Capitulo 20

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"Tu madre ha estado llorando cada día. Tu abuelo se ha puesto peor. Y ___ llama cada día preguntando por ti."




"Tío, como veo que esto no funciona, te voy a contar una cosa." La voz de Ryan llegó a mis oídos disipando la oscuridad que me invadía. Poco a poco todo se volvía más claro. "Mira, te voy a contar mi primera vez, pero no esa que te conté en la que soy un campeón... La de verdad."
Notaba como empezaba a sentir cada uno de mis músculos. Moví los dedos de los pies con sutileza, para estar seguro de que podía moverlos. Mi cuerpo empezaba a reaccionar.
"Pues eso" carraspeó aclarándose la garganta. "¿Recuerdas la noche del baile? ¿La del último curso?"
Recordaba la noche del baile. Música, tías buenas y un buen polvazo en la clase de química. Mereció la pena la pasta en la limusina para meterme entre las piernas de Grace. Esa si que fue una fiesta. Intenté no sonreír al recordarla.
Comprobé las demás partes de mi anatomía. Cerré mi puño, ese que estaba escondido. Si mi cuerpo ya estaba listo para despertar no quería que Ryan se enterara, tenía que escuchar esta historia. Esto iba a pintar muy bien.
"Bien pues, fui con Marian, pero después de unos bailes y alcohol, se piró. Literalmente, se fue sin decirme nada con Nathan, el del equipo de fútbol. Maldito, hijo de p..." Noté como apretaba los dientes. "Entonces me encontré a Sarah, sí, Sarah Parker. La de los granos, que tenía hasta barba, esa. Y estaba borracho, ella era virgen también y... Una cosa llevó a la otra. No me culpes. Pero la tía fue una fiera en la cama, joder."
Intenté aguantar la risa pero fue inútil. Me reí bien fuerte, tanto que la vía de mi brazo me provocó un pinchazo fuerte. Pero no podía parar. Mi amigo se había tirado a La Pelos. Esto era una pasada.
Estaba con la cabeza agachada. "Joder, tío. Parece que oigo tu risa. Fue penoso, te lo juro."
"Bro, para algo en lo que te tengo en un pedestal y es mentira." Dí unos pequeños golpecitos en su cabeza con la mano. "Sigues siendo el puto pringado." Volví a reírme con mas fuerza cuando levantó su cara y me miró con aquella expresión de vergüenza, enfado y sorpresa. Todo en uno. Esta rojo como la sangre.
"Vete a la mierda."
"Estoy hecho mierda." Cuando dije aquello, Ryan se levantó y me abrazó. Intenté devolverle el abrazo como pude pero el brazo me dolía infinito y el pecho otro tanto.
"Me alegro de que hayas despertado" se apartó poco después volviendo a sentarse al lado de mi cama.
"Tenía que oír esa historia" dije sonriendo con ironía.
"No me obligues a pegarte yo ahora otra paliza." Su mandíbula se apretó dándole aspecto de tipo duro. Pero en Ryan no colaba. Era imposible.
"Estoy medio inválido, dame un respiro..." Reproché señalando mi cuerpo y su estado. "¿Por cierto, cuánto tiempo llevo aquí?"
"Una semana y media. Has estado en coma y los médicos no estaban seguros de que despertaras. Te dispararon, perdiste mucha sangre, has tenido dos hemorragias internas y 3 costillas rotas." Ahora entendía el dolor de mi pecho.
Hice una mueca de dolor cuando mencionó todo. La noche del ataque no la llegaba a recordar con exactitud. Sólo recordaba algunos tramos. Los que hacían que mi piel se erizara.

"Un solo paso mas y tus preciosos amigos acaban con el pie en el otro lado, ¿lo has entendido?"
Tu querida puta será la primera en morir.”
Vuelve a intentar algo como esto y serás el primero en morir. Seguido de tus putos amigos.”

