Herida, pero no muerta.

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El día después que el resto del grupo se fuera y dejara a Iris junto a Daryl en el reino como refugio temporal para evitar que los Salvadores les buscaran, ella se dispuso a salir de su habitación después de estar todo el día anterior dentro de ella. Pudo tomar el desayuno junto a su amigo Daryl y tiempo después, ella quiso unirse a su pequeña expedición, no sabía de qué se trataba, pero quería estar fuera de esos muros para sentir algo, quería tener miedo, no sabía por qué.

— Daryl ¿Puedo ir contigo? —preguntó ella, tomando al hombre castaño por el brazo con una mirada curiosa. él seguía viéndola como una niña.

— ¿Y dejar que te capturen? Debes estar loca para pensar que es buena idea salir así.

— Pero tú saldrás. —Repuso ella con una mueca de incredulidad mientras se ponía de pie frente a él.

— Es diferente. No necesito compañía, pero tú sí la necesitas.

Daryl enfocó sus ojos celestes en Iris y acarició su cabeza antes de darse la media vuelta, no dijo mucho más. Ella no sabía si tomarse aquel comentario en serio, viniendo de Daryl, quien para ella era un hombre sumamente impredecible, dudaba entre tomarlo como un chiste o algo que era en serio... ¿A qué se refería con necesitar compañía? ¿A que no sabía cuidarse sola o que era demasiado peligroso dejarla sola? Chasqueó la lengua y se dio la media vuelta.

Caminó hasta al espacio donde los más jóvenes practicaban tiro con arco y sin decir mucho más mientras sentía algo de vergüenza, tomó su propio arco entre las manos y una de las flechas de su carcaj al mismo tiempo que se ponía en posición. La cargó y disparó penetrando el aire con un ruido sordo, dando justo en el blanco sin necesidad de demasiado esfuerzo. Los niños a su alrededor se quedaron boquiabiertos, pero ninguno se adelantó a halagar a la joven, estaba aburrida, no sabía qué podía hacer en esa comunidad, sentía poca pertenencia, poca complicidad con los demás. Extrañaba estar en Alexandria. Se alejó del blanco y tomó una flecha más, esta vez practicaría su puntería estando de rodillas, por lo que se puso en posición y disparó. Le habían faltado pocos centímetros para llegar al círculo rojo de la diana, pero sabía que eso era suficiente para matar a un caminante, o no.

Suspiró y probó su velocidad, disparaba cuantas veces podía y lo que sus brazos le pudieran permitir. No todo era tener puntería, si no también tener la agilidad y la destreza de sacar una flecha lo más rápido que podía.

— ¡Eres increíble! . —Dijo una voz familiar detrás de ella. Se dio la vuelta y ahí estaba Benjamin, con una sonrisa amable y un palo de madera en una mano, simulaba una lanza.

— Gracias. —Respondió ella amablemente, tenía mejor humor que ayer. —¿Qué te trae por aquí?

— Me preguntaba si te gustaría entrenar un poco juntos. —Propone Benjamin entusiasmado, Iris notó un ligero rubor en las mejillas del chico. — ¿Sabes luchar cuerpo a cuerpo? Podemos practicar algunas técnicas.

Iris reflexiona un momento, en medio de la monotonía de su entrenamiento no vio por qué no practicar con él a pesar de que no estaba buscando compañía en un principio. Se preguntaba qué pensaría Carl al respecto, sería curioso probar practicar combate cuerpo a cuerpo con alguien cuyas habilidades desconocía. A Carl lo conocía como la palma de su mano, incluso podría llegar a predecir muchos de sus movimientos.

— Suena bien, ¿Por qué no? —Respondió la ojiverde. Benjamin sonrió triunfante y asintió con la cabeza.

— Bien, sígueme.

Iris caminó detrás del joven mientras colgaba el arco en su espalda y buscaba reemplazar el arma por su daga. Ambos llegaron al kiosko central, la chica subió las escaleras y se quedó pensando por un momento.

Entre el peligro y el amor (Carl Grimes) [EDITANDO]Where stories live. Discover now