Arderás por esto

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Instantes más tarde después de que Rick y el grupo se fuera, Naya contaba las flechas de su carcaj. Después de lo ocurrido en Terminus, no habría quedado ninguna de ellas y durante el transcurso del viaje a la iglesia inesperada, no pudo fabricar muchas más, por lo que chasqueando la lengua, se puso de pie ya que estaba sentada en el suelo. Carl la veía y hablaba con ella, en aquel recinto había cristales de distintos colores, los cuales reflejaban la luz del sol y llegaban hasta el rostro de la chica, no importaba qué color se refleja tras aquellas ventanas, cada uno se le veía hermoso. El rojo resaltaba sus pecas, el amarillo en cambio resaltaba sus verdosos ojos y el azul la palidez de su piel y la negrura de su cabellera.

-Carl, ¿Me acompañarías a recolectar madera para fabricar mis flechas? No tengo muchas y quiero estar armada.-Le preguntó ella tomando su mano.

-Claro, pero...

Tyresse salió de una de las habitaciones pequeñas de la iglesia, al parecer escuchó lo que ella dijo desde ahí, era obvio, ya que el ruido rebota y provoca eco. Caminó hacia ellos y dijo:

-Iré con ustedes, no deben ir solos.

-Estaremos bien, además, debes cuidar a Judith. No nos alejaremos, puedes vernos desde la ventana.

Él suspiró y llevó las manos hacia su cintura, asintió con la cabeza casi a regañadientes.

-No vayan lejos, quédense donde los pueda ver y griten mi nombre si pasa algo.

La de ojos verdes sonrió de oreja a oreja y abrazó a su amigo, asegurándole que regresarían sanos y salvos, que estarían bien. Los chicos salieron de la iglesia, ambos pensando en tomarle la mano al otro con pena, pero no hubo movimiento alguno por parte de nadie, Naya divisó un árbol con ramas firmes que se encontraba cercano y visible a los ojos de Tyresse, por lo que guió a Carl hacia este, este la miraba y caminaba detrás de ella, no se había dado cuenta de que... su cuerpo al igual que su rostro era precioso ¿Era parte de crecer ver cosas que antes no veías? se preguntó a él mismo si era correcto ver a Naya de esa forma, por lo que apartó su mirada para no incomodarla. La vio trepar el árbol después de quitarse la mochila, era como un ágil felino subiendo por el tronco y escogiendo las ramas, le gustaba que fuera fuerte y en cierta parte atlética, se preguntaba si ella en el futuro fuera del caos se habría convertido en una gran deportista.

-Ahora entiendo un poco mejor.-Añadió este colgándose la mochila de la contraria en la espalda, mirando hacia arriba donde se encontraba ella.

-¿Qué cosa?-Preguntó Naya desde arriba.

-Cómo has sobrevivido tú sola. Creas tus propias armas, sabes trepar...-Se sentía un poco inútil junto a ella, recordando aquel caminante que le quitó la bota ¿a ella le habrían quitado el zapato alguna vez?

-He tenido ayuda de varias personas a lo largo de todo esto, no creas que todo fue por mi cuenta, estuve en un refugio durante un tiempo, pero me fui de ahí... a veces pienso que solo es cuestión de suerte.

-Eres alguien muy fuerte.-Respondió el de ojos azules, viéndola bajar y contar las ramas, las cuales eran firmes, parecía saber lo que estaba haciendo siempre, la admiraba.

-Lo sé, o al menos eso me gusta creer. Ustedes han sido como una nueva familia para mí una vez que mi madre y mi hermano ya no están conmigo.

-¿A qué edad los perdiste?.-Preguntó con curiosidad, mientras Naya buscaba otro árbol.

-A los 11.-Suspiró ella.-Había una horda gigante cerca de mi casa, mamá había salido por suministros, la horda alcanzó a Sasha, a Tyresse y a mi madre... la mordieron en el hombro. Como mi hermano y yo no sabíamos qué hacer, tratamos de curarla pero al día siguiente ya estaba convertida, me atacó y lo único que pude hacer era matarla. Sueño con ese día bastante seguido, es difícil.

Entre el peligro y el amor (Carl Grimes) [EDITANDO]Where stories live. Discover now