Capitulo 36

2.9K 119 0
                                    

“Dispara.”

Justin:

Otra vez el mismo sonido. Otra vez el mismo golpe. Mis nudillos contra la carne blanda de su mejilla. Pam, pam. Van de dos en dos, o tal vez de tres. No lo sé. La mente se me nubla en este momento. Tengo que concentrarme en lo que estoy haciendo. Tengo que fijarme en mi único objetivo. Y no es la persona que está sentada delante de mí, es otra. Otra que ahora estará en su cama, durmiendo, con sus preciosos ojos cerrados ajenos a toda esta sangre. Porque jamás debería ver algo así, porque no lo hará.

Mis manos empiezan a doler. Llevo golpeando fuerte bastante tiempo. El tipo sangra, gime, escupe lo que tiene dentro pero no habla. Nunca hablan. Y eso me cabrea mas todavía, porque quiero irme. Quiero salir de todo esto y protegerla. Protegerla de aquel que me causa esto. Y por eso tiene que hablar.

Mi puño golpea de nuevo en su rota nariz. La sangre le mancha la cara y toda la camiseta. Pero él sólo se ríe. Y maldita sea, yo no quiero esto. No quiero pegarle, no quiero estar aquí dentro por mas tiempo. Habla jodido inútil, habla.

El eco de su risa se extendió por la habitación. Había dicho esas palabras en alto. Escupió la sangre que le llenaba la boca hacia un lado. Estaba desecho. Su jefe le había metido en todo esto y él iba a aguantar. No iba a decir absolutamente nada.

“Tu tiempo se acaba, Parker.” Amenazó Watson detrás de mí.

Estábamos en uno de sus almacenes. Todo estaba completamente vacío. La habitación la llenaba la lámpara sobre mi cabeza y la silla en el centro, justo de bajo. Parker estaba atado de manos y pies a la silla, destrozado por cada uno de mis golpes. Watson y Greg estaban justo detrás de mi. A dos metros de distancia de la acción. Tony estaba fumando un grueso puro y Greg mantenía los brazos cruzados mirando impasible la escena. Yo hacía todo el trabajo sucio.

“No... no diré... nada.” Las palabras costaban. Parker tenía la boca inflamada y llena de sangre, y apostaba que había algún que otro diente roto.

“Justin.” Llamó dándome pie.

Levanté el arma y lo apreté contra su sien. Le miraba fijamente a los ojos buscando algún rastro de miedo en su expresión. Nada. Iba a morir. Empujé el arma contra su cabeza.

“Habla, ¿donde lo tenéis?” Grité.

Él sólo sonrió mostrando su dentadura ensangrentada. Esto no me gustaba, no me gustaba nada. Cargué la pistola y volví a pegarla con fuerza contra el lado izquierdo de su cabeza. Parker se puso serio al ver que no estaba jugando. Tragó saliva y me miró observando cada uno de mis movimientos. Intentaba relajar mi respiración, mi corazón en cambio, era diferente.

“Dispara.” Ordenó Tony.

Asentí y tensé mi mandíbula. Si hacia esto me convertiría en un asesino. Si hacia esto cargaría este peso en mi consciencia toda la vida. Si lo hacía iba a perderme a mi mismo, a ella, todo. Pero si no lo hacía también.

Mi dedo rodeó el gatillo. Tragué saliva y miré a mi victima. Tal vez tendría familia, tal vez tendría a alguien quien le echaría de menos. Tal vez tenía un futuro que llevar a cabo. ¿Y yo iba a arrebatárselo? ¿Por ella? Dios, haría cualquier cosa por ella, cualquier cosa. Pero, ¿esto? Convertirme en un asesino...

El eco del disparo invadió el aire. El agujero de bala se veía perfectamente a esta distancia. En su cabeza. Limpio. Directo al cerebro. Había muerto al instante. Bajé el arma. Ardía en mi mano. Quemaba. Quería soltarla. Mis ojos estaban totalmente abiertos mirando el cuerpo sin vida de Parker. Mi respiración se había ido. Había un silencio total en la habitación. Apreté los dientes y aparté la mirada, Tony observaba totalmente serio.

Esclavos de la noche.Where stories live. Discover now