Los chicos de la noche

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Durante uno de los recreos, Julián se acercó a Boris, quien se encontraba en el fondo del patio del colegio, conversando con Camila y Felipe; ellos ya se habían enterado del mensaje recibido por Facebook donde lo invitaba a salir y, a decir verdad, aún no estaba seguro de aceptar, solo había aprovechado de utilizar la situación para incomodar a Gabriel.

―¡Hey!, no me has dicho si aceptarás salir conmigo esta noche, nene nuevo ―Julián interrumpió la conversación de los amigos, aunque ellos ya lo habían visto venir en su dirección.

―Eh... No estoy seguro de que me den permiso. ―Boris no mentía al respecto.

―Verdad que eres el hijo del pastor del colegio. ―Julián juntó sus manos como rezando en un gesto burlón.

―¡Ya no molestes y vete! ―gritó Camila indicándole con el dedo hacia dónde debía irse. Estaba sentada en las piernas de Felipe.

―Tranquila... solo bromeo. ―Julián le sonrió dejando ver su perfecta sonrisa, parecía que le daba igual lo que lo demás le dijeran―. Yo solo quiero salir con este guapo chico nuevo ―agregó mirando a Boris que se sonrojó de inmediato―. Y que está rojito como un muñequito ―finalizó guiñándole un ojo.

―¡Ya, déjalo tranquilo! ―insistió Camila, molesta con la situación.

―Julián parece sincero en su invitación ―intervino Felipe, ante la mirada asombrada de Camila―. solo necesita una respuesta ―quiso darle una ayuda, al notar que parecía no estar molestando como de costumbre. Se produjo un breve silencio.

―Si me dan permiso iré contigo... Pero como amigos ―respondió Boris, aún sonrojado.

―Yo puedo conseguir el permiso del pastor ―dijo Camila ahora con un tono más amigable. Julián miró sorprendido―. Puedo inventar que irás a mi casa a una sana reunión de compañeros... Pero con una condición ―agregó dejando en suspenso. Miró a Felipe y en complicidad rieron.

―¿Qué condición? ―Julián estaba intrigado al igual que Boris.

―¡Que nos dejen ir con ustedes! ―exclamó Felipe en complicidad con Camila.

―¿Es en serio? ―Julián estaba asombrado, ya que nunca había tenido muy buena relación con nadie en su curso.

―¡Sí, es en serio! ―aseguró Camila, poniéndose de pie―. Nos sirve para salir y para cuidar a nuestro amiguito Boris de tus garras. ―Miró a Boris, quien no entendía muy bien todo lo que pasaba―. ¿Qué dices, amigo? ¿Vamos? ―Su sonrisa dejaba ver sus brackets.

―¡Está bien, vamos! Pero tú me consigues el permiso ―respondió Boris, mientras que Julián sonreía al haber conseguido una cita con el chico nuevo.

Durante el resto de la clase planificaron cómo sería la salida y, horas más tarde, Camila llamó a la casona del pastor Abner para hablar directamente con él; le hizo saber lo agradable que era su hijo Boris y que, como buenos compañeros, querían darle una pequeña bienvenida en su casa, de manera recatada como acostumbraban en el colegio.

Las buenas notas y conducta de Camila surtieron efecto en Abner, quien accedió a que su hijo participara de la reunión de compañeros dejando en claro las condiciones: Boris debía regresar a casa antes de las dos de la mañana, lo cual, a su juicio, ya era un horario prudente para que la juventud se divierta sanamente.

Tía Corina, en cambio, al saber de la salida que tendría su sobrino, reclamó un rato aduciendo que no se debía ser tan permisivos con los adolescentes o de lo contrario acabarían alejados de los caminos del Señor. Tras casi una hora de hablar de lo mismo con Juana, que escuchaba atenta a su patrona, apareció Gabriel en la cocina en busca de algo de comer.

El Hijo del Pastor ©️ [ Disponible en físico  ]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora