Capitulo 38

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Despídete del mundo.”

La playa a estas horas estaba casi desierta. Eran las 7 de la mañana. Había madrugado sólo para ver la puesta de sol desde aquí.

Mis pies estaban hundidos en la arena. Se sentía muy bien, genial, en paz. Respiré profundamente llenando mis pulmones con el aliento que desprendía el mar. Las olas intentaban alcanzarme mientras me hacían soñar con el suave sonido que producían. Cerré los ojos e intenté dejarme llevar por todas las sensaciones que estaban invadiéndome. Me sentía feliz, pero faltaba algo.

Unos brazos me rodearon por la espalda. Su cuerpo caliente se juntó con el mío. Esto era lo que me faltaba. Él. Sólo él. Todos los días. A cada momento. Su aliento golpeaba mi cuello mientras dejaba un camino de pequeños besos. ¿Toda mi vida sería así? ¿Besos, caricias y mimos? No podía quejarme. Quería todo eso de él y mas.

Me giré para encontrarme con esos ojos color miel que tanto me hacían soñar. Sonreí cuando él lo hizo. ¿Se podía vivir a base de sonrisas? Creo que tenía la respuesta a eso.

Rodeé su cuello con ambas manos antes de fundirnos en un beso. Su boca encajaba perfectamente en la mía, igual que hacía yo con la suya. El beso sólo mostraba amor, amor y deseo. Era uno de esos besos que llevan inscrito las palabras 'te quiero'.

Pero entonces Justin se alejó de mi. Sus manos se apretaban en torno a mi cintura separándose de mi. Su rostro había cambiado. Ya no me miraba como siempre. Ahora reflejaba horror y miedo. Quedó en completo silencio. Lo único que podías oír era la brisa. Se separó de mi completamente. Un paso, dos, tres. Yo di un paso hacía delante, intentando alcanzarle pero antes de que pudiera susurrar algo, él levantó la mano. Pidiendo que frenara, que no me acercara. Miró al suelo desviando la mirada de mi.

“Este no soy yo” dijo sin mirarme. Una de sus manos se fue hasta su espalda. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo que no era él? Este es Justin, mi Justin. “Tengo que enseñarte como soy de verdad.”

La mano que antes estaba tras él paso hacia delante. Esta vez traía un objeto consigo. Levantó el brazo y su mirada hacia mi. La punta del arma iba dirigida hacia el centro de mi frente. Sus dedos estaban en el gatillo sin vacilación. Tensos, apretados, listos. Tragué saliva sin saber que hacer, que decir, donde ir. Justin no iba a dispararme. No.

“Justin, baja el arma.” Susurré cuando mi voz me lo permitió.

“No. Tú has cambiado quien soy, ¿sabes?” Inclinó la cabeza hacia un lado sin apartar los ojos de mi. Una sonrisa siniestra se dibujó en sus labios. Mi cuerpo no dejaba de gritar: ¡peligro, peligro! Pero mi cabeza y mi corazón sabía que no dispararía. “Me has vuelto un mierdas. Y ahora voy a terminar con eso.”

Negué levemente. Las lágrimas estaban cayendo por mis mejillas y yo solo intentaba seguir allí de pie. Firme. Diciéndome a mi misma que nada de esto era real, que él no era así, que nunca dispararía.

“Para” supliqué con un sollozo.

Soltó una fuerte carcajada que me pareció que hizo retumbar toda la playa.

“¿Ahora me tienes miedo, gatita? Tal vez nunca has sido como yo esperaba.” Cargó la pistola en un movimiento rápido. ¿De verdad iba hacerlo? No, no. Esto no estaba sucediento.

“Justin, por favor... Este-este no eres tú, por favor...” Sólo suplicaba, sólo lloraba. ¿Qué demonios estaba pasando? Justin no es así, este no es él. “Tú me quieres...”

“Zorra, nunca te he querido.” Las palabras cortaban, dañaban, mataban. “Despídete del mundo.”

Iba a morir. Los segundos para mí estaban acabando. ¿Acabaría así? Sola, en una playa. ¿Me echaría alguien de menos? ¿Mi familia, mis amigos, él? Mi asesino iba a ser la persona a la que amaba. La persona en la que mas confiaba. Iba a morir aquí, ahora. A punta de una pistola. No viviría nunca nada mas, ni viajaría, ni haría planes de futuro. Me costaba respirar.

Esclavos de la noche.Where stories live. Discover now