Capitulo 48

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“Te volaré la cabeza sin ni siquiera pestañear"

Semanas después.

Justin:

He vuelto a pelear. He vuelto al círculo y he subido de categoría. Ahora soy uno de ellos. Soy como aquellos a los que temía. Visto ropa negra porque es mucho mejor para camuflarse por la noche. Sólo salgo de noche. Llevo tiempo sin que un mísero rayo de sol me toque. Sin sentir calor. Sin sentir nada. Un esclavo de la noche. Porque eso es lo que somos, esclavos de la noche.

Y peligrosos, muy peligrosos. ¿Desde cuando he empezado a llevar un arma conmigo? No lo recuerdo. A veces me cuesta recordar muchas cosas desde que estoy aquí. Con ellos. Mi nueva familia, como suelen llamarse. Y a mi la boca me sabe a sangre.

Me han dado en la mandíbula. Debo continuar. Doy un derechazo que no llega con demasiada rapidez y mi oponente se agacha. Era lo que quería, desde ahí puedo golpear sus costillas con mi pierna. Los brazos empiezan a dolerme de mantenernos en alto, pero las piernas siguen resistiendo. Mi contrincante se tambalea. Perfecto. Doy un paso adelante protegiéndome el pecho con las manos en posición defensiva. Mi adversario parece enfadado al darse cuenta del golpe que ha recibido. No se lo esperaba y eso ha jugado en mi ventaja. Me agacho deprisa, muy deprisa e inclino mi cuerpo hacia la derecha para tener el ángulo perfecto e impulsar mi pierna izquierda y darle un fuerte golpe en las rodillas.

Crack.

Un golpe sordo. Mi oponente cae de lado. Parece que le he roto la rodilla. Aprovecho que está arrodillado para ir en su busca y darle un fuerte golpe por debajo de la mandíbula. Cae de espaldas, abatido, derrotado. Pero no lo dejo ahí, no puedo. Quieren espectáculo. Han pagado por eso. Me pongo a horcajadas sobre su cuerpo y empiezo el baile de puños.

La sangre baja por mi mano. Pero no es mía. Me duelen los nudillos, pero no dejo de golpear. Tengo ganas de seguir dando puñetazos. Se siente bien, me libera. Tengo ganas de gritar. Parece que su cuerpo se amolda a mis nudillos. Uno, dos, otro mas. ¿Cuántos llevo? ¿Sigue consciente? La verdad es que no me importa. Quiero destrozarlo, destrozarle como han hecho conmigo. ¿Dejará de respirar? Que mas da. Yo también he estado sin respirar mucho tiempo. Ahogado, confuso. Todo se está nublando a mi alrededor. Dejo que la ira fluya por todo mi cuerpo. Pero no por mi adversario. No por la persona que tengo debajo. A esa ya no la veo, ha cambiado de apariencia. Ahora es un hombre gordo y repulsivo que conozco demasiado bien. Y mis puños no paran. Y grito, grito que le odio, que ojalá se muera. Y no puedo parar.

Siento como unos brazos tiran fuerte de mi llevándome lejos. No, no, tengo que volver, tiene que morir. Mi cuerpo golpea el ring debido al empujón que he recibido. Me tienen sujeto por las manos y las piernas. Intento escaparme pero no puedo. Sigo pegado al suelo, atado, como un animal.

El sonido de toda la audiencia me golpea. Y vuelvo a ver. Mi respiración está fuera de control. Casi me falta el aire. Tardo en saber donde estoy. Busco con la mirada cualquier cara conocida. Pero no la encuentro. Ni a ella. Nunca está. Y sé que lo merezco.

Me sueltan con cuidado sin apartarse de mi y me incorporo. Hay una persona siendo atendida delante de mí. Tiene la cara llena de sangre y con tonalidades negras y moradas, e hinchada, muy hinchada. Miro mis manos. Mis nudillos están completamente pelados y la sangre resbala por ellos. ¿He sido yo? Debo de haberlo hecho. El cuerpo me duele y me escuece. He vuelto ha ganar, pero está vez he pasado el límite. Ver a mi oponente me asquea y me produce dolor. Le he dejado realmente mal y ni siquiera me he dado cuenta. ¿Por qué no me han detenido antes? Ya sabes la respuesta. Eres peligroso.

Mi boca me sabe a oxido y me limpio el labio con la mano. Una punzada. Lamo mi labio y noto un corte que lo atraviesa. También estoy herido, pero no le doy importancia. Necesito aire. Noche. Fuera. Pero mis piernas no responden. Y los que me rodean tampoco parecen que vayan a marcharse de ahí.

Esclavos de la noche.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora