Capitulo 9

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  “No soy tu puto muñeco. Soy una persona..."

 Hay muchas veces en la vida en la que nos harán daño. Hay muchas veces en la vida en la que todo va a escapar de nuestro control y nos va a doler, nos van a dañar pero eso nos va hacer mas fuertes. Eso conseguirá que sigamos adelante, que continuemos, que veamos que después del dolor vienen sonrisas, que después de la tormenta llega la calma. Porque aún a pesar de que la persona que nos dañe no nos importe lo más mínimo el dolor aparecerá, siempre lo hace. Siempre está esperando su oportunidad. Y le vamos a dejar entrar en nosotros. Porque sí, porque no somos de piedra y no podemos sentir solo alegría, así no se consigue la felicidad. El dolor está hecho para nosotros y nosotros para él. Pero lo superamos, nos hacemos más fuertes que él aunque siempre sea el vencedor. Superamos miedos, superamos experiencias, superamos heridas abiertas y las cerramos. Porque somos valientes, porque somos nosotros, cada uno mismo, el dueño de nuestra vida. Y aunque hay veces en la que caigamos hay que levantarse, hay que mirar hacia adelante. Sonreír cuando queramos, no cuando nos obliguen y soñar. Soñar con el mañana. Porque el dolor es solo un paso y nosotros controlamos nuestro camino.

Aquella mañana mis ganas de levantarme fueron nulas. Aún me seguía preguntando como fui capaz de dejarme besar por él, como fui tan idiota de que encima me gustara el beso. Nunca debí haber ido con él. ¿Segundas oportunidades? JÁ, eso que se lo digan a las princesas con finales felices. A esas que sólo ven el lado bueno de todo, porque las personas no cambian y eso ya lo tengo visto.

A pesar de todo, había soñado con el beso. Con él. Y maldecía cada segundo de aquella pesadilla. Justin no estaba hecho para mí, de la misma forma que yo no lo estaba para él. Incompatibles. Polos opuestos, pero no de los que se atraen. Somos muy diferentes. Y aún a pesar de eso no puedo llegar a odiarle del todo.

Suspiré dejando mis libros sobre la taquilla, cerrando la puerta una vez que cogí los libros de Historia. Me toca clase con él y no sabía como lo iba a superar. Es decir, no iba a poder simplemente pasar de él. Era su olor, su pelo, su cuerpo, su voz. Me atraía, pero dolía. Dolía haber creído por un momento que yo podía gustarle de verdad. Eres una mas, una mas que no importa nada. La voz lo repetía incesante en mi mente y tenía razón. Mucha.

Caminé hacia la clase esquivando a unos cuantos estudiantes que no me importaban nada. Tal vez debería ser de piedra como él. Tal vez debería pasar de los hombres y vivir mi vida, total, ¿quién los necesita? Sólo causan problemas.

Cuando entré en clase Justin estaba allí, en su mesa, con Katy. Ella sentada sobre su mesa con la vista fija en él, mientras su manos jugaban con los botones de su camisa. Justin estaba entre sus piernas, acariciando sus muslos de arriba a bajo colándolas un poco bajo su diminuta falda. Coqueteaban. Mucho. Y me ponía enferma. Justin la sonreía y ella le devolvía la sonrisa. Tenía ganas de vomitar, ganas de estamparla contra la pared y pegarla un buen puñetazo en el ojo. Katy se acercó al cuello de Justin riendo y lo besó suavemente. Cuando lo hizo fijó sus ojos en mí y entonces volvió a besarle con más ímpetu sin apartar la mirada de mi. Maldita zorra. Desvié la mirada con una mueca de asco y me acerqué a mi mesa. No iba a ser cobarde ahora. Me acerqué antes de que cambiara de opinión mientras ellos rozaban sus labios riendo. No parecieron notar mi presencia. Agarré la mochila de Katy de encima de mi mesa y la tiré al suelo, colocando mis libros en su lugar. Ambos me miraron cuando la mochila cayó.

“Lo siento mucho, ¿os he interrumpido?” Solté en tono irónico.

“Niñata, ¿por qué no te largas un rato?” Dijo Katy volviendo la mirada a Justin rodeando con sus manos su cuello. Justin seguía en mí.

Me senté en mi asiento y miré al frente. “Justin, deberías sacar la basura de tu mesa.” La cara de Katy fue un poema y Justin soltó una sonora carcajada que me hizo sonreir. Katy intentó lanzarse sobre mí pero Justin le agarró las muñecas antes de que hiciera nada.

Esclavos de la noche.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora