Fui caminando por los pasillos casi huyendo. No quería volver a estar en esa habitación. No quería sentir mas culpa de la que ya tenía. No quería agradecimientos. No quería nada. Le quería a él pero eso era imposible. No después de esto. No después de haber tenido que ocultar lo que realmente pasó a los padres de Matt. De inventar otra historia completamente distinta. Porque, ¿cómo iba a decirles la verdad? ¿Cómo les dices que el verdadero culpable era mi novio? ¿Cómo les contaba que lo hizo delante de mis propios ojos y que después huyó sin ni siquiera mirarnos? No puedes hacerle esos a unos padres, no podía hacerle eso a Justin.

He mentido por salvar a alguien al que no volveré a ver nunca. Alguien que no se ha vuelto a preocupar por mi ni por su familia. Y estoy defendiéndolo. Y callándome, porque si dijera algo la policía iría tras él y me preguntarían, y yo no quiero sentirme mas inútil de lo que me siento al no poder decirles nada. Porque no sabía nada. Y Matt tenía un jodido agujero de bala en el pecho.

Llegué a la cafetería y eché la moneda en la máquina. Un café doble me vendría de maravilla, y eso que no me gustaba el café, pero esta semana no había bebido otra cosa que no fuera eso. Tenía que estar despierta. Tenía que ser la primera que viera que Matt estaba vivo.

Cogí la pequeña taza y me la llevé a los labios. El líquido cayó por mi garganta quemándome, pero ya estaba acostumbrada. No me importaba lo caliente que estuviera. Había cosas que dolían todavía mas.

Tiré el vaso a la papelera cuando terminé y decidí salir a que me diera el aire. Si Matt recordaba todo el plan se iría al traste. Estaba segura de que Matt lo contaría. ¿Qué iba a impedírselo? Justin al final acabaría encerrado, unos cuantos años y quizá demasiados. Y yo no podía tenerlo entre rejas. No podía. Sería como tener aquello que mas deseo a centímetros de mí y jamás alcanzarlo. Nunca. Y me jodía estar tan enamorada de él. Porque incluso ahora, pensaba mas en él que en la persona que estaba en una estúpida cama de hospital. ¿Cómo podía ser eso sano para alguien?

No lo era.

Había caminado hasta la salida casi sin darme cuenta. Me senté en las escaleras de la entrada abrazando mis piernas contra mi pecho. No había vuelto a llorar. No después de la primera noche. Y mi cuerpo me lo gritaba, pero mi cabeza no le dejaba. No iba a ser débil. Había aprendido de él a no serlo, a mantenerme a flote aunque doliera infinito. Enterré la cara entre las piernas y cerré los ojos.

Tal vez ahora podría desobedecerle y llorar. Merecía hacerlo. Pero no podía.

“¿Qué voy hacer?” Susurré a la nada.

“Perdona, ¿eres ____ Sanders?”

Levanté la cabeza al oír mi nombre completo. Una chica morena y alta se alzaba delante de mi, vestida con unos vaqueros ajustados y una camiseta bastante ancha. Era muy guapa a pesar de las ojeras que tenía bajo sus ojos. Respiraba entrecortadamente.

“¿Quién eres?”

“Eso no importa. Eres Sanders, ¿si o no?” Volvió a preguntar con insistencia.

Asentí levemente. “Soy yo.”

“Te traigo un mensaje de alguien. Justin.”

Mi corazón dio una voltereta. Me puso de pie en seguida ante la mención de su nombre. Mi cuerpo temblaba.

“¿Dó-dónde está? ¿Qué le ha pasado? ¿Está bien? Dime que si, por favor, dime que sí.” Mi boca y mi cerebro actuaban con vida propia. No supe que había soltado todo aquello hasta que lo hube hecho.

“Verás, yo sólo venía a decirte que siente todo lo que te ha hecho desde el día en el que te conoció.” Lamió sus labios y tragó saliva. “Y…”

“¿Y qué mas?” Pregunté con ansia. Era lo primero que oía de Justin en mucho tiempo. Necesitaba mas que eso, mucho mas.

“Y que te quiere.”

Me quería, estuviera donde estuviera, me quería. Mi corazón se encogió haciéndose cada vez mas y mas pequeño. Sus palabras se habían clavado dentro.

Agaché la mirada intentando relajar mi respiración. Pero no quería eso. No quería que me dijera que me quería. Quería saber dónde estaba, cómo se encontraba, qué estaba haciendo. No que lo sentía. Necesitaba saber que seguía ahí.

“¿Dónde está? Por favor, dímelo, tengo que saberlo, tengo que ir-“

“No. No. Ir a buscarle es inútil.”

“No me sigas que es inútil, eso no es posible.” La encaré. “¿Dónde está?” Pregunté esta vez remarcando cada una de las palabras.

“En un lugar del que jamás va a poder salir.”

Y está vez, me permití romperte.

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Siento que el capitulo sea tan corto, pero quería que vieraís como se sentía y se siente ____ en este momento y quería centrarme en este momento.

Si comentais y votaís me haríais infinitamente feliz. Gracias.

ATENCIÓN: Empezaré a subir la novela CADA DOMINGO en vez de los lunes.

Esclavos de la noche.Where stories live. Discover now