Maldito, pajero, deja de soñar. Centrate.

Adoraba lo que me hacía sentir. Y me juraba mil veces a mi mismo no joderla, no hacerla daño otra vez. La quería para mí. Sólo para mí. De aquí a una eternidad. Y aún así, no me parecía suficiente. Supongo que debería pedirla salir, hacerlo oficial. Eso es lo que les gusta a las tías, ¿no? Ponerle nombre. Ser algo para un chico que no sea otra. Tenía que hacerlo si eso era importante para ella. Pero, ¿cómo se hacía eso? Llevaba sin tener novia... Desde primero. Era más fácil el polvo rápido. Las piernas abiertas. No hacía falta nombrar nada. Se sabía donde acababa todo. Pero ella no era así, y yo no era así con ella. Quería mucho más que una cama. Quería mucho más que unos besos. Una puta vida con ella. Porque era la indicada. Me lo gritaba el corazón.

Te estas haciendo un blando, Bieber. Callate.

Sería mejor practicar. ¿Cómo se lo dijo? ¿Lo suelto de pronto? ¿Me lo curro? Agh.

“____, yo... Bueno yo, quería, quería decirte algo... No, eso es mierda.”

Medité dos segundos.

“¿Te gustaría ser mi novia?” Dejé que los grillos me contestaran. “Demasiado tradicional.”

Suspiré y me pasé las manos por la cara con frustración. Necesitaba un cigarro.

“Puede... Puede que no te hayas dado cuenta, pero te-”

No, no, no. ¿Quieres asustarla? No puedes decirla que la quieres. Pero la quiero. La quiero de verdad. A toda ella. La he querido desde el primer momento en que la vi. Porque entró dentro, como una jodida flecha. Directa al corazón. Y no sale de ahí, no quiero que salga. Pero no puedes decirla que la quieres de repente. ¿Y si ella no te quiere a ti? Esperaré. ¿Esperarás? Ja. Sí, esperaré. Esperaré hasta que ella pueda decirlo. Y si no la querré el doble, el triple, lo que sea. La querré por los dos.

Definitivamente me estaba volviendo un blando.

Abrí mi chaqueta y saqué el paquete de tabaco que tenía en el bolsillo interior. Coloqué uno de los pitillos sobre mis labios y lo encendí una vez que hube guardado el paquete de nuevo. Aspiré el humo llenando los pulmones. Joder como necesitaba esto. Eché el aire por la nariz y miré alrededor a ver si aparecía. 21:39. No creo que tardara mucho mas. Me estaba empezando a preocupar. Cogí el cigarro entre mis dedos después de otra calada y volví a ensayar.

“Gatita, tal vez el mundo vaya en contra, tal vez vaya a favor. Pero quiero enfrentarlo contigo. Tu y yo. ¿Quieres salir conmigo, oficialmente?”

_____:

Ir a casa de Matt me había retrasado. Al menos ya había comprobado con mis propios ojos que estaba recuperándose. No iría a los últimos tres días de clase que nos quedaban antes de las vacaciones pero era entendible. En su situación yo tampoco iría. Y tampoco era que estuviera horriblemente mal. La nariz se estaba curando bastante bien y con rapidez.

Danna había querido que fuéramos a verlo después de nuestro paseo por el centro y yo no me había opuesto. Aún a pesar de nuestra conversación incómoda hace unos días todavía era mi amigo y le quería como tal. No más allá. Nunca pude quererle más allá. Espero que le cupiera en la cabeza porque no quería mas problemas entre él y Justin. Acabaría perdiendo siempre.

Miré el reloj. Las 21:35. Mierda, mierda. Vamos. Caminé mas deprisa. El banco no quedaba muy lejos. Tenía que llegar ya mismo, cuando se preocupaba se ponía muy nervioso. Pero aún no sabía como iba a decirle aquello. Preguntarle qué éramos no era una buena cuestión. Podría sentirse presionado. Pero de todas formas yo también lo estaba en este momento.

Maldita Danna. No vuelvas a meterme estas ideas en la cabeza. Ser novios o no daba igual. Ambos sabíamos que éramos más que amigos. Pero amigos con derecho a roce quedaba muy mal. Y lo que sentía por él iba mucho mas allá de eso. No sabía si le quería de verdad, pero sino eres así, estaba muy cerca de eso. ¿Me querría él? No. No. Es Justin Bieber. Él no quiere. Sólo le importas. Le importas mucho... Entonces, ¿él saldría conmigo?

Divisé el banco. Ya sólo me quedaban unos metros. Me acerqué silenciosa. Sonreí ante la idea de poder darle un pequeño susto. Estaba parado de espaldas a mí, fumando. Parecía pensar en sus cosas. Me acerqué mas aún. Solo nos separaban unos pequeños pasos. Iba hablar cuando le oí.

“Gatita, tal vez el mundo vaya en contra, tal vez vaya a favor. Pero quiero enfrentarlo contigo. Tu y yo. ¿Quieres salir conmigo, oficialmente?”

Me quedé quieta. Sin moverme. La sonrisa se esfumó de mi cara. ¿Había oído bien? Me estaba pidiendo salir... Bueno, estaba pidiéndoselo al aire. Pero sólo a mí me llamaba gatita. Sólo era a mí. Seguía sorprendida. ¿Debería decir algo? ¿Un sí? ¿Un no? REACCIONA.

“Creo que debería quitar lo de 'oficialmente'...” Susurró pasando sus manos por sus labios.

“Justin, si eso se lo dices al aire, no creo que te responda...” Encontré mi voz en algún momento, pero no era muy consciente de lo que decía.

Se giró sorprendido. Como si hubiera visto un fantasma. Tragó saliva y tiró su cigarro lejos. Agachó la cabeza un poco. ¿Se estaba sonrojando? Sonreí.

“¿Me has oído?” Preguntó.

“Lo último que has dicho, solamente...” Respondí nerviosa.

Levantó la vista. Yo mientras jugaba con mis dedos, nerviosa, feliz por dentro. Me devolvió la sonrisa.

“Y... ¿qué respondes?” Susurró.

“Sí. Un montón de veces si-”

Y no pude decir nada más. En un movimiento rápido sus labios se colocaron sobre los míos. Llenos de amor.

Esclavos de la noche.Where stories live. Discover now