La fiesta

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Casi diez días después se realizó un partido de fútbol, en que se enfrentaron los equipos del Colegio Arcángeles y el Colegio San Pedro, dando como triunfadores a los representantes del establecimiento evangélico gracias al buen desempeño de Felipe en el equipo.

La mayoría de los estudiantes que asistieron a alentar a los deportistas, se dirigieron a una celebración que estaba preparada en el gimnasio del colegio. Marta había autorizado a que los jóvenes hicieran una pequeña fiesta en honor al equipo de fútbol. Aprovechando que la instancia casi nunca se daba, varios de los estudiantes ingresaron con botellas de alcohol escondidas entre sus pertenencias. Comenzaron a embriagarse y no podían disimular frente a sus profesores, por lo que la situación se fue saliendo de control. El desorden se apoderó del recinto y los que estaban a cargo de cuidar a los menores ya no pudieron, entre la multitud que los sobrepasaba.

―¡Esto se nos fue de las manos! ―gritó Marta a uno de sus profesores, que estaba separando a dos chicos que peleaban entre la multitud.

―¡Debemos llamar a la policía! ―Se escuchó a Luisa mientras sostenía a una de sus alumnas, que vomitaba junto a la pared.

―¡Ni se les ocurra! ―Apareció el pastor entre la multitud, tratando de ayudar―. Eso sería un gran escándalo para el colegio ―le advirtió a Marta, que tenía su celular en la mano para pedir ayuda.

Buscaron una forma para que los estudiantes se calmaran, pero al parecer, sus esfuerzos eran cada vez menos efectivos. Ni siquiera el haber quitado la música parecía impedimento para que los estudiantes siguieran con el alboroto. Entre toda la multitud se encontraban Boris, Felipe y Camila, que habían llegado a la mitad de la celebración. Se tardaron debido a que la familia del futbolista le preparó un pequeño agasajo en su casa y tras ello partieron hacia la fiesta del colegio. Al llegar, se encontraron con que casi todos estaban fuera de control, bebiendo ante unos espantados profesores. En medio del desastre estudiantil, Camila sintió vibrar su celular y, al verlo, se dio cuenta de que tenía un mensaje de un número desconocido.

"¡Disfruten de la fiesta!

El alcohol corre por mi cuenta...

Y los periodistas también."

Los tres se juntaron a leer un par de veces los mensajes. No lograban entender de qué se trataban.

―Camila, pregunta quién es ―sugirió Boris, intrigado por el contenido.

―Y si hay alguien que quiere arruinar esta fiesta ―añadió Felipe, observando con detención el desorden a su alrededor.

La chica hizo lo que le pidieron, mientras trataban de salir del gimnasio para estar más cómodos. Corrieron hasta la mitad del patio y se sentaron en una de las bancas de madera a esperar la respuesta que tardaba en llegar.

"Soy Julián. Aquí, comenzando mi venganza.

Necesito que me ayuden. Yo envié alcohol con un poco de droga para esta noche y hacerla especial.

Nadie lo sabe, fueron regalos. Ahora llegaron periodistas.

Hagan que Gabriel esté en ese momento. Cuiden de Boris..."

Se miraron sorprendidos al tener noticias de su amigo. Ahora entendían por qué todos estaban tan fuera de control con un poco de alcohol. No sabían cómo lograrían ayudar a Julián ni qué era lo que estaba tramando, pero igual se pusieron en marcha y empezaron a buscar a Gabriel. No había señales de periodistas cerca hasta el momento.

―No entiendo qué está haciendo Juli... ¿Alguno puede explicarme qué hizo Gabriel? ―preguntó Boris al tiempo que corrían entre los descontrolados adolescentes.

El Hijo del Pastor ©️ [ Disponible en físico  ]Where stories live. Discover now