La boda

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Tres meses después, el ajetreo en la casona Ferrada comenzó, como de costumbre, desde temprano. Las mujeres corrían de un lado a otro afinando los últimos detalles del casamiento de Gabriel y Lucía. Habían decidido realizarlo los primeros días de diciembre, por lo que la casa ya estaba adornada con el tradicional pino navideño.

Tía Corina y Juana se arreglaban la una a la otra con los recatados atuendos que habían comprado para la ocasión.

Abner y Marta se encontraban casi listos para salir al patio, en donde se había preparado una enorme carpa blanca para la ceremonia al aire libre, aprovechando que el verano se acercaba y la temperatura era bastante agradable. Los invitados poco a poco comenzaban a llegar. En su mayoría eran miembros de la congregación religiosa.

En el segundo piso estaba Boris junto a Camila y Felipe, quien también había sido invitado por Gabriel al igual que todo el equipo de fútbol del colegio. Repasaban las instrucciones que Julián les hizo llegar por mensajes, a la espera de que algo sucediera en la ceremonia. Lo único que tenían claro era que debían mantener a Boris alejado del novio, tal y como lo habían hecho durante todos esos meses en que se las ingeniaron para que se vieran lo menos posible. Y si lo hacían, era siempre en compañía de más personas, por lo que su relación había prácticamente desaparecido.

Boris se dedicó a terminar bien el año en el colegio. Por su parte, Gabriel se empeñó en seguir mintiendo a Lucía luego de los mensajes que había recibido tras el escándalo de la fiesta en el colegio. Después de eso no sufrieron más amenazas, por lo que continuaron con sus vidas como si nada sucediera.

El colegio supo cómo tratar el tema de los estudiantes drogados luego del triunfo del equipo y así minimizar el escándalo público.

―Amigo, hay algo que tenemos que contarte ―abordó Camila, acomodándose su peinado frente al espejo.

―¡Ay, no me asustes! ―Boris terminaba de hacer el nudo de su corbata―. Díganme enseguida ―imploró, mirando a Felipe, que se encontraba junto a la puerta del baño.

―No es nada malo ―respondió Camila. Sonreía y observaba lo bien que se veía con el traje negro ajustado―. Así es que no te asustes. ―Le guiñó un ojo.

Bro... ¡Me dijo que sí! ―exclamó Felipe con una sonrisa de oreja a oreja. ―Cami y yo somos novios desde ayer ―anunció con orgullo. Boris se le fue encima para felicitarlo.

―Hermano, por fin te dio el sí. ―Boris se notaba dichoso por la noticia y no paraba de abrazarlos, porque sabía lo mucho que se querían y cuánto esperaron para estar juntos.

―Te dije que no era nada malo ―añadió Camila, buscando algo en su celular―. Juli me dice que envió un regalito para el novio. ―Se miraron los tres desconcertados, debido a que desconocían lo que su amigo tenía planeado―. Y solo eso, ni idea de qué regalito será. ―Se terminaron de acomodar, pues era casi la hora de bajar para que comenzara la ceremonia.

Se apresuraron y bajaron raudos la escalera, excepto Camila que traía zapatos de taco alto y no acostumbraba a caminar con ellos. Salieron hasta el patio, que se encontraba lleno de arreglos florales y cintas blancas. Un poco más allá estaba la carpa con las sillas en donde se casaría la feliz y ejemplar pareja de la congregación.

El lugar ya estaba repleto de invitados y todos hablaban de lo esperada que era la boda. Algunos grupos de chicas murmuraban que ellas estarían felices de ocupar el lugar de la novia, porque Gabriel era el sueño de muchas y tenía un gran futuro por delante.

Se fueron acomodando en sus sitios, la tenue música sonaba para amenizar el momento. A un costado estaban los músicos y coro de la iglesia que tocarían en vivo a pedido de la novia cuando hiciera su ingreso al lugar. Boris y sus amigos se sentaron casi al final, aprovechando que nadie los notaría con el nerviosismo del momento. Estaban expectantes a conocer el regalo de Julián y cuándo sería entregado. Terminaron de acomodarse todos los invitados y, en ese instante, el pastor Abner se puso en su sitio frente al público para oficiar la ceremonia. De inmediato comenzaron a tocar los músicos la clásica marcha nupcial, que era el sueño de Lucía para ese día tan esperado.

El Hijo del Pastor ©️ [ Disponible en físico  ]Where stories live. Discover now