Capitulo 49

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"Te quiero a ti..."

Sus labios volvieron a invadirme. El calor llenaba todo mi cuerpo, la habitación. Y su respiración iba rápida, como la mía, a mil por hora. Nuestras lenguas disfrutaban de su pequeña batalla, sin vencer, sin derrota, solo disfrutando del sabor del otro. Sus manos apretaban mi cintura, pegándome mas, queriendo mas. Y yo también lo deseaba, llevaba deseándolo mucho tiempo. El corazón a mil revoluciones y no importaba, daba igual. Sólo quería sus labios en contacto con los míos.

Justin me levantó lo suficiente como para enrollar mis piernas alrededor de su cintura, apretándome, haciendo que soltara un pequeño suspiro que se unió a mi gemido. Mi espalda chocó contra la pared. Sobraba ropa, mucha ropa y a los dos nos incomodaba. Mi pecho chocaba contra el suyo. Una de sus manos subió lentamente por mi tripa dedicándome caricias, amor. Subió hasta mi pecho y allí ya no fue delicado. Sus labios descendieron por mi cuello haciendo un pequeño camino hasta mis labios para después volver a recorrerlo hacia abajo, hasta mi pecho, haciendo que viera las estrellas en cuestión de segundos mientras él chupaba y mordía y yo perdía totalmente el control de mí misma. Volví a apretarme contra él, restregándome un poco para regalarme otro de sus gemidos que me hacían volar muy muy alto. Su cintura estaba totalmente apretada a la mía y diablos, si eso no se sentía bien.

Mis manos se entrelazaban con su pelo, tirando de él en el momento justo en el que sentía que iba a alcanzar el clímax. Pero todavía no, todavía era pronto, quería mas de él. Le había echado de menos, mucho. Y ahora le tenía aquí, conmigo y lo demás no importaba. Solo disfrutar, solo él y yo.

"Joder, gatita, no me provoques." Susurró contra mi cuello.

Me incliné hacia delante y volví a hacer el mismo movimiento, notando como él cada vez se ponía mas duro, y susurré: "Quiero mas, Justin, mucho mas..." 

Un profundo gruñido del fondo de su garganta cobró vida. Reí contra su oído y mordisqueé su lóbulo mientras nos dirigía a la cama con una velocidad increíble. También tenía prisa, como yo, pero ambos lo queríamos despacio. Profundo. Lento. Nuestro.

Me dejó caer sobre la cama colocándose él entre mis piernas. Y mas besos, mas caricias. Mas besos de los que nos dejaban sin respiración, de esos suaves, calientes y malditamente sexys. Mordí su labio mientras sentía como la única pieza de ropa que tenía se deslizaba por mis piernas. Sus labios volvieron hasta mi pecho, atrapando uno de mis pezones mientras no dejaba solo el otro. Masajeaba uno mientras el otro era atrapado por el inmenso placer que producía su lengua contra mi piel.

"Justin..." solté en un suspiro ahogado.

Mi cuerpo se arqueaba hacia delante sintiendo el calor que su boca desprendía. Y es que casi no podía mas, le había echado de menos, infinitamente. Y ahora estaba aquí, era mío, todo él. Y yo suya, como siempre había sido.

"Tranquila, gatita, sólo acabo de empezar..." Murmuró con la voz grave y una sonrisa maliciosa.

Sus palabras hicieron que mi bello se erizara. Me ponía nerviosa, todo él, entero. Me hacía débil y temblorosa a la vez que fuerte y segura. Él, sólo él, hacía que fuera yo misma.

Dibujó un camino de besos hasta la parte baja de mi cintura. Mi corazón se aceleraba, a toda ostia. Mi cuerpo ahora mismo era gelatina bajo sus manos. Me dejaba hacer, disfrutaba. Maldita sea, si lo hacia. Con un dios como él, ¿cómo no iba hacerlo? 

Sus labios besaron mis muslos, bajando por cada uno, primero una pierna, luego la otra. Provocándome, tentándome. Y yo me retorcía de sumo placer y aún no me había tocado ahí. Justo cuando iba a llegar cerré un poco las piernas, no sé por qué lo hice, fue instintivo. Levantó la vista y sus ojos coincidieron con los míos. Acarició con las yemas de sus dedos la parte exterior de mis muslos regalándome tranquilidad.

Esclavos de la noche.Where stories live. Discover now