La fraternidad

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Era un sábado por la noche y Julián Klein, un adolescente de catorce años se preparaba para salir de fiesta con sus amigos. Vivía hacía casi dos meses en la casa de su tía, a un par de horas de sus padres. Los había dejado por no permitirle llevar el estilo de vida que estaba teniendo desde hace un tiempo. Cuando decidió contar que era homosexual, y motivado por malas influencias, desaparecía de su casa casi todas las noches. A veces no regresaba en varios días sin avisar en dónde estaba.

Su tía Bernarda decidió recibirlo para darle apoyo, a pesar de que él continuaba con la misma conducta de desaparecer y regresar, acompañado de grupos de chicos cercanos a su edad que vagaban por las calles, bebiendo y drogándose una y otra vez.

En aquel entonces, Julián tenía una pareja llamada Alex, un estudiante de periodismo de unos veintiún años. Era un tipo poco atractivo, cuya principal cualidad era cambiar de pareja varias veces al año. Prefería a los más jóvenes, porque le resultaba más fácil manipularlos y mantenerlos en sus excesos.

Aquella noche no sería diferente. Julián estaba invitado por primera vez al departamento de Alex, el cual compartía con un grupo de estudiantes universitarios. Compraron varias botellas de ron barato y, entre todos, juntarían gran cantidad de alcohol y drogas para pasar una noche inolvidable.

Julián llevaba tres noches sin regresar donde su tía. Se había quedado en casa de una de sus amigas lesbianas, y al otro día volvería con ella.

Presentía que pasaría la noche en la cama de Alex. No tendría sexo con él detrás de algún arbusto en un parque oscuro o en el baño de la casa de la amiga.

A eso de las once de la noche llegaron Francisco, un chico moreno y robusto, que era jugador de rugby; Nicky, el gringo flaco que estaba de intercambio de Norteamérica; y Gabriel, sureño futbolista y estudiante de medicina. Los tres eran los mejores amigos de Alex en la universidad y compartían los gastos del departamento desde que habían ingresado a estudiar.

Estaban bebiendo, bastante eufóricos, mirando un canal de deportes, desparramados en los sillones de la sala principal.

―¡Estos son mis brothers! ―exclamó Alex, presentando sus amigos a Julián, su novio, quien se veía mucho más reducido entre ellos al ser delgado y menor.

―¡Somos una Fraternidad! ―intervino el gringo, con la cara enrojecida, al saludar al adolescente.

―¿Es de confianza? ―preguntó Gabriel, que fumaba un poco de marihuana que compartía con el gringo.

―Sí, bro, es mi amiguito. ―Sonrió Alex, irónico.

Julián, nervioso, buscaba dónde sentarse. Acostumbraba a andar con amigos de su edad, de ahí su cautela entre los mayores.

―Yo soy Pancho ―se presentó el más robusto, al invitado―. Si eres amigo de Alex, eres bienvenido. ―Dio una palmada en la espalda de Julián, que lo hizo saltar de su sitio por la fuerza que tenía.

―Dale... Trajimos esto. ―Julián indicó la bolsa con botellas de ron sobre la mesa.

―¡Buenísimo, esta mierda se prenderá! ―gritó Gabriel, tomándose todo el vaso de alcohol que tenía en la mano.

Comenzaron a llenar los vasos y brindar por cada locura que se acordaban. Poco a poco el adolescente comenzó a sentirse en confianza y se reía junto a ellos. Trataba de no demostrar que era la pareja de Alex, algo que éste último le había pedido antes de llegar al departamento. Al parecer, sus amigos no sabían sobre su sexualidad.

Cerca de la una de la madrugada, a Pancho le dio por jugar a beber shots de tequila, compitiendo por el que menos resistía. Empezaron a hacer apuestas con penitencias que debían realizar demostrando sus habilidades con un balón de futbol. Casi en todas las oportunidades, Julián perdía, por lo que le tocaba tomarse otro shot de alcohol.

El Hijo del Pastor ©️ [ Disponible en físico  ]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora