Caminos cruzados.

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Con la mirada azul plasmada en el techo de su habitación mientras la luz de la luna era la única que le permitía ver a través de la oscuridad de la media noche, pensaba en todas las razones por las cuales Negan y el padre de Iris habían obligado a la joven a marcharse de Alexandria junto a ellos, estaba seguro que la usarían como un arma en contra de ellos en cualquier momento y estaba totalmente frustrado, ya que parecía que ninguno de los que habían presenciado la partida de Iris mostraba la más mínima importancia. Su padre sabía lo valiosa que era ella para el grupo, no solo por su excelente puntería, sino también por la determinación que tenía y su complicidad con él, lo que hacían un equipo más fuerte. Las emociones estaban a flor de piel, se sentía solo, como si le hubieran arrancado una parte de él, estaba tan acostumbrado a estar a su lado todos los días y todas las horas, que cuando no la tuvo más con él, sintió un vacío en el pecho que se extendía rápidamente hasta llegar a cada rincón de su cuerpo. Si su padre, Michonne o alguno de ellos no hacía algo por recuperar a Iris y a Daryl, él mismo lo haría bajo sus propias condiciones, sin que ningún otro adulto quiera interponerse en sus planes, sin que ningún otro adulto piense que la prioridad es conseguir cosas para Los Salvadores cuando en realidad eso no le parecía lo más interesante. Carl se preguntaba si su padre lo buscaría si él hubiera sido el que se fuera en contra de su voluntad, ¿Iría a buscar a Michonne? Claro que lo hubiera hecho, entonces, ¿Por qué no va a buscar a Iris? Sabiendo que es la persona más importante en la vida de su hijo ¿Por qué solo piensa en mantener contento a Negan y no en el bienestar de dos de los suyos quienes se encontraban a manos de ellos?

Pensar en Iris era un torbellino de preguntas sin respuesta, no tenía idea de lo que podrían hacer con ella o para qué la querían con ellos, el pecho le ardía por momentos y se puso de pie para despejar su mente y aprovechar para cambiar el vendaje de su ojo perdido. Se miró al espejo y curó la herida que estaba por cicatrizar. Enid le había entregado el radio al notarlo tan decaído, le había dicho que si recibía noticias de Iris fuera a verla a su casa cuanto antes en la mañana siguiente, por lo que al terminar se sentó en la orilla de la cama y lo tomó entre sus manos, mirando la luz parpadear repetidas veces ¿La señal sería suficiente para llegar hasta donde quiera que esté su novia? Lo que más deseaba en ese momento era escuchar su voz, saber que estaba bien, decirle que lo esperara, que él iría por ella si a los demás no se les ocurría hacerlo, y que confiara en él.

...

Iris estaba de pie delante del ventanal en su habitación del Santuario, se preguntaba si las estrellas habrían sido testigos de todo lo que ella tuvo que pasar desde el inicio del apocalipsis. El ruido en el edificio era cada vez menor, dejó de escuchar gritos, voces y risotadas disparatadas de vez en cuando dando paso al canto de los grillos, puertas cerrándose y una soledad absoluta, mucho mejor que estar rodeada de sus peores enemigos y de las personas de las que menos esperó una traición.

Caminaba en círculos por la habitación y de un lado al otro, mordiendo las uñas de sus dedos hasta que estas estuvieran al ras mientras esperaba el momento perfecto para tomar el walkie talkie entre sus manos y tratar de contactar a Enid, si la escuchaban hablando con la gente de Alexandria ella estaría perdida, no podía dejar que nadie más la escuchara hablando así por la radio y mucho menos que estaba pensando en escapar apenas puso un pie encima de ahí. Contaba cada segundo y miraba a la luna en su cuarto menguante tras haberse acostado boca arriba en la cama dejando descansar las manos sobre su abdomen. Cuando no hubo mucho más ruido sintió que era la oportunidad perfecta de ajustar la frecuencia del walkie talkie girando la perilla de este, probando cada una de diferente manera.

—Enid ¿Me copias? ¿Hola?

Murmuraba la joven sintiendo la desesperación recorrer todo su cuerpo, los rápidos latidos de su corazón eran incontrolables. Se detenía a escuchar cada que su mente le advertía que alguien podía estar cerca, no dudaba que Negan y su padre hubieran enviado gente para vigilar la puerta de su habitación por las noches sabiendo que ella no quería estar ahí. Se paró de la cama y con un sigilo parecido al de un felino a punto de cazar una presa caminó hasta la puerta y se agachó para observar entre el espacio que había entre esta y el suelo. No había rastro de nadie al menos por el momento, tampoco pudo notar a nadie junto a la entrada, acto seguido se puso de pie y volvió a la cama.

Entre el peligro y el amor (Carl Grimes) [EDITANDO]Where stories live. Discover now