Todo eso taladraba mi cabeza una y otra y otra vez. No se podía alejar. Y recordaba el trato. Peleas a cambio de mis amigos. El 70% para él y el resto todo mío. Con eso no podía pagarle el tratamiento a mi abuelo. Con eso tendría para vivir. Tony iba a quitármelo todo. Absolutamente todo y yo estaba dispuesto a dejarle hacerlo por ellos. Y había acabado aquí. Por gilipollas, por imbécil. Rompiendo las reglas con la Mafia. Jugando a juegos estúpidos en los que siempre voy a perder. Porque ellos son mas. Porque ellos tienen mas poder. Porque mi mundo empieza a girar a su alrededor. Porque no tengo otra opción. Él había sido claro. No iba a poder negarme nunca. Acababa de destruir mi vida a cambio de salvar las suyas, las de Ryan y ___.
Un agudo dolor atravesó mi pecho. Grité y me retorcí. Joder. Dolía, dolía infiernos.
Ryan se levantó de un golpe mirándome con preocupación. Aparta esa mirada de mi, Butler. No necesito compasión. No ahora. El dolor continuaba insistente. Apreté los dientes con fuerza junto con mis ojos.
"Llamaré a una enfermera." Dijo antes de alejarse de mi para dirigirse con velocidad a la puerta.
"NO" grité haciendo que se diera la vuelta. No quería ningún médico más. Se pasaría. Y de todas formas merecía esto. Y más. "No necesit... necesito una enfermera..." Intenté incorporarme en la cama a la vez que procuraba eliminar el dolor de mi expresión. "E--Estoy bien."
Ryan no parecía convencido. "¿Seguro, bro?"
Asentí. Debía acostumbrarme al dolor. Iba a protegerlos y me merecía esto. Las puñaladas, los golpes, todo. Ryan pareció ceder cuando no volví a quejarme. Pero no estaba de todo convencido. Sabía que no me creía.
"Todo ha estado mal desde que te fuiste. Mason se enteró de que vas a trabajar para Tony y quiere otra pelea. Sigue sin estar dispuesto a perder contra ti. Tu madre ha estado llorando cada día. Tu abuelo se ha puesto peor. Y ___ llama cada día preguntando por ti." Tragué saliva. Todo dolía. Y no por la paliza. "Ha sido un completo caos, no pierdas la cabeza así nunca. No sabes cuanta gente cuenta contigo."
Toda esta información era demasiada. Era culpable. Y a ver ido a enfrentarme a Tony me lo hacía aún más. Un golpe en el corazón. Directo. Sin miedo.
La puerta se abrió entonces. En la puerta estaba mi madre. Lloraba. Lloraba pero sonreía. Estaba preciosa pero rota. Completamente rota, más incluso que con su propio padre. Se llevó las manos a la boca parando el temblor de estas y su llanto. No se movió del umbral y yo no pude articular palabra. Hacía tanto que no la veía. Y seguía siendo hermosa. Mi madre. Estaba allí. Cuidando de mí. Joder, como la echaba de menos.
"Mamá..." Mi voz sonó ronca y rota. "Estoy bien, mamá. Estoy aquí." No supe para quien fueron esas palabras. ¿Intentaba que aquello se metiera en mi mente o en la suya?
Ryan se fue de la habitación cuando mi madre se acercó. Despacio. No había prisa. Y me abrazó. Me abrazó como en las noches en las que tenía pesadillas. Me abrazó como cuando lloraba. Me abrazó como cuando me rompieron el corazón. Como una madre. Y lloró, lloró en mi hombro y yo no pude impedirlo. Otro golpe al corazón.
La abracé con toda la fuerza que pude encontrar y lo que todos aquellos tubos conectados a mí me permitieron. No fue suficiente. Para ninguno.
Mi madre se apartó. Pero se mantuvo cerca. Acarició mis mejillas con ambas manos. Intentaba contener las lágrimas pero, no podía. Besó mi frente. Y se dejó caer en la silla que antes ocupaba Ryan. Agarré sus manos con la mía libre y las apreté dándole apoyo. No iba a irme. Nunca.
"Mi niño..." Apretó sus labios después de soltar aquel susurro.
"Mamá, estoy bien, tranquila." Dije en su mismo tono de voz sin apartar la vista de ella. Tenía que recomponer los cachos.
"Estas aquí... Eso es lo que importa. Si." Vino de nuevo a abrazarme. Y esta vez lloré con ella.
Había destrozado a mi madre. Y el golpe en el corazón dolió como un disparo.

**

"Justin." Mi madré se asomó a través de la puerta. Me había quedado traspuesto después de su visita. No me sentía con fuerzas de nada. Estaba hasta arriba de emociones. "Tienes visita." Dijo con una sonrisa.
"¿Qui-" Me corté antes de acabar. Su melena morena acaba de atravesar la puerta. Seguida de sus ojos verdes. Y su boca perfecta. Había llorado. Tenía los ojos rojos y acuosos. No podía apartar la mirada de ella. Todo alrededor había desaparecido y me maldije a mi mismo. Me maldije por dejar que fuera tan importante. Por ponerla en peligro. Por haberla hecho llorar. Por haberla encontrado en aquel banco aquella noche.
"Hola, Justin." Voz rota. Lágrimas a punto. Joder, vete. Vete y no me veas. Olvídate de mí. Sería menos doloroso que verte llorar. 
Mi madre cerró la puerta una vez que ___ entró dejándonos algo de intimidad. No podía decir nada. Mi corazón estaba acelerado pero mi mente solo pensaba: peligro, peligro, márchate. Ella anduvo solo unos pasos. Esperaba una respuesta por mi parte. Pero, ¿que la diría? ¿Qué me alegraba de verla? Siempre. ¿Qué se fuera? Por supuesto. ¿Qué la escuché llorar? Nunca. ¿Qué necesitaba sus besos como una droga? Eso no, no. Dolería más la despedida. Porque eso es lo que debía hacer. De verdad. Tenía que echarla. Mantenerla a salvo de Tony. Mantenerla a salvo de todo. De mi mismo. Tenía que olvidarme. No saber que existía. Devolverla a una vida feliz, sin mí.
"Márchate, ___." Solté cuando pude apartar la mirada de ella.
"No voy hacerlo, Justin." Su tono no permitía objeción.
"No tenías que venir. Lárgate, por favor."
"No quiero." Declaró.
"¿Por qué no?" Mi corazón bombeaba más rápido. Todo era un error, ella no tenía que decir esto. Tenía que irse por la puerta. Rápido.
"Porque no puedo."
"Claro que puedes. Abre la puerta y sal. Vive tu vida."
"No puedo, Justin. Ya no puedo vivir mi vida sin que tú rompas mis esquemas."

Esclavos de la noche.Where stories live. Discover now