Capítulo 60: Recuperación

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Mi mente se evade de la realidad y comienza a soñar o recordar, no lo tengo muy claro, pero me dejo llevar en una oleada de añoranza. Madge. La veo en la puerta trasera de la alcaldía, con ese bonito vestido blanco, el día de la cosecha. También lo llevaba puesto cuando nos hicieron la entrevista. La veo en la escuela, con su jumper corto, su lengua jugando con un lollipop de corazón mientras coquetea conmigo y después con Hester Dugan, siento odio por cada chico que se da vuelta a mirarla cuando camina por los pasillos con esas piernas y esas caderas, odio que miren sus curvas porque sé que la desean como la deseo yo también. Es hermosa e inalcanzable. La veo enseguida en la cancha, en el partido contra el Distrito 2, enfundada en un minúsculo uniforme de animadora, que se ajusta a su piel dejando ver su generosa anatomía femenina. Recuerdo nuestra primera cita en la pradera, nuestro primer beso y todo lo que vino después... nuestros encuentros en la pradera, subir a escondidas a su habitación, la primera vez que hicimos el amor en una casa vacía de la Aldea de los Vencedores. Estaba loco por ella, creo que lo estoy todavía. Pero Madge ya no me quiere, la perdí por estúpido. Me vio besar a Catnip y no me dejó explicarle nada, me hizo la ley del hielo y no me habló más. Ahora sale con un chico del pueblo, el hijo del nuevo director del colegio. Así que sólo debo haberme imaginado que ella estaba en la puerta. No creo que sepa lo ocurrido y no creo que le importe, a estas alturas.

Sin embargo, yo la añoro... todas las noches. Encima, duermo en un colchón que estaba en su desván y su madre iba a botar, ese día de la mudanza. Había una piscina en su casa de la colina y Madge tomaba el sol, intentando broncear su blanca piel. Recuerdo su olor entre cítrico y floral, que flotaba cuando movía la cabeza riendo, su risa como cascabeles, sus manos suaves. Ahora mismo me parece estar sintiendo sus manos delicadas recorrer mi rostro. Acaricia mi pelo ordenando los mechones rebeldes que caen, baja por la frente, traza mis cejas, mejillas, nariz, delinea el contorno de mi mandíbula con una sombra de barba. Se detiene en mis labios. Se siente tan real.


— Lo siento tanto. 


Hasta la oigo susurrar. Luego siento un suave beso en mis labios. Suave pero demasiado real para dudarlo, a pesar de estar medio inconsciente, porque hay alguien conmigo, efectivamente.


— Madge —murmuro su nombre en una exhalación, lleno de esperanza que sea ella en verdad y no alucinaciones.


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Pero al entreabrir los ojos, veo que no es Madge... es Catnip. ¿Fue ella la que me besó y quien me acariciaba? Oh, oh... se echa hacia atrás con cara confusa, frunciendo el ceño. Estamos solos en su cocina.


  — Hey, Catnip. ¿Ma-mamá?... mucho... —balbuceo intentando arreglar la metida de pata.

 — Hey, Gale. ¿Duele mucho? —pregunta Katniss—. Tu mamá tuvo que volver con tus hermanos. 

— Pensaba que ya te habrías marchado... —Después de irme furioso de la casa del lago, creí que en realidad se marcharía con su familia, con o sin Peeta si no lograba convencerlo, como a mí.

Gale y Madge: Fresas en el BosqueWhere stories live. Discover now