La noche de bodas

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Boris empujó con fuerza a Gabriel para que no continuara forzándolo a besarle.

―¡Dije que pares! ―gritó angustiado.

―¿Ahora me rechazas? ―inquirió Gabriel, limpiándose la cara―. Después que deseabas que te cogiera. ―Se quitó el esmoquin, quedando con la camisa desordenada luego del forcejeo―. Se te olvida que me deseabas... bro. ―Se le acercó con ojos aterradores.

―Eso fue antes... Decidiste continuar con tu farsa y casarte. ―Boris retrocedió para no tenerlo más cerca. Sentía miedo al verle a los ojos―. Es mejor que cada uno siga con su vida. Ya encontraré a algún chico que de verdad me ame ―comentó, dándose la vuelta para marcharse.

―¡Tú ya eres mío y no te irás con ningún mocoso! ―Gabriel corrió y lo tomó de un brazo para detenerlo.

―¡Suéltame! ―exclamó el muchacho tirando con más fuerza, porque Gabriel lo sostenía firme―. ¿O prefieres decirme qué quiere decir Toy Machine? ―lo miró a los ojos.

Hubo un breve instante de silencio.

―¡Cállate! ―bramó Gabriel, dándole un jalón que lo dejó tirado en el barro, a la orilla del estero―. ¡No repitas eso! ―Se lanzó encima de él, intentando taparle la boca, en medio de una lucha con el adolescente que quería escapar―. ¡Nunca... más... debes repetirlo! ―Gabriel trataba de acercarse para besarlo por la fuerza. De alguna forma quería cerrar sus labios.

―¡Paren, se van a matar! ―Apareció Lucía, gritando sobre ellos, pretendiendo separarlos―. ¡Gabo, déjalo! ―pidió, cayendo al barro y metiéndose en medio de ambos. Su vestido estaba por completo estropeado.

―¿Qué haces aquí? ―Gabriel la miró asustado. Boris aprovechó para soltarse y correr, todo cubierto de lodo.

―¿Por qué arruinaste nuestra boda? ―Lucía lloraba de rodillas en el suelo, mientras su esposo veía a Boris huir entre los árboles.

―¡No entiendes nada! ―Gabriel se puso de pie, mirando en dirección a la casona en donde continuaba la fiesta―. Ese mocoso enfermo le llenó la cabeza de estupideces a mi hermanito. ―No esperó más y avanzó para ir en búsqueda del joven.

―¿Hermanito? ―Lucía sollozaba―. ¡Te vi besándolo! ―protestó, desesperada.

Su esposo avanzaba en el barro y al escucharla decir eso se dio media vuelta, regresando hasta ella.

―Estás loca... Debes estar confundida. ―Gabriel se agachó y tomó la cara de su esposa para que lo viera a los ojos―. Tú estás equivocada y no dirás nada... ¿Entendido? ―Sus ojos estaban clavados en los de ella, infundiendo temor. Luego la soltó y salió corriendo en búsqueda de Boris.

Lucía quedó tirada, llorando sin consuelo, mirando hacia el cielo como buscando una respuesta.

En la casona la fiesta continuaba. Solo pocos invitados habían notado la ausencia de los recién casados. Algunos bailaban en la pista y otros continuaban comiendo de la abundante mesa de postres. Abner se percató de que ninguno de sus hijos estaba en el lugar, por lo que avisó a Marta para ir a buscarlos. Suponía que algo estaba sucediendo tras el incidente de Julián, por lo que se retiraron a un costado de la casa para no despertar sospechas.

―Hermano, ¿qué sucede? ―consultó Corina, que los atajó al verlos caminar fuera de la fiesta. Estaba muy alegre y en su rostro se notaba.

―No veo hace rato a mis hijos ni a Lucía. ―Abner se veía preocupado―. Algo pasó después de esa intromisión en la fiesta. ―Se acomodó la corbata para guardar la compostura.

El Hijo del Pastor ©️ [ Disponible en físico  ]Where stories live. Discover now