Entre el peligro y el amor (Carl Grimes) [EDITANDO]

Tormenta

No sabía por qué, pero ella ya no podía llorar, por más que intentara que las lágrimas salieran de sus ojos y el sentimiento tan horrendo de tristeza e impotencia disminuyeran, lo único que podía hacer era mantener un semblante serio y sombrío, Carl estaba cerca de ella todo el tiempo, miraba hacia el suelo, jugaba con sus manos y arrancaba la piel de los lados de sus uñas causando heridas, tendría entonces que ser cuidadosa al asesinar caminantes si no quería ser infectada de una manera tan patética como esa. Se sentía vacía, casi de la misma manera como en la que se sintió cuando perdió a su hermano, a su madre. Había sido uno de los días más largos de su vida, a pesar de que el grupo seguía con el plan de ir a Washington, ella sintió que las veinticuatro horas después de perder a Tyresse parecieron un total de una semana, iban en una van camino a su destino, sin embargo el combustible no duraría tanto como para llegar a la capital en ella, además de eso, se estaban quedando sin comida y sin agua, lo que los debilitaba, Naya tenía la boca seca, su estómago estaba acostumbrado a saltarse comidas, pero estar sin agua era un infierno constante, ella compartía una botella con Carl, solo un pequeño sorbo era necesario en el momento en que ya no pudieran con la sed. A pesar de que sus labios estaban deshidratados, Carl seguía pensando que eran sumamente tentativos, quería besarlos todo el tiempo, quería estar a solas con ella, sabía que era poco usual tener tal sentimiento con una persona que hacía apenas un mes, o varias semanas llevaba conociendo, pero era imposible no hacerlo, comparte con ella momentos de vulnerabilidad, tristeza, peligro, alegría... comenzaba a pensar que Naya era lo único que quería, caminaban tomados de la mano e iban juntos a buscar provisiones; a pesar de que ella no era la misma de antes después de que Tyresse muriera días antes, sabía que era cuestión de tiempo para volver a ver su sonrisa tímida, el cabello le cubría el rostro como dos cortinas lisas de seda que tapaban una ventana con el bello atardecer de su mirada, de vez en cuando colocaba un mechón detrás de su oreja y besaba su mejilla, ella solo le dedicaba sonrisas leves, la escuchaba sollozar por las noches, era extraño, ya que ella le había comentado que no sabía por qué no podía llorar ¿Lloraba solo en sueños entonces? la chica que le gustaba era un mar completo de preguntas que tardaba mucho en descubrir su respuesta. Naya había entablado amistad con Maggie, ambas al perder una persona cercana junto a Sasha, se apoyaban entre sí, comenzaba a tomarle aprecio a Maggie...

Una tarde, el grupo se encontraba descansando, esperando a que Daryl, Maggie y Sasha recolectaran algo de comida y agua. Naya había conseguido bayas en el bosque, pero no duraron demasiado tiempo, al verlos regresar sin nada, la ojiverde suspiró. Volvieron a la van y después de unos minutos andando...

-Nos hemos quedado sin combustible.-Anunció Daryl.

-Entonces caminaremos.-Respondió Rick. El grupo salió de la camioneta, Naya sostenía la mano de Carl y caminó junto a él entrelazando sus dedos con los de él. Mientras caminaban, Carl le preguntó.

-¿Cómo estás?

Naya lo miró, soltando un pesado suspiro ante tal pregunta.

-Estoy... mejor, quizás...

-Tengo algo que podría hacerte sentir mejor.-De su bolsa, Carl sacó una cajita musical de color amarillo, la abrió y de esta salió una bailarina con tutú rosado, la chica sonrió y el rubor subió por sus mejillas por primera vez en mucho tiempo, ¿era un regalo? Sus ojos esmeralda se posicionaron en los azules del castaño, quien sonreía junto a ella, tomó la cajita y quiso activarla, pero la muñeca se quedó estática, recordó la canción que solía cantarle a Judith, sintiendo que había sido el detalle más lindo que Carl pudo haberle dado.-La encontré mientras buscábamos agua.-Dijo él.-No funciona, pero supuse que te gustaría.

-¿Te recordó a la canción?-Preguntó ella con curiosidad.<

-Sí, tal vez en algún momento podamos arreglarla.