“¿Por qué lo hiciste...?” Pregunté.

Levantó la vista hacia mi. Estábamos muy cerca. Añoraba el tiempo en el que estábamos tan cerca.

“Te besó.” Su voz se volvió dura. “Te besó y no voy a volver a verte mal por ese imbécil. No cuando te hizo llorar.”

“Si alguien me besa es sólo problema mío.”

“No, no es.” Su cara se acercó a la mía. Nuestras narices casi se rozaban. “También es problema mío.”

Bésale.

“Es problema mío porque estoy enamorado de ti, y tu lo estas de mi.” Sus labios buscaron a los míos.

Me alejé. Luchaba contra el instinto de ir y besarle pero no podía. El daño no estaba curado. Aparté su cara de la mía pero todavía seguía unida a él por sus brazos.

“No estoy enamorada de ti.” Declaré. Mentira.

“Mientes. Tu corazón está acelerado...”

“Será el miedo.” Contraataqué

“Tú no me tienes miedo, ____.”

“Eso no lo sabes.”

“Tienes las mismas ganas de besarme como las que tengo yo.” Lamió sus labios y volvió a inclinarse.

Esta vez no lo dudé. Mi mano se estampó contra su mejilla. Fuerte. Sin miedo. Justo como peleaba él.

“No soy el puto segundo plato de nadie. Y mucho menos de alguien que no se merece nada.” Solté.

**

El resto del día no vi a Justin. No le vi hasta la hora de la comida. Cuando yo me fui a una mesa apartada a repasar mi último examen del curso. Nos quedaban dos semanas y tenía que apretar. Aunque las notas no iban a ser exactamente lo que yo, y mis padres, habíamos esperado. Me iban a caer 2, y la verdad es que dolía. Nunca me había pasado. Mas me valía aprobar con buena nota los exámenes finales (que son lo que cuentan en verdad) de la tercera evaluación si es que quiero llegar a la nota. El último curso me estaba costando vidas.

Estaba comiendo una manzana cuando Justin se sentó delante de mí. Con la estúpida sonrisa que le iluminaba la cara. Lo de que estaba comiendo una manzana era importante. Casi se la tiro a la cabeza cuando se sentó. Negué con la cabeza y seguí a mi libro.

-Santo Tomás cristianiza el pensamiento de Aristóteles..-

“Hola, gatita.” Saludó.

-La razón debe demostrar la existencia de Dios, para ello, nos da 5 vías...-

“Quiero hablar contigo, pero por favor, no te vayas.”

-Tenemos la vía del movimiento: todo cuerpo tiene un movimiento, por lo que debe...-

“Siento lo que ocurrió ayer. Se me fue de las manos.” Rascó su nuca y después apoyó ambas manos sobre la mesa. Sus ojos se desviaban de mí debido a los nervios. Podía notarse. “Cuando te besó... No pude, no pude volver a ver como te hacía daño. Te mereces algo mucho mejor que él. Algo mejor que yo.”

-La vía de la eficiencia...-

“Pero soy un puto egoísta. Un maldito gilipollas. Siento haber pegado a Kevin. Sé que no me perdonarás porque es tu amigo, pero aún así quiero que sepas que estoy arre-”

“Matt.” Susurré.

“¿Qué?”

“Se llama Matt, no Kevin.” Dije con una sonrisa sin levantar los ojos del libro.

Él también sonrió. “Sí, bueno, Matt. Creo, creo que me cegaron los celos y fueron mas fuertes que yo. Lo siento mucho.”

“Todo esto deberías decírselo a él, no a mi. Pero es un gesto bonito por tu parte.” Di un mordisco a mi manzana.

“El punto al que quiero llegar no es exactamente este...” Respondió con una mueca.

“Entonces continúa...” Levanté la vista hacia él. La verdad es que me hacía gracia que se disculpara.

Su sonrisa se ensanchó cuando lo animé a seguir. “Como desees, gatita.” Pronto se puso serio. Sabía que tema íbamos a tocar. “Lo que dije en el hospital... Nunca he pensado eso. Sé que es difícil de creer por como he actuado y la manera en la que lo dije. Sé que la cagué de la peor forma posible, y que no merezco ni siquiera que estés hablando ahora conmigo. Pero no siento eso, ni pienso aquellas cosas que dije.”

“Parecías convencido...”

“Porque tenía que estarlo. Casi te pierdo varias veces. Tenía que alejarte de mi vida, hacer que te olvidaras de mí porque era peligroso. Yo soy peligroso todavía.”

“No entiendo entonces por qué vienes ahora a decirme esto.” Tragué saliva. Mi corazón se aceleraba y no tenía idea de por qué.

“Porque soy egoísta. Porque te necesito conmigo. Porque estos días han sido los peores de mi puta existencia. Porque eché de mi vida a una persona importante para mí.” Declaró mirándome a los ojos. El color miel me atraía como nunca. Pero no iba a ser débil.

“Las palabras bonitas no van hacer que todo se arregle, Justin.” Mordí mi labio cuando controlé un poco mis latidos.

“Lo sé, no esperaba que fuera fácil.” Sonrió de lado, con esa sonrisa que me ponía nerviosa. “Te voy a demostrar que no estaba mintiendo cuando dije que estaba enamorado de ti. Y te haré ver que tú lo estas de mí, gatita.”

“Claro, claro...” Rodé los ojos y comencé a recoger mis cosas. “Una cosa más, ¿qué pasa con Katy?”

“¿Katy? Esa puede buscarte otra polla que meterse a la boca.” Dijo sin importancia.

Me hizo reír. Tal vez podíamos ser amigos, llegar a ese punto sólo. No quería enamorarme de él. No lo estaba. Agarré mis cosas y me levanté de la mesa bajo su mirada. No la alejaba de mí mientras pasaba por su lado. Me repetí esa frase muchas veces mientras me iba de el comedor.

Mi corazón repetía otra frase: “le quieres, le quieres, le quieres.”

Y Justin dijo otras. Otras que me hicieron sonrojar y dieron mil vueltas a mi pecho.

Se subió en medio de la mesa que había en el comedor, bajo la atenta mirada de los estudiantes que apartaban sus platos para que no fueran pisados y los que rodeaban a la mesa. Justin carraspeó llamando la atención de los asistentes que aún no se habían girado a mirarle. Le observaron con atención. Como hice yo. Antes de derretirme.

“Lo siento, ___. Siento ser tan egoísta como para dejar que sólo alguien ocupe tu corazón. Y que esa persona sólo sea yo.”

Esclavos de la noche.Where stories live. Discover now