nos has hecho pasar, hermano! ―Abrazó a la pareja, que continuaba sin separarse.

―Gracias, Pipe... Ustedes son lo máximo. ―Boris estaba emocionado, al verlos reunidos para ayudarlo.

―¡Amiguito, te extrañé tanto! ―Camila se abalanzó sobre ellos.

―¡Dime si no me veo divina como rescatista! ―alardeó Serena, haciendo una pose. Junto a ella se encontraban Koka y Tati cerca de la puerta.

―¡Guau, qué lujo tener una rescatista así! ―Boris sonrió y se acercó a ellas para agradecerles.

Los tacos de Serena eran tan altos que parecía que iba a tocar el techo.

―Me alegra mucho que Gabriel no te haya hecho daño ―dijo Lucía con timidez.

―¿Lucía? ―Boris no salía de su asombro―. ¿Qué haces aquí con mis amigos? Miró a todos como buscando una respuesta.

―Siento mucho todo lo que alguna vez te dije o hice ―respondió Lucía, acercándose a él―. Espero con esto, haber hecho lo correcto. ―Su mirada ya no era la misma de antes, de esa mujer celosa que conoció Boris cuando llegó a la casona―. Y, si estoy aquí, es porque yo también he sufrido por culpa de ese desgraciado de Gabriel. ―Llevó sus manos a la cara, tuvo el impulso de llorar, pero se contuvo.

―Oh, tranquila, Lucía. ―Boris le tomó la mano―. No digas nada más, gracias de verdad por ayudarme ―añadió, con una sonrisa.

―¡Chicos, debemos salir de aquí rápido! ―advirtió Alex, con su cámara en la mano.

―¡Oh, no! ―se escuchó decir a Nicky desde afuera―. ¡Too late, guys! ―apuró, viendo hacia afuera del Hogar.

―¡Corran, chicos, viene gente hacia acá! ―Francisco fue el primero en correr buscando una salida. Sus rostros cambiaron de inmediato al saber que alguien venía en dirección hacia ellos.

―¡Ay, estos tacones del terror! ―Serena no acostumbraba a andar por la tierra con ese calzado.

―¡Corre o nos encontrarán! ―le gritó Boris, que iba junto a su novio saliendo de la bodega.

―¡Lo sé, pero prefiero que me encuentren digna! ―alardeó la transformista, con sus piernas temblorosas.

Tras correr unos cuantos metros, se dieron cuenta de que el lugar tenía solo una salida y había una muralla alta al final del patio. Alex, Nicky y Francisco se treparon en ella con facilidad y lograron ver que Gabriel no venía solo. Al menos, cuatro tipos más lo acompañaban y venían armados.

El Hijo del Pastor ©️ [ Disponible en físico  ]Where stories live. Discover now